«Toda la gloria que han tributado a Dios los respetuosos obsequios de todos los coros angélicos, las virtudes, penitencias, martirios y demás obras buenas de los hombres, no pueden entrar en parangón con la que resulta al Señor de una sola Santa Misa; porque todos los honores que provienen de las criaturas tienen un cierto límite, pero la honra que a Dios resulta del Santo Sacrificio del altar, es infinita por derivar directamente de una persona divina».
San Alfonso María de Ligorio
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