En Madrid, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del CSIC, se puede admirar una obra impresionante, la más importante plasmación artística de la ciencia multidisciplinar en forma de pintura de la Ilustración Española.
Se llama el Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfica del Reyno del Perú.
En adelante, lo llamaremos el Cuadro del Perú.
El cuadro se elaboró durante la etapa final de la Revolución Francesa, que coincidía con un esplendor ilustrado en los virreinatos españoles de América. Imita la función de un antiguo gabinete de historia natural, que transportaba datos a Europa sobre el remoto Virreinato del Perú.
El Cuadro del Perú se puede disfrutar con detalle aquí, en Un paseo ilustrado por la ciencia y la cultura de ultramar a través del Quadro de Historia Natural, Civil y Geográfica del Reyno del Perú (1799).
Estuvo ubicado en la Secretaria de Hacienda e Indias, probablemente en el Palacio Real de Madrid, que solía encargarse de expediciones y colecciones americanas. Luego se integró en la colección del Ministerio de Hacienda hasta finales del siglo XIX. En 1880 se trasladó a la Sala de Conferencias del entonces Museo de Ciencias Naturales, nuevo nombre del Real Gabinete de Historia Natural fundado por Carlos III. El Cuadro del Perú pasó en 2021 por el taller de restauración del Museo del Prado. Se exhibe ahora en exposición permanente en el MNCN-CSIC.
No hay ningún cuadro similar en Europa que ofrezca una visión multidisciplinar así de un territorio americano, en este caso el de Perú.
Una obra de gran tamaño
Su formato apaisado en lienzo de una sola pieza mide 331 por 118,5 centímetros, y está pintado al óleo previamente en color blanco, y después pintado en unas zonas y escrito a mano en otras a pluma con tinta ferrogálica. En total, el texto cubre unas 60 páginas.
Cuenta también con un impresionante marco en talla dorada, que está rematado en la parte superior por un copete con la corona real sobre dos leones entre volutas, un carcaj con flechas vegetales y cuernos de la abundancia.
El Cuadro del Perú es una obra insólita y única que se expone en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Se trata de una obra insólita, en la que se mezclan pinturas con abundante texto escrito. Al economista vizcaíno José Ignacio de Lecuanda se atribuyen los textos, y al pintor Louis Thiébaut, perteneciente a una familia de grabadores franceses que ilustraron libros de historia natural de conocidos naturalistas como Buffon y Humboldt y de la que poco más se sabe, las pinturas. El pintor nunca estuvo en Perú, y pintó el cuadro copiando de fuentes que enseguida comentaremos.
El autor: un ilustrado naturalista
José Ignacio Lecuanda y Escarsaga nació en Gordojuela (Vizcaya) en 1747 y falleció en Madrid, donde desarrolló lo más importante de su trabajo, en 1800, a punto de volver a Perú. Era un ilustrado, apasionado del naturalismo, además de tesorero real y contador de la Real Hacienda, cargos contables de suma importancia.
Llegó a Perú en 1764, con solo 16 años, por lo que se cree que se formó allí como economista, en la Universidad de San Marcos, fundada por la corona española y hoy tenida por la decana de las universidades americanas. En 1773 se casó en Lima con María Ignacia Ulloa y Muñoz, criolla, y no tuvo descendencia. No volvió a España hasta 32 años después. En Perú se relacionó con la ilustración como miembro de la Sociedad de Amantes del País y colaborador del importante periódico ‘Mercurio Peruano’.
Se asume que Lecuanda tomó como modelo de sus descripciones geográficas un libro del ilustrado y contador trujillano Miguel Feijóo de Sosa titulado ‘Relación descriptiva de la ciudad y provincia de Trujillo del Perú’.
Viajando por el país con el obispo Martínez Compañón
Lecuana recorrió la diócesis de Trujillo entre 1782 y 1785 acompañando al obispo Baltasar Martínez Compañón (Cabredo, Navarra, 1737 – Bogotá, Colombia, 1797) en su visita pastoral entre 1782 y 1785. La diócesis iba del Pacífico al Amazonas y la visita requirió dos años y 8 meses, recorriendo los partidos de Saña o Lambayeque, Piura, Trujillo, Cajamarca y Chachapoyas.
Estas visitas pastorales fueron ocasión para elaborar auténticos tratados científicos que hoy son verdaderas joyas de la historiografía. En este viaje el obispo Martínez Compañón encargó 1.421 dibujos y acuarelas, que recogió en nueve tomos donde se incluía flora, fauna, gea, música indígena, traducción al español de lenguas locales… Toda la información la recopiló en ‘Historia Natural, Civil y Moral de Trujillo del Perú por Mapas, Planos y Estampas con sus Memorias para ella. 1780-1785’, disponible hoy en Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación (1978).
