19/01/2025

De agnóstico a diácono permanente: estuvo 15 años yendo a misa con su familia sin comulgar

Lester Loh hoy es un diácono permanente en la diócesis de Palm Beach (Florida), pero durante años fue un agnóstico muy alejado de Dios y de la Iglesia Católica. Ha querido contar su historia a JonMarc Grodi, en Journey Home (EWTN) y CHNetwork.org.

A la iglesia presbiteriana los domingos… a veces

Fue el más pequeño de los tres hijos de sus padres. Sus hermanos tenían 8 y 9 años más que él. Su madre era protestante presbiteriana, una rama protestante que no tiene obispos. Fue bautizado como presbiteriano y de niño iba a la iglesia y a la escuela dominical (similar a la catequesis, para niños protestantes). Al crecer ya no insistían mucho en que fuera. 

Su padre no estaba interesado en cosas espirituales. Lester admiró a su padre siempre, hasta que murió, y fue un gran modelo en muchas cosas, pero nunca le enseñó nada a nivel religioso.

Tenía alguna idea de cosas católicas. En en instituto jugaba a deportes con amigos católicos. Uno le dijo que tenía que ir a misa por la mañana, le invitó y Lester le acompañó. «No tenía ni idea de cuando levantarme, ni cuando sentarme ni nada más», recuerda.

Muchos de sus amigos se apuntaron a universidades católicas, así que también él acabó yendo a Georgetown y el Boston College, universidades de los jesuitas. Su hermana mayor se casó con un católico, y así él acudió a su boda católica.

Agnóstico en la universidad

En la universidad no le interesaba nada la religión ni acudía a ninguna iglesia. Parece que en la universidad católica nadie le invitó a una experiencia católica. Una vez entró en la capilla por equivocación pensando que era la biblioteca «y no repetí nunca ese error». Cuando le preguntaban por su religión, empezó a responder «agnóstico».

Se graduó en Empresariales y empezó a trabajar para Eastman Kodak, la gran empresa de fotografía. En una cita a ciegas conoció a una chica. Enseguida vieron que tenían en común que no iban a la iglesia, aunque ella era católica. Empezaron a salir y se casaron en 1982, según el sacramento católico. Hace ya 42 años que son matrimonio.

Cuatro años después de casarse, nació su hijo y empezaron a pensar que entre sus responsabilidades estaba la de presentar la fe al niño. Así empezaron a ir a la iglesia católica, al Sagrado Corazón en Georgetown, Connecticut, una iglesita de campo, donde hicieron muchos amigos. Allí adoptaron a una niña de Paraguay. En el año 2000 toda la familia se mudó a Florida.

Un comprador lento… a misa sin comulgar

Durante 15 años Lester fue a misa cada domingo con su esposa e hijos, sin comulgar. Como experto en ventas, él se define como un «cliente lento». Es el que tarda mucho en tomar la decisión aunque la pondere y examine. Y también en lo religioso.

«Yo no quería necesariamente comprar de inmediato algunos temas no-negociables, que hoy son importantes para mí», apunta. Por ejemplo, dice, «crecí durante la revolución sexual de los 70, había un campo abierto con cosas que la Iglesia veía como no negociables. Los temas de defensa de la vida, la eutanasia, el aborto… hoy son muy importantes para mí».

Otro ejemplo son los sacramentos de la Iglesia. La enseñanza católica de que la Eucaristía contiene al Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo, que hoy es importante en su espiritualidad, le resultaba difícil de aceptar. En su infancia, ir a la Iglesia era algo de lo que podía escaparse. Pero la fe católica insiste en ir a misa cada semana. Eran cambios que debía asumir.

El diácono Lester Lohn en el programa Journey Home con JonMarc Grodi..

La suegra luterana en el Domingo de Pentecostés

Su esposa estaba creciendo mucho en la fe, incluso empezaba a servir como catequista de adultos. Y ahora hasta sus suegros venían a misa con ellos. El suegro era católico, pero la suegra era de origen luterano. «En cierto sentido, no quería que mi familia me adelantara mucho», considera. En esa época Lester se habría definido como un cristiano sin denominación concreta.

Un día, al salir de misa de Pentecostés, planteó a su suegra luterana: «¿si voy a la catequesis RCIA, de iniciación de adultos, vendrías conmigo?» Ella llevaba 4 o 5 décadas yendo a misa cada domingo sin comulgar.

«Yo pensaba en mi interior: ‘que diga que no, que diga que no’. Pero dijo que sí. Y la reacción de mi esposa, a mi lado, no tenía precio: ‘¿qué es lo que acabo de oír?’ Casi se cae de la acera». Y la esposa de Lester le dijo: ‘justo acababa de decirle a Jesús que ya me había rendido contigo’.

Lester cree que ese Domingo de Pentecostés, simplemente, el Espíritu Santo le sacudió y despertó de su parálisis. La catequesis, a cargo de dos monjas dominicas, fue buena y acogedora. Esa Vigilia Pascual de 2002, Lester y su suegra entraban juntos en plena comunión con la Iglesia Católica, con sus cónyuges como acompañantes.

El llamado al diaconado

En 2003 pensó en ser diácono permanente. Llevaba años sirviendo en distintas organizaciones, como la Cruz Roja, los Rotarios… siempre le gustó hacer esas cosas. Su esposa no estaba muy convencida del diaconado y se lo desaconsejó.

Pero él empezó a servir como lector, como ministro extraordinario de la Eucaristía, como catequista… preparar la catequesis y responder a los niños y adolescentes le ayudó a conocer mejor la fe. Para 2005 su esposa aceptó la vocación de Lester. Un hombre casado necesita el permiso explícito de su esposa para ser ordenado diácono permanente, y ahora ya contaba con ello.

Estudió Historia de la Iglesia, Biblia, Teología, y conoció otros hombres con la misma vocación. Fue un proceso de 4 años. De los 10 que empezaron esa formación, 7 se ordenaron en 2011. Una de las personas que más le animaron en esta vocación fue, curiosamente, un ministro evangélico, capellán del equipo de fútbol americano de los Detroit Lions, llamado Billy Zeoli, que le animaba a tomarse en serio la fe. Mientras tanto, su esposa empezó a colaborar en la oficina episcopal de matrimonio y Familia.

Su servicio diaconal: provida, prisiones, familia…

«Los diáconos decimos que bautizamos, casamos, y enterramos. No hacemos unción de los enfermos, no escuchamos confesiones. Somos testigos en matrimonios. Presidimos en bautizos. Visitamos hospitales. Estoy implicado en el ministerio de prisiones, en el de Defensa de la Vida, en muchos ministerios fuera de la parroquia», detalla. Alaba la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, la visión cristiana del sexo que ha sabido responder bien a los errores de la Revolución Sexual. A veces la expone a protestantes abiertos a los temas profamilia, que se admiran con ella.

En la lucha provida, defiende la vida de todos: los bebés por nacer, las madres, los enfermos frente a la eutanasia y los presos frente a la pena de muerte. «He escrito muchas cartas a gobernadores pidiéndoles que dejen de firmar penas de muerte», detalla. Hoy intenta ir a misa diaria, y casi siempre lo consigue. Es devoto de San José: lo tomó como patrón de su confirmación con casi 50 años, siendo padre y esposo y buscando un buen modelo.

Lester Loh cuenta su historia hablando con JonMarc Grodi en Journey Home (inglés):

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