La gula parece a veces el hermano pobre de los pecados capitales. Casi nadie se lo toma en serio (excepto los niños, que son los que paradójicamente se toman todo en serio). En la mente de la gran mayoría de los católicos, se trata de un mero pecadillo que nunca es grave, resulta muy difícil de cometer en la práctica y más parece una reliquia de tiempos pasados y rigoristas que algo que nos tenga que preocupar a nosotros.
Como casi siempre que miramos con suficiencia y superioridad a nuestros padres en la fe, los que no nos enteramos de nada somos nosotros. Es cierto que la gula puede ser, y muchas veces es, un mero pecado venial, pero es falso de toda falsedad que no sea nunca grave. Es más, me atrevo a decir que es uno de los pecados graves y veniales más frecuentes, a pesar de que a menudo los que caen en él ni siquiera lo consideran un pecado.
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