El Cristo yacente y embarrado que se encontró en la parroquia de San Jorge en Paiporta (Valencia), se ha convertido ya en símbolo cristiano de la desolación, pero también de cierta serenidad, en la «zona cero» de las inundaciones de la región de Valencia.
El párroco, Gustavo Riveiro, es el primero en reconocer esa simbología de un Cristo que lleva en sí las mismas heridas que los hombres, en este caso la muerte en el barro. «Su imagen con el rostro lleno de barro nos recuerda a los más de cien fallecidos en Paiporta, a la cantidad de desaparecidos aún no cuantificables, y a sus familias», declaraba el sacerdote en ABC.
El Cristo de barro de Paiporta, símbolo de los destrozos de las inundaciones en Valencia.
Riveiro dio más datos en Articulo14. Relata que interrumpió la adoración eucarística a toda prisa y eso salvó vidas. Unas vecinas hablaban de que el barranco se había desbordado y el agua bajaba con fuerza. «Salí al altar e interrumpí una adoración eucarística que se estaba celebrando en ese momento. No todo el mundo lo entendió, pero me empeñé en vaciar la iglesia rápidamente, y eso nos salvó a todos. En menos de media hora el templo estaba inundado: si nos hubiéramos quedado, ahora mismo estaríamos muertos».
Riveiro explica que en «la vecina Picanya fue terrible la imagen de los santos flotando por la calle».
El párroco ha alabado el trabajo de muchos voluntarios jóvenes para «ir vaciando el agua cubo a cubo en una inundación que alcanzó los dos metros de altura».
En otra parroquia, San Ramón Nonato, seis personas se salvaron de la riada porque su párroco sacó fuerzas asombrosas para lograr abrir una puerta contra el agua y hacer entrar a personas atrapadas en ella (aquí más datos de esta historia).
El arzobispo visita los pueblos
El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, va visitando las localidades afectadas a medida que se van despejando los accesos. En la tarde del lunes visita las localidades de Sedaví, Benetússer y Alfafar. El sábado se acercó a Paiporta, Picanya y Aldaia, acompañado del vicario episcopal de la zona, Jesús Corbí. El viernes estuvo en los barrios de La Torre y Castellar, muy duramente afectados.
El arzobispo Benavent, de Valencia, en una de las iglesias que sirven como punto de reparto de ayudas.
El Cabildo de la Catedral de Valencia ha anunciado una donación de 150.000 euros a través de Cáritas Valencia, que también está recibiendo donativos de muchas diócesis españolas y entidades de Iglesia. El jueves 31 de octubre la Confer (Confederación de Religiosos, que representa a las órdenes religiosas de España) anunciaba un donativo de 30.000 euros a través de Cáritas Española. En muchos lugares se empiezan a anunciar colectas especiales para este fin. Entre las primeras, las de las parroquias de Arnes, Horta y Pinell en la diócesis de Tortosa, donde era obispo Benavent hasta finales de 2022.
La Iglesia también aporta sus instalaciones. La Guardia Real cuenta con 150 miembros que colaboran en las tareas y se alojan en el seminario de Moncada, por ejemplo.
El Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, en San Antonio de Benagéber, ha acogido a 55 bomberos voluntarios que se desplazaron para colaborar en las tareas. Han llegado de distintas partes de España y también de Francia.
Las personas con discapacidad
Un sector que sufre especialmente es el de las personas con discapacidad. La diócesis de Valencia tiene un secretariado especial para atenderlas (se puede contactar con el e-mail discapacidad@archivalencia.es y el teléfono 635 888 729) y es una de las prioridades de la ayuda eclesial en estos momentos. El director del Secretariado, Camilo Ruiz, detalla que estas personas «en estos momentos necesitan más cercanía, afecto, solidaridad, ellos están en el centro de nuestro corazón».
