29/11/2024

«El Gran Aviso»: cuatro testimonios que impactan, buen trabajo visual… pero el «aviso» es dudoso

Se estrena el 27 de septiembre en cines españoles la peculiar película espiritual El Gran Aviso,  del cineasta mexicano Juan Carlos Salas.

Tres cuartas partes de la película se centran en unos testimonios, con declaraciones y escenas muy bien recreadas por eficaces actores. La última parte habla del «gran aviso» en sí, que no necesariamente tiene que ver con lo que cuentan los testimonios.

Los cuatro testimonios coinciden en que, en cierto momento, los protagonistas quedaron súbitamente convencidos, sin mérito suyo ni investigarlo, de varias cosas a la vez:

– Dios, o Jesús, estaba ahí («ahí» es una misa, una adoración eucarística, una oración desesperada y una experiencia cercana a la muerte);
ellos eran pecadores, y el pecado era algo realmente grave; con lucidez sintieron lo que sus actos pecaminosos dañaron a Dios y a otros;
dolidos y llorando, supieron que sin volcarse en Dios, caerían en el infierno, y acogieron a Dios;
su vida cotidiana cambió radicalmente desde entonces.

Amaya, o María del Himalaya, cuenta su testimonio de conversión y experiencia mística, y la película le pone imágenes.

Los paralelismos son elocuentes porque los 4 testigos son muy distintos:

Amaya, española, hoy bien conocida como «María de Himalaya», una enfermera abortista «cada día de 8 a 2», hostil a Dios y a Madre Teresa de Calcuta, que vivió su experiencia en una humilde misa con las monjas calcutas en Nepal,

Emma, una adolescente norteamericana de 12 años, que en una adoración al aire libre en un campamento juvenil, al mostrársele de cerca la Custodia, sintió todo el fenómeno (presencia de Dios, reconocimiento de pecado, llanto); en su sencillez, es quizá la más impactante,

Alan Ames, irlandés en Australia, alcohólico y violento pendenciero, alejado de Dios, hasta que sintió que un demonio le atacaba físicamente y rezó, acompañado espiritualmente por visiones de Teresa de Ávila (con actriz de acento castellano en la película), cambió de vida y hoy es predicador laico, con cartas de recomendación de muchos obispos,

Rick era un joven norteamericano volcado temerariamente en deportes extremos, buscando la adrenalina; en un accidente, en una experiencia cercana a la muerte (ECM), vio su cuerpo «desde fuera» y «una presencia que supe, sin duda, que era Dios. Y regresé». Buscando ordenar su vida, fue a Medjugorje, donde Dios le dio indicaciones.

Todos sintieron con claridad la gravedad del pecado, la certeza de la presencia de Dios y la necesidad de cambiar, y de dejarse cambiar por Dios.

La «iluminación de la conciencia»

El cineasta Juan Carlos Salas llama a este fenómeno la «iluminación de la conciencia». Parece que tomó la frase de la escritora Christine Watkins, una católica conversa que antes era atea y muy anticatólica, que habla en dos o tres ocasiones en la película. Watkins ha escrito el libro El Gran Aviso, pero Juan Carlos Salas explicó a ReL que el libro y Watkins son sólo una parte de todo lo que quiere contar.

Quizá el fenómeno que describen los cuatro testimonios es lo que leemos en Juan 16:8 («Y cuando venga el Espíritu Santo, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio»).

Otros dirían que esa certeza de pecado acompañada de deseo de cambio es parte de la experiencia personal habitualmente llamada «efusión del Espíritu» en la Renovación Carismática. Salas no usa ninguna de esas expresiones y, hablando con ReL, no parecía conocerlas o relacionarlas con sus testimonios.

La película hace un buen trabajo con los actores que han de interpretar las vidas de los testigos sin poder usar palabras, solo con miradas y gestos. Muchos conocen a María de Himalaya, que es muy expresiva con su tono de voz y sonrisa, pero la actriz que la interpreta también sabe decir muchas cosas sin usar palabras.

Poner en imágenes el infierno

La película también se atreve a mostrar raptos y visiones de Santa Faustina Kowalska, el juicio del mártir jesuita San Edmund Campion (en la Inglaterra anticatólica del siglo XVI) y detalladas escenas del infierno. La película recuerda que en la Biblia hay 40 referencias al inferno. «Admito que me inspiré en el infierno de Dante y otras recreaciones clásicas», dijo Salas a ReL.

Los que hayan visto la segunda temporada de 30 Monedas de Álex de la Iglesia con sus escenas infernales pueden ver similitudes, las propias de querer ser muy gráfico y visual, con llamas, color rojo, cuernos y garras. Realmente no causan miedo (al menos en una primera impresión) pero son profesionales, bien hechas y podrían encajar en el género de terror.

La carrera de Amaya como enfermera abortista sí causa miedo y desazón al detallar como coloca a las mujeres en posición ginecológica. La película, sabiamente, usa varios recursos con delicadeza para sugerir y entristecer en vez de repugnar.

Pero la película no pone solo imágenes a cosas malas y demoníacas: si algún testigo habla de visiones de Jesús o de la Virgen, la película nos los muestra con mucho detalle, muy cercanos y visibles, sin sutilezas ni velos. La película quiere ser visual y que todo sea vea bien.

El gran aviso es místico, astronómico y mundial

La última parte de la película ya se centra en lo que es propiamente «el gran aviso». La tesis -que no es doctrina católica, pero no necesariamente es incompatible con ella- es que algo parecido a la experiencia que han vivido estos 4 testigos (y quizá San Pablo en su conversión, y otras personas con conversiones místicas) lo vivirán en un mismo día, de golpe, a la vez, todos los seres humanos de la Tierra.