El obispo Baltasar Martínez Compañón, como tantos otros clérigos hispanos, era hombre culto: estudió Filosofía en el convento de la Merced de Calatayud, cursó Leyes y Cánones en las Universidades de Huesca y Zaragoza, fue rector universitario tres veces. Se ordenó sacerdote en 1761 a los veinticinco años. En sus últimos días colaboró con el sacerdote y gran naturalista José Celestino Mutis en el estudio titulado «Flora de Bogotá».
Fue arzobispo de Santa Fe de Bogotá (1790-1797), donde impulsó la educación de las niñas (tanto nobles como del pueblo) en el Monasterio de la Enseñanza fundado por la fervorosísima católica María Gertrudis Clemencia de Caicedo y Vélez (1707-1779). También impulsó la fundación de colegios y seminarios. Es un ejemplo de promoción de la fe, la ciencia y la educación.
Martínez de Compañón encargó a Lecuanda la confección de las estadísticas y de los resúmenes de las regiones que visitaban, y ese material lo usaría luego Lecuanda en el famoso Cuadro del Perú, además de en escritos del ‘Mercurio Peruano’. Quizá Lecuanda fue también autor del “Plan sobre las mejoras de las minas de Hualgayoc” que el obispo remitió al virrey Teodoro de Croix en 1786 (en el cuadro hay contenido tomado de este informe).
La expedición Malaspina y el retorno a España
Entre 1792 y 1794 la importante expedición científica española de Malaspina visitó Lima en dos ocasiones. Parece que trataron con Lecuanda y que en 1794 él empezó a trabajar en el Cuadro. El proyecto le llevó 5 años.
Así, en el cuadro desembocan aportes del obispo, de la visita pastoral, del Mercurio Peruano y de la expedición Malaspina. También se valió de imágenes tanto de animales como de indios tomadas por José Guío, Tadeo Haenke y Felipe Bauza.
Lecuanda dejó Perú el 24 de diciembre de 1796 y fue en España donde finalizó el Cuadro en 1799. En España Lecuanda colaboró con personas interesadas en la ciencia de la Sociedad de Amantes del País. Lecuanda murió al año siguiente, en Cádiz en 1800, donde se preparaba para embarcar de vuelta a Perú.
El mismo Cuadro explica su objetivo: «[…] reducir a breve suma para la utilidad común todas las noticias que pueden interesar a los curiosos… todo cuanto la naturaleza ofrece de extraño y admirable en la parte que se conoce con el nombre del Perú, y que hemos tenido proporción de examinar [… lo cual se cumplirá bien por medio de imágenes, ya que] la simple inspección de sus figuras dibujadas con la mayor exactitud, y presentadas con sus naturales colores, da ideas más exactas que las descripciones más prolijas, que son propias de los que se ciñen a tratar únicamente de este Ramo, con método científico».
Pese a hablar del «método científico» el Cuadro estaba destinado al despacho de la Real Secretaría de Hacienda de Indias y no pretendía ser una herramienta científica precisa. Por ejemplo, las escalas de los animales no son adecuadas ni lo pretendían.
Es un ejemplo de arte virreinal, de cierta influencia indígena, por la simplicidad de las formas y el cromatismo.
Un intento enciclopédico: lo natural y lo moral
El cuadro tiene un claro enfoque enciclopédico, característico de la antigua corriente conocida como historia natural y moral, cuyo más claro representante en América fue siglos antes el padre jesuita José de Acosta con su famosa obra de 1590 ‘Historia natural y moral de las Indias’. Acosta, y en general de la Compañía de Jesús, tenía por costumbre elaborar ‘cartas edificantes y curiosas’, a partir de informes misioneros de tierras lejanas.
En el Cuadro de Perú se incluyen 195 escenas y 381 figuras, distribuidas en varios apartados descriptivos:
a) Geografía física con ayuda de mapas, señalando montañas, ríos, costas, y su toponimia;
b) Historia, que incluye el periodo fundacional por los Incas, el del gobierno de España, con la moderna Real Hacienda y organización administrativa en intendencias,
c) Etnografía, con sus pobladores, distinguiendo en una hilera en la parte superior del cuadro, treinta y dos representaciones, en forma de 16 parejas: a la izquierda las dieciséis naciones definidas como civilizadas, y a la derecha las otras dieciséis clasificadas como salvajes. Las primeras son representadas por personajes vestidos (que son criollos e indígenas cristianizados), y las segundas desnudos o semidesnudos, pertenecientes a tribus indígenas de la selva;
d) Economía, con las producciones naturales agrícolas, incluidas plantas medicinales y de consumo habitual, y la referencia explícita a la producción geo-minera, en concreto a la mineralogía de plata y azogue –es decir mercurio– como fuente especial de riqueza de aquellas áreas, incluyendo la descripción de la mina de Gualgayoc (o Chota, provincia de Cajamarca) dibujada en lugar destacado: el centro del cuadro, justamente debajo del mapa del Virreinato.