Agua a metro setenta
El agua ha golpeado a casi todas las parroquias de la zona, pero en la mayor parte de los casos no ha llegado a dañar las esculturas y otras obras de arte porque se encontraban en zonas más altas. Lo explicaba en El Levante Javier Costa, el párroco de San Juan Bautista, en Chivas, un templo del siglo XVIII. «La parte más artística se ha salvado porque el agua llegó al metro setenta de altura y toda la parte artística de obras de arte e imágenes se ha quedado por encima», cuenta el párroco, que destaca las pinturas del pintor valenciano José Vergara, muy elevadas, en el ábside y la cúpula, lejos del agua.
Pero el barro y la riada sí dañaron los altares, las vestimentas de la sacristía, los muebles y confesionarios, además de los bancos. Los vecinos tratan de sacarlos al exterior esperando que se sequen. El párroco estaba en la iglesia cuando llegó la inundación. «Cuando se rompió la puerta me dio el tiempo justo para llegar a la escalera de la sacristía y subirme a las cámaras. Esa zona da al barranco y desde allí se podía ver toda el agua. Era impresionante».
Estos días los vecinos se han volcado en la parroquia y desde allí han colaborado en limpiar de barro y escombros el centro del municipio y las calles cercanas al barranco.
Misa y almacén, todo junto, pero con orden
Una crónica de José Ramón Navarro-Pareja, del periódico ABC, cuenta cómo la parroquia de Nuestra Señora del Don, en Alfafar, se ha convertido en otro improvisado centro de ayuda que acumular alimentos y utensilios. La mitad cercana al altar celebra la misa a las seis y tiene los bancos dispuestos para ello. La otra mitad recoge los materiales necesarios para las tareas.
«Es una hora inusual, las seis de la tarde, pero es cuando pueden venir los vecinos, después de estar todo el día limpiando sus casas y las calles«, explica a ABC el párroco, Javier Francés. «El primer día después de la inundación no había luz y celebramos solo el diácono y yo, pero luego ya lo difundimos entre la gente y cada vez ha ido viniendo más. Ayer ya éramos más de treinta», detalla.
Esta iglesia, en una zona elevada, quedó poco afectada por las lluvias y ofrece ahora ayuda material y espiritual. Cuando llegan nuevos rumores de lluvias peligrosas, el párroco llama a la policía activa y el altavoz del teléfono para que todos lo oigan: serán lluvias normales, sin riesgo de inundación. Aportar tranquilidad y seriedad es parte de su cometido. Cuando empieza la misa, «durante poco más de media hora, la iglesia, ajena al caos y la destrucción que le rodea, se adentrará en un momento de oasis y de oración similar al que cada día vivía hasta el martes. Un alivio, que se convierte en alimento para seguir adelante», explica el cronista de ABC.
Voluntarios de la Universidad Católica
Otra fuente de ayuda es la Universidad Católica de Valencia (UCV) que ha ofrecido casi mil voluntarios jóvenes, además de sus recursos de ayuda psicológica y pastoral. Doscientos ya se trasladaron en tres autobuses y furgonetas a las zonas de Alfafar, Sedaví, Benetússer, Lloc Nou, Castellar Oliveral, La Torre, Catarroja y el Centro Ciudad de la Esperanza (CIDES) de Aldaia, convocados con las parroquias y alcaldías. Allí realizaron labores de limpieza y reparto de alimentos y agua. Quien necesite ayuda psicológica o pastoral puede escribir al e-mail dana2024@ucv.es .
Voluntarios de la Universidad Católica de Valencia.
La experiencia de los párrocos
El jueves, la diócesis de Valencia recogía las impresiones de varios de los párrocos de la zona. Las poblaciones más afectadas fueron las cercanas al río Turia y a sus barrancos, como son el caso de Ribarroja y Vilamarxant.
Francisco Ferrer, arcipreste y párroco de Santa Catalina de Vilamarxant, explicó: «Las parroquias nos hemos puesto a disposición de los ayuntamientos para ofrecer nuestros locales e instalaciones, así como a través de Cáritas, mantas, alimentos, cargadores de móvil y otras ayudas para la gente que se han tenido que alojar en polideportivos y colegios provenientes de los polígonos donde se han quedado incomunicados o de otras poblaciones a las que no podían acceder, como Pedralba, Cheste o Chiva». Además de los daños en casas y parroquias, también quedó afectado en esa zona el colegio parroquial San Francisco y Santo Domingo de Vilamarxant.
