Cada vez hay más adolescentes y adultos que reciben el bautismo en países tan descristianizados como puede serlo Francia. En total, este año han sido 7.135 adultos, y más de 5.000 adolescentes, los que recibieron en el país vecino este sacramento en la vigilia pascual.
Sin embargo, cada año, un cierto número de estos «neófitos» no volverá a la Iglesia tras recibir el bautismo. Es una decisión personal de estas personas, pero no por eso deja de ser un desafío para el resto de la comunidad y para su capacidad de integrar a estos «nuevos hijos» de Dios.
Está claro que la forma de acompañar a los catecúmenos resulta muy importante, por eso, el portal LaVie enumera cinco propuestas para que los neófitos no abandonen nada más haber sido acogidos en la Iglesia.
1. Consultar a los recién bautizados
Los bautizados hicieron el esfuerzo de entrar a la Iglesia, de informarse, de pedir el bautismo y de pasar uno o dos años (o más) antes de recibir el bautismo… Por ello, hay que tener claro que los catecúmenos están llenos de energía y tienen voluntad de perseverancia.
¿Cuáles son las motivaciones de estos nuevos conversos? ¿Qué buscan y qué los hace sentir miembros de la Iglesia? Estas son las preguntas que las parroquias deberían poder responder para identificar mejor las necesidades de los recién llegados. Quienes se unen a la Iglesia esperan que ella también dé un paso de cercanía hacia ellos.
Esto supone que la parroquia tiene que estar abierta a esta novedad y a su singularidad, que los escuche y les haga espacio para que puedan integrarse completamente en la comunidad. La integración puede darse enviándoles noticias, pidiéndoles su opinión sobre proyectos parroquiales, invitarlos a sus casas o a eventos parroquiales y diocesanos, sugerirles que se unan a grupos de Biblia, etc.
2. Darles responsabilidades en la parroquia
Más allá de tomar en consideración las opiniones y deseos de los neófitos, su integración implica también la asignación de servicios y responsabilidades dentro de la parroquia. Que puedan ayudar en la organización de eventos, unirse al equipo parroquial, preparar la liturgia, participar en el coro, atender durante el comienzo o a la salida de las misas…
Identificar los talentos y las especificaciones de los catecúmenos permite encontrar el servicio que mejor les encaja para ser integrados. Le corresponde a los feligreses descubrir el abanico de propuestas que existen en la Iglesia para los neófitos y darles así la oportunidad de propuestas interesantes.
De hecho, hay ciertas iniciativas que pueden ser puestas en marcha por los mismos catecúmenos. Por ejemplo, la formación de un grupo de lectura de la bíblica para alargar así su propia formación catecumenal.
La integración puede darse enviándoles noticias, pidiéndoles su opinión sobre proyectos parroquiales, invitarlos a sus casas o a eventos parroquiales…
3. Confiarles el acompañamiento de nuevos catecúmenos
Los recién bautizados ofrecen caminos que enriquecen a otros feligreses. Una vez bautizados, les corresponde a ellos mismos transmitir lo que han recibido. Los sacerdotes suelen sugerir a los recién bautizados que, el día después de Pascua, acompañen a nuevos candidatos al bautismo.
Pueden compartir así su propia espiritualidad, y hacer participar a los demás de su experiencia como neófitos, motivar nuevos anhelos cristianos y acompañar a otros en el mismo camino de fe. A través de su experiencia y entusiasmo inculcan, sin duda, una nueva dinámica dentro de los grupos de preparación para el bautismo.
Además, los neófitos conocen muy bien las necesidades y obstáculos que pueden frenar el éxito de un candidato al bautismo.
4. Celebrar el «cumpleaños» de bautismo
Un elemento imprescindible para mantener el vínculo con los recién bautizados es tener momentos de amistad y de celebración. El ambiente juega un papel muy importante. Se trata de crear un grupo de buenas personas que vivan su fe en la parroquia, y que los neófitos regresen con gusto a la Iglesia, donde puedan pasar, además, un buen rato.
Por ello, se puede organizar un aperitivo una vez al mes al final de la misa, cenas fraternales, hacer una fiesta después de Semana Santa para celebrar la llegada de los nuevos neófitos, o festejar con todos los aniversarios de bautizo de los nuevos miembros de la Iglesia.
5. Una misión para los padrinos
Los padrinos son a menudo elegidos por su importancia en el camino espiritual de los catecúmenos. Ellos son los designados para apoyarles en su formación, más allá del momento puntual del bautizo.
Para los recién bautizados, los padrinos son las personas con las que pueden contactar en caso de dudas y preguntas. El padrino es el responsable de establecer el vínculo entre el catecúmeno y la comunidad cristiana. Son ellos quienes desde el comienzo del catecumenado garantizan a su ahijado nuevas perspectivas de vida en la comunidad.
Los padrinos mantienen una atención muy especial hacia su ahijado y velan por su buena integración. Lo invitan a volver siempre a misa, a participar en las actividades parroquiales, etc. Los padrinos deben acompañar y cuidar siempre que puedan a todas estas personas que Dios puso en sus manos.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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