Todos los humanos sobre el planeta tendrán a la vez esa experiencia mística de «iluminación de conciencia», y con ese conocimiento cierto y claro podrán elegir vivir virtuosamente lo que le quede a la humanidad (no está claro si serán unos días más, varios años o siglos, lo que llevaría a preguntar si cada generación tras el fenómeno tiene derecho a su propio ‘gran aviso’).

Un extraño objeto se acerca a la Tierra en un fotograma de El Gran Aviso; el «aviso» en sí insiste en ‘algo’ que se verá en los cielos desde todo el mundo a la vez.

Además de la experiencia mística interior, habrá unos fenómenos exteriores, en el cielo estrellado, de tipo astronómico, que llaman «la señal de la cruz en el cielo». La película se esfuerza con efectos visuales en mostrar planetas, luces, iluminaciones, estrellas, noches con efectos luminosos, etc…

Watkins cree que cada persona verá ese signo astronómico, vivirá la experiencia mística y según el estado de su alma en ese momento lo sentirá como un castigo o, si estuviera en gracia, como un impulso para el bien.

Argumentado con alfileres

Para apoyar esta tesis, la película se apoya en endebles alfileres: en Mateo 24,29, en Apocalipsis 6 que habla de que caen las estrellas del cielo, en pueblos angustiados que se querrán esconder, en el Salmo 97 («los cielos reconocen su justicia», «los pueblos contemplan su poder»). Pero todo eso puede referirse al fin del mundo.

También en un texto del mártir Edmund Campion sobre «un día de terrible juicio, en que se conocerán todos los hechos, el ‘día del cambio’, cuando verán a Cristo como juez y como rey de misericordia».

Recurren también a algún texto de Faustina Kowalska y a textos del ama de casa húngara Isabel Kindelman (La Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María, escritos entre 1961 y 1983, que la Iglesia aún no ha examinado en firme).

Puesto que la tesis implica algo astronómico y visible, la película consulta a un astrónomo, que plantea una posibilidad: si chocaran dos asteroides cercanos, sería lo equivalente a un «invierno nuclear»: una gran luz, y luego tinieblas que cubrirían la atmósfera (no está claro si un par de años o para siempre, dificultando que lleguen los rayos del sol, lo que destruiría las cosechas y muchas más cosas). El astrónomo no profundiza mucho más, aunque detalla que la explosión solo se vería en medio planeta (así que no lo verían «todos», aunque otros efectos visuales en la atmósfera podrían alargarse a todo el día).

Hablando con ReL, el cineasta comenta que los astrónomos que consultó le dijeron que el fenómeno que podría encajar mejor con lo descrito sería que se abriera «cerca» un agujero negro y empezara a tragar luz y más cosas. Pero en la película no lo incluyó.

Además del dónde (en todo nuestro planeta) está la pregunta del cuándo. Watkins y otros dicen que «pronto». «Pronto» puede significar varias cosas. Por ejemplo, que si Dios quiere puede ser antes de que usted acabe de leer este artículo. O que dentro de mil años sigue siendo «pronto», o «cerca», puesto que sólo depende de que Dios lo decida.

Pero la película argumenta con razones geoestratégicas que puede faltar poco porque hay «crisis mundial», «caos económico», «revueltas», «más catástrofes» (¿más que cuándo, con qué se compara?, la última Edad de Hielo fue bastante catastrófica y el siglo VI también) y guerras entre «grandes naciones» (con imágenes de Israel contra Hamás, pero Hamás no es una nación e Israel tiene el tamaño y la población de Haití, no es «grande» por tener bombas y tanques). Cualquier historiador puede encontrar momentos históricos donde hubo mucho más de cada uno de esos síntomas que hoy.

Para prepararse, lo mejor es confesarse

La película suelta todo esto con pinceladas rápidas y efectos especiales al final, y después pasa a una conclusión final: con o sin gran aviso, todos deberíamos prepararnos. Aunque sea para la propia muerte (en la que todo el mundo cree).

El sacerdote Rick Wendell nos dice que «la mejor forma de prepararse es confesarse», y propone una confesión general a quien nunca la haya hecho.

Y el mensaje final insiste luego: «el Gran Aviso está cerca». Quizá, pero ni nos lo han argumentado bien ni tiene mucho que ver con los testimonios.

Al final, la conversión es algo que Dios hace en las personas. Dios actúa con libertad y gratuidad. Pero también reconoce cuando las personas dan pasos hacia Él. Amaya acudió a la casa de las calcutas y se quedó a misa, Alan rezó una oración cuando estaba desesperado, Emma estaba en una adoración en un campamento cristiano; Rick tuvo una ECM en la que sintió a Dios, pero luego buscó más en Medjugorje.

Tiene mucho sentido animar a la gente a ir a retiros, campamentos, misas y confesiones, y rezar para que Dios toque mentes y corazones. Y tiene sentido hacer películas espirituales y de testimonios.

Por el contrario, si se difunde la idea de que Dios hará un toque especial místico-galáctico y completamente evidente del que nadie podrá dudar, y que será un día de estos, se corre el riesgo de desincentivar la evangelización: ¡que lo haga Dios!

Pero Jesús dijo «id y anunciad el Evangelio, bautizad y haced discípulos», y esas son las instrucciones serias y concretas que dejó y que los cristianos deberían seguir.

Más datos y cines en: https://elgranaviso.es 

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»