Samuel Aristizabal, párroco de la Purísima Concepción de Pedralba, explica que la zona se quedó sin agua, sin energía eléctrica y sin señal de móvil, y las viviendas bajas inundadas. «No he podido ir a las otras parroquias porque mi coche se ahogó con la riada«, detalla.
El párroco de Catarroja, José Vicente Alberola, explica que en su zona «las dos parroquias se han inundado hasta tres metros, se han destrozado, y estamos intentando salvar algunas cosas. En el Pilar la imagen de la Virgen ha desaparecido, se la ha llevado el agua. No tenemos casi cobertura móvil y se está haciendo difícil contactar y movilizar a la gente para ayudar. Poco a poco iremos sacando el barro, todo está muy destrozado», relataba.
Francisco Furió, párroco de Aldaia, también perdió su coche. «Está todo inundado, también las dos parroquias. Tenemos confirmados cuatro fallecidos pero creemos que son más. La gente está devastada. Esto es una película de terror. Rezad, esto es muy duro», pedía.
Ángel Miguel Olivares, párroco de Nuestra Señora de Lepanto de Castellar, señala que «la gente está en shock. Muchos han perdido la casa, los negocios, han perdido todo lo que tenían. La parroquia y la Casa Abadía también están inundadas», apunta. «A nivel afectivo la gente está hundida», constata. Le preocupan «aquellas personas que sabemos que viven por las huertas y que no sabemos dónde están». Pedía rezar por los sacerdotes «para que nos mantengamos en pie y podamos sostener a la gente que está con nosotros, que es lo fundamental».
El párroco de San Pedro Apóstol de Massanassa, Miguel Alejandro Gómez, confirmaba el efecto en la zona: «todos están afectados, es un pueblo de casas bajas, es indescriptible. En la iglesia entró agua y ahora estoy limpiando el despacho pero sobre todo estoy preocupado por personas que no sabemos nada y atendiendo a vecinos que no encuentran a sus familiares».
El párroco del Socorro de Benétusser, Jesús Cervera, destacaba que la gente ofrecía ayudas y pensaba especialmente en las personas mayores. Su Cáritas parroquial tenía alimentos en el local de Cáritas inundado. Parte se ha podido salvar y llevar al punto designado por el Ayuntamiento. Lo primero que limpiaron fue la capilla del colegio parroquial de Secundaria y Bachillerato para poder celebrar la misa allí. El otro colegio parroquial, de Infantil y Primaria, sufrió graves desperfectos.
«Que declaren zona catastrófica»
En Articulo14.es también recogen las reacciones de los párrocos. Salvador Pastor, párroco de Nuestra Señora de Gracia en el barrio valenciano de La Torre, espera «que declaren la zona catastrófica porque, si no, los vecinos no van a poder hacer frente a esta situación tan terrible».
Ya antes de las inundaciones la Cáritas parroquial atendía aquí a unas 190 familias cada semana. Ahora, con 3 palmos de barro y metro y medio de agua, la parroquia no puede ofrecer ayuda. «La puerta del templo está colapsada por una pila de vehículos amontonados por la fuerza del agua y carece de red eléctrica», describe.
«En esta zona no estaba lloviendo, pero llegó toda el agua de los barrancos que se han desbordado, y entró con tanta fuerza que anegó el barrio entero, exceptuando algunas zonas más elevadas de las viviendas; fue como un tsunami. La Torre es un barrio con muchas viviendas de baja altura, a pie de calle, que junto a comercios y locales han sido completamente inundados», explicó.
El párroco de Nuestra Señora del Rosario de Sedaví, César García, explicó a Artículo14 que la parroquia moviliza a los jóvenes para que puedan ayudar en todo lo que necesiten. «La gente está ayudando a las personas mayores, abriendo alcantarillas. También anoche abrieron sus casas para todos los que necesitaban resguardarse. De hecho, en mi finca acogimos a una docena de personas que no llegan a su casa y el agua ya les llegaba por la cintura”, añade. El templo parroquial, explica, también se ha visto afectado por el lodo y el agua y el despacho parroquial se ha perdido por completo. “En estos momentos nos dirigimos a Dios para que nos ayude”.
