24/12/2024

EL ÁRBOL QUE NO PIDE, PERO LO DA TODO (DIÁLOGO ENTRE SAN JOSÉ Y EL NIÑO)

 

—¿QUIÉN SOY YO, HIJO, EN ESTA NOCHE INMENSA

QUE HUELE A HENO, A ESTRELLAS, A INFINITO?

¿QUIÉN ES ESTE HUMILDE QUE CON MANOS DE BARRO

CUSTODIA TU FUEGO COMO SI FUERA CENIZA?


—PADRE, ERES MÁS QUE HUMILDE, ERES MI TEMPLO.

EN TU SILENCIO HE ALZADO EL REFUGIO DEL MUNDO.

ERES EL ÁRBOL QUE NUTRE SIN EXIGIR FRUTOS,

EL CAMINO QUE SE ENTREGA SIN BUSCAR GLORIA.


—PERO, HIJO, EN MI PECHO LATE EL TEMOR

DE SER TAN PEQUEÑO ANTE LO TAN GRANDE.

TU SUSPIRO ME QUIEBRA COMO EL VIENTO AL OLIVO,

Y EN TUS MANOS PEQUEÑAS PESA TODO EL UNIVERSO.


—PADRE, NO TEMAS. EL PESO QUE SIENTES

NO ES DE LA GLORIA, SINO DE MI AMOR.

TU MANO CALLOSA ES MÁS SUAVE QUE LAS NUBES,

Y TU CORAZÓN, MÁS FUERTE QUE TODOS LOS REINOS.


—¿POR QUÉ, ENTONCES, SUEÑAN MIS NOCHES

CON CRUCES QUE SE ALZAN COMO TORRES DE FUEGO?

¿POR QUÉ SIENTO EN TU CUERPO PEQUEÑO

EL LATIDO DE UNA HERIDA QUE NO PUEDO DETENER?


—PADRE, LA CRUZ NO ES TUYA, ES MI ENTREGA.

PERO TU AMOR ME FORJÓ EN LA HUMILDAD

DE UNA CASA DONDE LA MADERA CANTA

Y EL TRABAJO ES LA ORACIÓN MÁS PURA.


—¡OH, HIJO! SI YO PUDIERA LLEVAR TU PESO,

SERÍA COMO EL CARPINTERO QUE LEVANTA LA VIGA.

SI LA CRUZ TE ESPERA, QUE SEA EN MIS HOMBROS,

Y NO EN TU FRAGILIDAD, QUE ES LUZ Y ESPERANZA.


—PADRE, MI PESO SERÁ LIGERO

PORQUE TU SOMBRA ME SIGUE COMO UN ESCUDO.

ERES MÁS QUE UN HOMBRE, ERES EL JUSTO

QUE DIOS ESCOGIÓ PARA CUSTODIAR SU ALIENTO.


—ENTONCES, SERÉ TU SOMBRA Y TU LUZ,

EL CAMINO QUE TE LLEVE A EGIPTO Y BELÉN.

EN MIS SUEÑOS TE VERÉ REY Y CORDERO,

Y MIS MANOS TE GUARDARÁN COMO A UNA LLAMA.


—PADRE, NO HAY REY MÁS GRANDE QUE TÚ,

QUE EN TU SILENCIO HABLA EL AMOR PERFECTO.

ERES EL TRIGO QUE SOSTIENE MI VIDA,

EL ÁRBOL QUE NO PIDE, PERO LO DA TODO.


—ENTONCES, HIJO, SI MI VIDA TE PERTENECE,

QUE MIS MANOS SEAN TU MADERO Y TU LUZ.

SERÉ EL ECO DE TU SUSURRO EN LA TIERRA,

Y CUANDO MUERA, TE ESPERARÉ EN EL CIELO.


Y EL NIÑO, CON SU ROSTRO INFINITO Y HUMANO,

SONRIÓ AL JUSTO QUE DIOS HABÍA ESCOGIDO.

Y EN AQUEL ABRAZO, DONDE LO DIVINO Y LO HUMANO

SE FUNDIERON EN UN SILENCIO MÁS ELOCUENTE QUE EL CANTO,

SAN JOSÉ ENTENDIÓ QUE NO HABÍA MAYOR GLORIA

QUE SER LA SOMBRA QUE SOSTIENE LA LUZ,

EL HUMILDE QUE, SIN SABERLO,

ERA EL TRONO DONDE DESCANSABA EL REY DEL UNIVERSO.

Y ASÍ, ENTRE EL ALIENTO DE LOS ÁNGELES Y LA HUMILDAD DE LA TIERRA,

EL AMOR SE HIZO ETERNO EN EL SILENCIO DEL JUSTO.


OMO

PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD