El director de orquesta italiano Riccardo Muti volverá a dirigir en 2025 -por séptima vez- el tradicional Concierto de Año Nuevo de Viena (Austria). Es lo que anunció recientemente el presidente de la Orquesta Filarmónica de Viena, el violinista Daniel Froschauer. «Me produce un placer especial dirigir en los años jubilares: 2000, 2025…», dijo Muti al recibir la noticia.
Muti será el encargado de dirigir las palmas del público durante la ya mítica Marcha Radetzky, y a sus músicos al son de los valses de la familia Strauss, y, precisamente, en el bicentenario del nacimiento de Johann Strauss. En una entrevista para Avvenire, el compositor comenta su cercanía a Dios y recuerda su encuentro con el Papa Benedicto XVI.
Seminarios e iglesias rebosantes
«En Molfetta, mi pueblo, la música que anunciaba la Navidad era la de la Santa Allegrezza , una canción que cantaban personas que llamaban a la puerta pidiendo caridad o algo de comer. Un texto críptico, pero fascinante por su transmisión del misterio», relata el director.
«En 1955, yo tenía catorce años, y en Molfetta había un concurso para encontrar a los mejores cantantes de la Santa Allegrezza. Formé un grupo con algunos compañeros, yo tocaba el violín y un amigo tocaba el contrabajo que habíamos encontrado abandonado debajo de casa, también había un acordeón y una guitarra. Ganamos el primer premio. Todavía conservo celosamente ese trofeo, el primero que gané en mi vida», recuerda.
«Cuando era pequeño se olían los platos navideños que mamá preparaba en el brasero, el gas llegó años después. En las iglesias se escuchaba el sonido del órgano con el sacerdote celebrando en latín de espaldas a los fieles. Había una sensación de misticismo y los templos estaban abarrotados. Hoy me entristece mucho ver las iglesias de Rávena, la ciudad en la que vivo, medio vacías, con las parroquias fusionadas por falta de sacerdotes«, afirma.
«En el seminario de Molfetta había decenas y decenas de seminaristas; allí di mi primer concierto, en presencia del rector Corrado Usri, que luego se convirtió en arzobispo de Nápoles. Ayer, decenas de seminaristas… y hoy faltan vocaciones. Y cuando hablo de vocación no me refiero sólo a la sacerdotal, sino a la vocación a la espiritualidad. Lo digo como un hombre normal, que vive de la música y vive en el mundo», reconoce Muti.
«El mundo está en llamas y las llamas surgen de malentendidos, de enfrentamientos religiosos que no deberían existir porque las religiones deberían empujar a las personas hacia la fraternidad», dice, y sobre si hay esperanza, contesta: «Sí, lo veo en la figura de Cristo, su Sermón de la Montaña se debe leer todos los días, lo creas o no, tiene un contenido muy elevado que debe ser leído. Constituye los cimientos de la convivencia», explica.
«Nos veremos en un mundo mejor»
En este punto, el director italiano recuerda al Papa Benedicto XVI, fallecido hace justo un año. «Cuando me dicen que las matemáticas tienen que ver estrictamente con la música me enfado un poco porque las matemáticas son precisión, mientras que la música va más allá, ahonda en el misterio. El Papa Benedicto XVI nos lo enseñó con sus grandes lecciones de música. Toqué para él varias veces en el Vaticano. Pero, el recuerdo más vívido que tengo de él no está vinculado a un concierto», afirma.
«En 2019, poco antes de que estallara la pandemia, Benedicto XVI me llamó porque quería verme, estaba leyendo mi libro El infinito tras las notas y quería hablar conmigo. Mi esposa Cristina y yo fuimos recibidos en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, donde él se había retirado. Fue una larga conversación en una habitación muy sencilla. Hablamos de Mozart y cuando llegó el momento de despedirnos me miró con sus ojos profundos. Entendí que sería la última vez que nos veríamos y me acordé de un pasaje del dúo final de Don Carlo de Verdi, cuando el Infante y Elisabetta se prometen: ‘Allá arriba nos veremos, en un mundo mejor’. Todavía me emociono al pensar en ello», confiesa.
‘Stabat Mater’ de Scarlatti, dirigido por Riccardo Muti.
«Así mismo me conmueve también el recuerdo de otro Papa, Pablo VI. A quien conocí cuando era arzobispo de Milán y yo estudiaba en el Conservatorio. Después de su elección fuimos a visitarlo al Vaticano con la orquesta y el coro de los alumnos del Conservatorio: me tocó a mí dirigir el Stabat Mater de Scarlatti y el Magnificat de Vivaldi, mientras en el coro cantaba una chica, Cristina, que luego se convertiría en mi esposa«, concluye Muti.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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