Enrique II, coronado emperador en 1014, fue un ferviente defensor de la fe católica. Conocido por su amor hacia los benedictinos, fue declarado patrono de los oblatos benedictinos tras su canonización por el Papa Pío X.
Enrique II, coronado emperador en 1014, fue un ferviente defensor de la fe católica. Conocido por su amor hacia los benedictinos, fue declarado patrono de los oblatos benedictinos tras su canonización por el Papa Pío X.
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