28/03/2025

AHÍ ESTAMOS TODOS.

Dentro de nueve meses celebraremos un cumpleaños. Pero no se celebrará sólo en la casa del homenajeado. Miles, millones de casas vestirán sus mesas con los mejores manteles y las mejores viandas que se puedan permitir. Otros, tal vez por la guerra, la persecución o la extrema necesidad sólo puedan encender una vela, cantar una canción y desearse Feliz Navidad. Dentro de nueve meses el “hágase” de María romperá a llorar en esta tierra.

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Las navidades pasadas un sacerdote amigo predicando decía algo así: Ahora muchos, mirando el Belén de su casa buscarán su sitio. Uno se pondrá entre la mula y el buey, otros ayudarán a San José a prepararlo todo, algunos estarán junto a María queriendo descubrir la cara del Niño entre sus brazos. Incluso algunos se atreverán a decir que su sitio es en el pesebre, junto al Niño Dios. Pero esos lugares no son para un cristiano, el lugar del cristiano en el Misterio de Belén es el mismo Cristo ya que somos parte de su Cuerpo por el Bautismo. Por eso en Navidad también celebramos, en cierta manera, nuestro nacimiento y hoy celebramos la fiesta en la que, por el sí de María, fuimos engendrados para Dios.

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.

Entonces yo dije: He aquí que vengo -pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí- para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad». En Cristo nacemos y en Cristo nos ofrecemos, eso da una nueva perspectiva a las penitencias cuaresmales.

Hoy se celebra la jornada por la Vida. El otro día caí en la tentación de escuchar un video sobre el aborto, una especie de debate sin debate, para saber cómo pensaba el autor. Al poco tuve que quitarlo. El autor se quería situar de forma aséptica, distante. Claramente proaborto, pero como con cierta distancia de los acontecimientos mientras algunas mujeres manifestaban la liberación que suponía de hacer con su cuero lo que quisieran. Si estuvieran unos tertulianos, todólogos de la vida, hablando de si acabar o no con su vida según les causase una impresión u otra sus ideas y comentarios, seguramente se le acabaría la ecuanimidad. Pero hemos suprimido a Cristo de la vida. Al nacer Cristo y al comenzar la Iglesia los hombres se sienten unidos por algo mucho más fuerte, somos parte de un mismo cuerpo, a veces más fuerte y a veces más débil, pero nadie ha odiado su propio cuerpo (ahora sí porque el caos es absoluto). Y sin Cristo lo que nos une es la tribu, la especie o un montón de egoísmos en los que tu tendrás valor en tanto en cuanto no me incomodes, y si lo haces ganará el más fuerte y perderá el más débil. Y débil puedes ser al principio, al final o en el medio de tu vida. Sin duda Dios pedirá cuentas a esta generación.

Al pie de la Cruz se produce nuestra anunciación, cuando Jesús dice a María: “Ahí tienes a tu hijo” No quiero imaginar los rostros de aquellos que participan en abortos y un día Dios Padre se los ponga delante, llenos de vida y plenitud, y les diga también: “Ahí tienes a tu hijo” Tenemos que rezar mucho, no podrán quitarnos la esperanza.