Al parecer, el acuerdo secreto entre la Santa Sede y el gobierno comunista chino hace innecesario que un Papa esté vivo para confirmar los nombramientos de obispos. Al menos eso cabe deducir del hecho de que en las diócesis de Shanghái y Xinxiang se hayan nombrado obispos auxiliares después del fallecimiento de Francisco. Debería producirse alguna explicación del cardenal Parolin, responsable del pacto con las autoridades chinas.
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