Hakuna lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a llenar el Wizink Center de Madrid con miles de jóvenes y mayores entusiasmados, volcados en música y en oración. Volvió a tocar las mentes y corazones de una multitud este sábado 21 de septiembre, mostrando que siguen conectando con un público fiel, que va creciendo, y que atrae a nuevos jóvenes apasionados que descubren su oferta musical y de vida.
Las puertas abrieron hacia las ocho de la tarde, con los alrededores bloqueados por un tráfico intenso. Los jóvenes llegaban en metro o bajaban de vehículos VTC corriendo hacia el local cuando aún faltaba media hora. Las colas eran largas, aunque ordenadas, con muchos jóvenes, muchos niños y también sacerdotes jóvenes.
Había muchos andaluces, de Sevilla, Jaén, Granada… Joaquín, que había venido con cuatro amigos de Sevilla, decía a ReL: «Ya estuvimos en el concierto de enero, estamos muy enganchados a sus canciones y vamos todas las semanas a sus Horas Santas”.
Sofía, que llegó desde Roma, explicaba que para ella «Hakuna es mi familia, es bonito poder venir a compartir la fe con las personas con las que quiero. Que cool poder estar de diferentes lugares del mundo, por una Persona, que es Dios. Es un ejemplo de que la religión no tiene por qué ser aburrida. Hay 18.000 personas cantando a todo pulmón canciones que reflejan lo que vivimos, nuestras dudas, nuestra fe. Por eso he venido». Para Sofía era importante reconocer que las canciones recogen «mi relación con Dios, conflictos internos por los que paso diariamente».
Hakuna ha ampliado el uso de pantallas e imágenes con sus coros.
Francisco, un cura de Madrid de 40 años, explicaba una razón del llenazo: «un concierto al que puedan ir juntos padres e hijos y cuyas canciones hablan del bien, de lo bueno. Eso me impresiona mucho”.
Inés, de 22 años, madrileña del movimiento Regnum Christi, que venía con una amiga, explicaba que era su tercer concierto de Hakuna y que en verano estuvo en su concierto de Sancti Petri. No sólo a ella le encanta esta música, sino también a sus padres, explicaba.
Canciones conocidas y coreadas para empezar
El concierto empezó casi puntual, con la canción Grandes Ideales, seguida de Pasión de Dios. La tercera, muy festiva, era muy conocida, «Baila y Déjate de Historias», con serpentinas gigantes y fogonazos de fuegos artificiales. Después llegó «Si por un segundo fueras».
Y, a continuación, «Trueno». Es una canción que sólo se había cantado un par de veces antes y la gente no la sabía: esta era su presentación oficial.
Le siguió otro tema nuevo: «Desde lo hondo». «Os vamos a explicar cómo se crea una canción, ¿queréis escucharla?», plantean. «Síiii», respondió el público encantado.
La gente se reenganchó a cantar con pasión después, con «Nacidos de lo Alto», con «Me sobrepasa» (cantadísima y aplaudidísima) y cuando llegó la famosísima «Sencillamente» la apoteosis se desencadenó entre los asistentes.
Coros sin personalismos
En el escenario de Hakuna no hay espacio para divismos ni personalismos. Todas las canciones son de coros. En el escenario, como nota especial, se veía a varios sacerdotes: alguno en el coro, otro tocaba el saxofón.
Macarena, una de las caras públicas y comunicadoras de Hakuna, presentó a Andrew, llegado de Corea, donde se ha abierto un grupo del movimiento. Ovacionado, Andrea cantó su canción en coreano. Era un anticipo de la próxima JMJ que será en Seúl. Todos corearon: «Esta es la juventud del Papa», grito de júbilo de pasadas JMJs. La última fue en Lisboa hace 14 meses, pero para muchos jóvenes parece una vida.
En la pista se formaron muchos corrillos, amigos o desconocidos que se abrazaban y cantaban juntos. En la pista y las gradas abundaban mensajes escritos en carteles: «Vivir me sobrepasa», decía uno. «Que me sienta en carne viva», se leía en otros.
Muchos asistentes que acudieran por primera vez destacarían que el ambiente, pese al entusiasmo, era muy sano. Los novatos u ocasionales se asombrarían porque todo el mundo se sabía las canciones, a veces largas y con mucha letra.
No sólo había adultos jóvenes, sino también adultos más mayores que desde el público cantaban y animaban «dándolo todo». Muchos padres y madres de familia se soltaron a jugar con sus hijos en las canciones festivas, como volviendo a ser niños. De hecho, es común que los niños se enganchen a la música de Hakuna sus padres ponen las canciones en el coche o en casa.
Por su parte, los veteranos de otros conciertos fueron dándose cuenta de que las imágenes que se proyectaban en las pantallas eran más elaboradas y evocativas que en ocasiones anteriores, en un importante santo de diseño.