La gran mayoría de las pinturas en miniatura (158 del total de 214) representan plantas y animales.
«Lagartos muy borases», detalla el texto del Cuadro del Perú, finalizado en 1799, al mostrar un caimán o yacaré.
Los cuadros se organizan alrededor de un plano del Perú y un dibujo de la Mina de Hualgayoc, indicando de esta manera que la minería era de importancia central no sólo para la economía del reino sino también para su historia natural, civil y geográfica. El reino mineral es de este modo el núcleo (centro) de la composición.
El mapa y la mina están rodeados a cada lado de dos compartimientos grandes que contienen animales acuáticos. Debajo de ellos hay dos celdas con animales anfibios. A ambos lados de esta columna vertical hay 30 pequeñas celdas con imágenes de mamíferos y plantas, organizados en seis columnas con 5 filas cada una. Desplazándose del centro del cuadro hacia el exterior, rodeado hacia afuera de criaturas que habitan el agua, anfibios, mamíferos terrestres y plantas y finalmente aves y plantas en el borde exterior. El perímetro del lienzo consiste de 88 celdas mostrando imágenes de aves y plantas, y cuatro compartimientos que contienen insectos y serpientes que sirven como marco de la pintura. Los espacios de separación de las imágenes son realizados con los textos.
Botánica medicinal, animales y etnias
La información sobre plantas es principalmente medicinal y aquella proporcionada sobre animales es altamente antropocéntrica.
Son 88 las aves que forman parte del cuadro en cuya representación se ve la influencia de las acuarelas de Martínez Compañón y las diferencias que pueden deberse tanto a la distinta técnica usada (óleo y acuarela) como a la interpretación artística del autor. Por desgracia, su falta de detalles en el plumaje hace difícil identificar muchas de sus especies.
Como se ha indicado, hacia el extremo superior una hilera de imágenes atraviesa horizontalmente el cuadro presentando 32 tipos humanos divididos en 16 “naciones civilizadas” (8 parejas) a la izquierda y 16 “naciones salvajes” a la izquierda (no todas en parejas). A diferencia de los animales y plantas, los seres humanos son presentados individualmente y sus compartimientos están separados por columnas. Se representa a las etnias de los icaguates, payagues, bogas, maynas, panos, ucayalis, cepeos, humuranas, capanaguas, yagüas, putumayos, yuris, iquitos, nanays, guaques y carapachos.
Un armadillo o animal similar en el Cuadro de Perú de 1799 que se exhibe en el Museo de Ciencias Naturales en Madrid.
El texto escrito en el Cuadro del Perú ocupa ocupa más de 60 páginas. En realidad el texto es tan voluminoso y su relación con el material visual tan semejante que la obra no sólo funciona como una pintura sino también como un manuscrito ilustrado. Dedica mucha atención a la reforma de la minería y a una propuesta de mayor trabajo libre entre los trabajadores indios: «Si a los indios se les hiciese partícipes en los metales de extracción —como en México con el título de tequio o partido y capchas en Potosí— cediéndoles la mina para que extraigan los peones los metales que cada uno pueda desde el sábado por la tarde hasta el domingo por la mañana, con más la franqueza del azogue, prosperaría sin duda alguna este tráfico».
La parte más extensa del texto es la correspondiente a la historia natural. La información sobre fauna llegó a manos de Lecuanda cuando ya vivía en España. En el caso de las aves, Lecuanda indica haber visto especies semejantes a las representadas en el Cuadro en los Gabinetes de Historia Natural de Madrid y Paris.
En el texto Lecuanda manifiesta cierto indigenismo incipiente, propio de una visión cristiana sosegada.
Su pensamiento formó parte de esas escasas voces que discreparon de los ilustrados que, a finales del siglo XVIII, denigraban a este estamento social como proyección oculta de su miedo a que se repitiera una gran rebelión indígena, similar a la que lideró Tupac Amaru II en 1780.
En el texto del Cuadro de Perú hay alusiones aquí y allá a la fe católica:
– habla de indios «reducidos á la Religión Católica» que «navegan por el río de las Amazonas»;
– habla de un pajarito llamado come-dulce, que «con su canto imita las palabras de Christo es Dios»;
– menciona la conquista, que «trasladó a aquellas Regiones la Religión verdadera, las Artes y las Ciencias; muchos animales útiles al trabajo y alimento, así como abundantes y copiosos frutos y otros efectos de que carecían»;
– detalla que en Guamanga hay universidad, colegio, cabildo eclesiástico se compone, religiosos de las comunidades «Dominicana, de San Francisco, San Agustín, y la Merced, con un Convento Hospitalario de San Juan de Dios, y dos Monasterios de Monjas de Santa Clara y del Carmen».
Visite el cuadro online aquí.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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