15/01/2025

Del Levante de fútbol sala y del Camino Neocatecumenal: «Deseo ser sal, luz y fermento para mi club»

Pablo Rochina es de Valencia (España), tiene 24 años, es jugador del Levante Unión Deportiva de fútbol sala, estudiante de traducción en la Universidad de Valencia y el segundo de una familia de cinco hermanos del Camino Neocatecumenal. El joven acaba de dar su testimonio en el canal de YouTube El Rosario de las 11 PM.

«He estado en la Iglesia desde que nací, mis abuelos empezaron su camino de fe en el Camino Neocatecumenal. Al principio tenía una fe infantil, en la cual me dedicaba a ir a misa los sábados y, básicamente, era una rutina que seguía por obligación a mis padres. Poco a poco, cuando vas creciendo, te vas dando cuenta de la importancia que esto va teniendo en tu vida, de lo agradecido que tienes que estar por tener esos momentos de oración», comienza diciendo Pablo.

De la fe heredada a la fe adulta

Sin embargo, «esa fe heredada, conforme vas creciendo, se va apagando, porque aparecen las cosas del mundo, las relaciones que están fuera de la Iglesia, los compañeros de clase, que tampoco piensan como tú… Me alejé de Dios, no quería saber absolutamente nada, pero seguía yendo a misa. A los 18 años los estudios me iba bastante mal y mi comportamiento en casa tampoco era el mejor», recuerda el futbolista.

«Durante dos o tres años estuve sin ir a la Iglesia, y, poco a poco, volví. Iba por el mundo equivocándome en muchas cosas, hasta que Dios me puso a una chica delante. Gracias a esa chica pude volver a retomar las catequesis del Camino, retomar las eucaristías. Me acerqué muchísimo a la Iglesia y, desde ese momento, no me he vuelto a alejar», añade.

Pablo Rochina durante la pasada Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. 

Pero, la relación con esa chica no cuajó. «Tuve una época de pasarlo mal, aunque notaba que con la oración ese sufrimiento era menor. Entonces, ahí, dije: ‘esto antes me pasaba y me derrumbaba, y, ahora, que estoy con Dios, no me está pasando igual’. Ese momento fue un un cambio de chip para mí», relata el joven Pablo.

El deportista recuerda que, hace unos años, «prefería estar de fiesta a ir a la Iglesia, pero llega un momento que eso no es vivir, que no te da realmente la felicidad. En ese momento estás súper feliz pero, al día siguiente, te sientes vacío, te sientes que no eres tú. Vi cómo saliendo de una adoración estaba el doble de feliz que de fiesta con amigos», explica.

Compaginar su fe con el día a día de deportista profesional no es sencillo, pero Pablo tiene claro que Dios es lo primordial. «Intento ser ejemplo, porque a mí lo que me ayudó es ver en otras personas que se puede vivir con Dios, que se es feliz con Dios. La mejor manera es predicar con el ejemplo, tener una buena cara, poner la otra mejilla si en el trabajo te están haciendo la vida imposible, no tener una mala palabra con nadie. Es muy difícil ser cristiano, pero es posible si se le pide a Dios».

Actualmente el Levante juega en la segunda categoría del fútbol sala español.

«Suelo ir diariamente a misa a primera hora, también trato de rezar laudes, que es una oración que me encanta y que se tarda muy poco. Es complicado en el día a día, porque al final estás envuelto en miles de cosas que no tienen nada que ver con Dios, pero ahí es donde te tienes que hacer fuerte, sobre todo, en el mundo del fútbol en el que vivo, un ambiente que es todo lo contrario a lo que te enseña la Iglesia. Ves infidelidades, malas caras, malos comportamientos. En los partidos o en los entrenamientos, cuando algo no te gusta te tienes que callar y poner la otra mejilla». 

Una fe que le ayuda, también, de forma práctica en su profesión. «Son muchos los valores cristianos, desde compartir con los propios compañeros de equipo, hasta simpatizar con los del otro equipo. Ser sal, luz y fermento, que el resto de gente vea que hay luz en tu persona. Si tú estás diciendo que con Dios se vive mejor y a ti te ven apagado, que no confías en Dios, que no rezas. El Evangelio son cosas simples, tener una buena sonrisa, una buena cara para todo el mundo, una sonrisa el ver a un compañero desganado, ir hablar hablar con él y preguntarle, ser un apoyo, básicamente», comenta Rochina.

Puedes escuchar aquí el testimonio completo de Pablo Rochina.

«Mi vocación es al matrimonio, encontrar unamujer, y, sobre todo, hacer lo que mis padres han hecho conmigo, que es transmitir la fe a los hijos. Y, por último, un mensaje a todas estas personas que no son capaces de ver a Dios. Ahora, por ejemplo, con lo que ha pasado aquí en Valencia de la Dana, mucha gente se preguntaba por qué ha pasado esto si existe Dios. Yo también me lo pregunté los primeros días, no lo entendía, pero, si esto no hubiese pasado, no habría salido a la luz toda la juventud que ha ido a ayudar. Dios siempre sorprende, solo hay que esperar a que se hagan sus sus planes», concluye Pablo. 

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»