Crece el factor orante
A medida que avanzaba el concierto llegaron temas más meditativos. La canción «Noche», un rezo de kyrie eléison por los perdidos, heridos y pecadores, resonó llena de sacralidad y fuerza intercesora sincera, pero también acompañada de efectos de fuegos. Cuando se cantó «Oye, Padre», el clima era completamente orante.
En cierto momento, el factor concierto disminuía ante el factor oración. Jóvenes se arrodillaban aquí y allá en oración en la pista. Muchas personas cantaban con los ojos cerrados. Como rezando. Sin duda rezando.
La canción «El arte de vivir» fue otra de las novedades para muchos. Su compositor y cantante explicó que «cuenta claramente qué es vivir». Contó rápido su testimonio: él fue un joven triste, que se preguntaba por qué otros eran felices. El día a día le agobiaba, con sus tareas de casa, sus obligaciones, quería fiesta… Es el gran tema de Hakuna: aprender, con Dios, a disfrutar al máximo de lo cotidiano, porque allí se puede encontrar amor, belleza y alegría.
Después llegaría ¿Por qué lloras?, la canción sobre María Magdalena, una de las más populares.
El Wizink Centre lleno para escuchar cantar a Hakuna, cantar con ellos y orar con ellos (foto de Jjmartesco):
Las canciones se sucedieron: «¿Para quién soy yo?», «Ahora soy libre», «La fila» (que se publicó hace poco: «¡si supiéramos lo que ocurre en la Eucaristía!», exhortaban), «La Misericordia».
El último acto empezó a oscuras, con un discurso o poema ligeramente rimado sobre el arte en lo cotidiano, el arte ligado a las cervezas, al café, en películas o escritos…
Después, Lola Tuduri, una de las instagramers ligadas a Hakuna, se dirigió al público a explicar que el cardenal Cobo no pudo venir por encontrarse fuera de la ciudad, pero envió en su lugar al obispo auxiliar Jesús Vidal (que ya acudió al concierto de enero) y a Laura Moreno, la delegada de juventud. También aprovecharon para hacerse una selfie y enviar una felicitación al cardenal por su cumpleaños, que fue el día antes.
Como en otras ediciones, el concierto se fue acercando al final con la canción «Forofos», que enumera movimientos de la Iglesia y proclama que todos están unidos en Cristo. Flotaron globos gigantes el logo de las Universidades San Pablo CEU, entre papelitos blancos y efectos de fuegos.
Después, «Huracán», el gran tema que niños y mayores saben cantar, con 9 millones de reproducciones en YouTube sin tener ni siquiera videoclip propiamente dicho. Todos encendieron la luz de su móvil para sumarse en un gran efecto colectivo.
Y para terminar, «Olor a tostadas», uno de los temas del último año, insistiendo en la santidad en la vida cotidiana. Por último, la multitud de cantantes y músicos subió al escenario ante la multitud de «forofos» volcados.
Hakuna, en crecimiento
En unos diez años, Hakuna ha pasado de ser un pequeño grupo de peregrinos españoles en la JMJ de Brasil de 2013 a contar con delegaciones Europa, Estados Unidos, Hispanoamérica y Asia, un mínimo 300.000 oyentes mensuales en Spotify y llenar estadios. Según declara, ha abierto grupos en 35 ciudades de España, 15 en Europa; 11 en América y tiene hasta un grupo en Corea del Sur, que sin duda crecerá de cara a la JMJ de Seúl.
Además de los conciertos, Hakuna atrae a muchos jóvenes en sus grupos de oración, de voluntariado, encuentros de formación y retiros (Soul week, revolcaderos o God stops, en su jerga).
Muchos jóvenes agradecen a Hakuna que les alegra el alma, en una época de tristeza, soledades y amistades superficiales. Para muchos jóvenes católicos, que quizá en su pueblo o parroquia tienen poco acceso a comunidades de fe viva y joven, la música les conecta con el movimiento, y tratan de engancharse con la experiencia del concierto en grandes citas, como la JMJ de Lisboa (donde muchos lo descubrieron) o conciertos regionales o estas grandes citas del Wizink.
También empieza a ser frecuente el fenómeno de jóvenes que han avivado o descubierto su fe en retiros de Effetá (Retiros de Emaús para jóvenes) o en otros ambientes, y posteriormente han asumido la música de Hakuna como su música cristiana «por defecto», siempre en su Spotify, aunque acudan a otros ambientes católicos a formarse. Todos insisten en que les da alegría.
En una época de pantallas y música virtual infinita, el poder de la música en directo, de la experiencia vivencial, se multiplica.
Cuando la música se hace oración, en más poderosa, es profundamente viva: escuchar, cantar, gritar... y adentrarse en la letra y la vivencia.
Conoce más sobre:
– La formación que da Hakuna en su nuevo Soul College;
– «Obispo, baila y déjate de historias«: Hakuna con el obispo Munilla;
– El padre Manglano explica el «secreto» de Hakuna;
– Cuando la prensa «progre» buscó cosas feas en Hakuna y Effetá… y no encontró nada.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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