Cáritas España: voluntarios también afectados
Cáritas España tiene desde septiembre un sacerdote que es el delegado que colocan los obispos para acompañar a esta ONG, la mayor de España y con presencia capilar a través de la red de parroquias. Se trata del religioso paúl Luis Miguel Rojo Septién, de 41 años, que conoce bien el mundo de las organizaciones benéficas.
Entrevistado en Alfa y Omega explicó que «la situación es diferente en cada zona y en cada pueblo. En Valencia, por ejemplo, hay poblaciones que siguen incomunicadas, sin luz, ni conexión telefónica y sin comida. Es muy dramático, pero hemos tenido que pedir que, hasta que las autoridades no abran las correspondientes vías de acceso, no se desplacen más voluntarios ni efectivos de otras Cáritas».
Cáritas constata, dice, que «la labor principal ahora mismo es la limpieza del barrizal que ha dejado la riada. La prioridad de algunas Cáritas parroquiales está siendo localizar a las personas que se encontraban en situación de vulnerabilidad para conocer su situación y poder apoyarles en lo que sea necesario porque ahora su situación es todavía más compleja. También estamos ofreciendo apoyo psicológico y acompañamiento«.
La situación es distinta en las zonas afectadas de Albacete porque allí si pueden llegar los voluntarios. «En Letur hay un equipo de Cáritas parroquial, perfectamente coordinado con los servicios de emergencia, ofreciendo comidas, desayunos y cenas. Cáritas gestiona el restaurante El búho en el trabajaban personas en riesgo de exclusión que está completamente destrozado por el agua. En este caso, al drama general, se suma también la pérdida de trabajo. En Jérez, donde el río Guadalete se ha desbordado, unas religiosas nos han cedido su casa para poder acoger a más de 20 personas«.
Muchos voluntarios de las parroquias son también víctimas. «Han perdido su casa, o peor aún, a sus familiares o amigos. Nuestros voluntarios son parte del tejido social: estaban antes, están ahora y seguirán estando cuando ya casi no nos acordemos de lo que ha sucedido», detalla Rojo.
Alaba la generosidad de muchos voluntarios pero pide coordinarse bien, «porque, si no, se corre el riesgo de crear más confusión, por ejemplo, obstaculizando las vías de acceso a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME)». «Se pierde efectividad si cada uno va a lo suyo», avisa.
Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española: «A la hora de ayudar hay que tener la cabeza en su sitio».
Sobre efectividad habló también en Cadena Cope, en La Mañana de Fin de Semana, el presidente de Cáritas, Manuel Bretón. Bretón preside Cáritas desde 2017. Militar retirado, fue en el pasado secretario personal del Rey y jefe de gabinete de los ministros de Defensa Federico Trillo y José Bono.
«A la hora de ayudar hay que tener la cabeza en su sitio», insistió Bretón. Dijo que, sin duda alguna, «las ayudas económicas son las más eficientes». Es más eficaz hacer donativos desde cualquier parte de España que intentar acumular alimentos que a veces se estropean, no llegan a su destino, son de complicado traslado o almacenamiento, etc… Pero puesto que cada parroquia es un centro local de Cáritas, sí tiene sentido ayudar con alimentos o productos de higiene o limpieza en una parroquia si allí tienen una estructura para almacenarlo y distribuirlo localmente.
Ayudas para Valencia a través de Cáritas www.caritas.es
Teléfono: 902 39 99 99.
CAIXABANK EMERGENCIA DANA 2024: ES7821005731790200511750
BANCO SANTANDER- EMERGENCIA DANA 2024: ES4500491892642110553738
SABADELL- EMERGENCIA DANA 2024: ES5400810216700002187226
Bizum: 38357
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
Cómo destruir a los adolescentes
LA POBREZA DEL PESEBRE Y EL MUNDO MATERIALISTA: UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN
El Amor se hace carne