Ya era agosto de 2020 y, con poco más de 30 años, el padre Liam Ryan no era “un sacerdote más”. En 2018 había sido ordenado diácono en Perth tras toda una vida en el Camino Neocatecumenal, coincidiendo prácticamente con los cuarenta años de presencia del movimiento en Australia. Pero si por algo era reconocible era por su tabla de surf y las acrobacias con que le miraban maravillados los bañistas.
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