05/12/2024

Era ateo, leía a Nietzsche; por mero aburrimiento, empezó a leer el Evangelio y se enganchó a Jesús

Dino Remedios, filipino criado en EEUU, es hoy profesor de Teología en Maryland, EEUU, en una escuela de secundaria, Our Lady of Good Counsel High School. Durante muchos años no supo casi nada de cristianismo ni de la fe.

No fue hasta 1997 que entró en la Iglesia de forma voluntaria y consciente. Él se había considerado ateo, un amargado lector de Nietzsche… hasta que, por mero aburrimiento, empezó a leer un evangelio. Lo ha explicado entrevistado en CHnetwork.

Una familia de emigrantes, lejos de la Iglesia

Dino nació en Filipinas, pero cuando era pequeño, su madre, divorciada, con toda la familia de ella, se trasladó a Estados Unidos en 1980. Toda la familia que emigró se mantenía unida, con encuentros semanales, primos y tíos y abuelos, con sus comidas y costumbres filipinas en EEUU. Pero él siempre arrastró la herida del divorcio de sus padres.

Quizá por la emigración, quizá por algunas rupturas familiares más, Dino y su familia, aunque de cultura católica, no iban a la iglesia. «Mi única experiencia cristiana real de la infancia era la Navidad, quizá íbamos a misa una vez al año, teníamos algunos parientes que iban más», señala. «Yo iba creciendo, pero nunca pensé en Cristo, ni recibí catequesis», añade. Le habían bautizado de niño en Filipinas y ese era casi todo su catolicismo.

La Navidad sí era especial, recuerda. «Era un ancla profunda que me unía a algo hermoso, inocente, lleno de esperanza, algo redentor«. Escuchar ‘Noche de paz’, ver la fiesta en la iglesia, el incienso, las campanas…

Militancia política, inquietud filosófica

En política, era más bien progresista y ya de adulto joven incluso hizo campaña puerta a puerta por Bill Clinton, el candidato demócrata.

Interesado en la política, conoció cristianos que actuaban en el mundo de la justicia social o la política… pero que nunca le hablaron de nada religioso, ni de Jesús ni de la fe. Él tampoco mencionaba el tema ni le interesaba.

Cuando empezó a estudiar Filosofía, se despertaron en él todo tipo de preguntas, sobre todo acerca de la verdad. Hoy cree que él buscaba algo espiritual en los comics, en el hip-hop rebelde, en la filosofía, en la cultura del monopatín…

Él no era realmente rebelde, pero sí le gustaban los retos, la actitud de «atrévete». Le gustaba probar los límites en las cosas «grandes» que le decían que merecían respeto, como el patriotismo, o la religión.

Cree que los cómics le abrieron la imaginación a lo maravilloso, al asombro de un horizonte más grande. Y eso le ayudaría a aceptar la fe.

Hoy considera que tenía un deseo de trascendencia y que sólo podía buscar en sí mismo, en cierto egocentrismo, porque no conocía nada más.

Ateo, toques de nihilismo y narcisismo

En la universidad ya se consideraba ateo y ya consideraba que la religión, como punto de partida, debía ser algo malo, sin haber investigado en realidad nada sobre el tema.

Quizá por ser hijo de divorciados, su actitud base ante la vida adulta era la desconfianza, con toques de nihilismo y narcisismo. «Yo hoy digo que entonces era narcisista, pero si me hubierais conocido os habría parecido simplemente un tipo simpático», dice.

Un par de lecturas de Nietzsche le llevaron rápido a declarar «ni existe la verdad ni existe Dios».

Un primo suyo, en Navidad, le comentó algunas razones filosóficas para creer en Dios. A Dino no le convencieron, pero cree que al menos entró en su cabeza la idea de que existían argumentos racionales. «Yo tampoco era un ateo fervoroso, simplemente era mi situación ‘por defecto’«.

En su época universitaria fue de una universidad a otra. «Lo que la cultura decía que debía hacer un joven, yo lo hacía, y eso me llevó a drogas, sexo extramatrimonial, esas cosas, una vida hambrienta, malnutrida, y, en definitiva, una vida triste».

Muchos viajes, mucha tristeza y una añoranza de algo que no podía concretar. Todo eso lo distraía con conciertos, fiestas y algunas amistades.

Un año especial en Filipinas

Como su vida universitaria no tenía mucho orden, su madre contactó con su padre, quien lo invitó a ir a Filipinas un tiempo con él. Era la primera vez que tenía un padre de modelo, y no le disgustó. Allí conoció a la novia de su padre, que era católica practicante y le animaba a ir a misa. A él le fastidiaba, sólo quería pasar un año de fiesta en Filipinas, pero sí la acompañó a misa alguna vez.

En cierto momento, se dio cuenta de que todo le aburría. Filipinas era un país hermoso, era joven, descubría paisajes y cosas, y sin embargo se aburría.

Mirando a su alrededor, vio una Biblia en la estantería, y por mero aburrimiento la tomó. En el instituto las historias antiguas le parecían entretenidas, como los comics. ¿Por qué no leer algunas historias bíblicas pata entretenerse?, pensó.

Y empezó a leer por el inicio del Evangelio de Mateo.

Leer el Evangelio sin saber nada de él

Comenzó por la genealogía. «Vale, bien, un montón de nombres, bueno, yo también tengo una familia numerosa. Sigamos leyendo». Y fue leyendo algo cada día, y le parecía interesante, y al cabo de una semana se decía: «Oye, la verdad es que este Jesús es realmente interesante».

Y una semana después pensaba: «Jesús habla a gente realmente idiota, ¿cómo es que no le entienden, cómo pueden ser tan ignorantes?».

«Y a la cuarta semana ya me di cuenta de que hablaba de mí. Y dejé el libro porque se me ponía la piel de gallina, y me puse existencial, no estaba listo para eso», reconoce.

Durante una semana no se atrevió a seguir leyendo, pero luego lo retomó, porque quería saber cómo acababa todo. «Y me enamoré, sufría por el Maestro, y cuando llegó a la Cruz, fue realmente duro para mí, porque tenía que ver qué le pasaba».

La gran pregunta: ¿esto es cierto?

«Con el relato de la Resurrección tuve que detenerme y preguntarme: ¿es esto cierto? ¿Resucitó de entre los muertos, tal como dijo? ¿O no? Si no, es como cualquier otra historia del pasado. Pero si es cierto, tengo que hacer algo, tengo que responder de alguna manera. Y recuerdo bajar el Evangelio y decir, simplemente: ‘Señor, te creo, creo esto’. Y, simplemente, en mi corazón, deseé seguirle. Y ese fue el momento de gracia que yo recuerdo siempre…»

Recuerda que al decir a Dios, «sí, confío en ti, y te amo», fue «como si los huesos secos se llenaran tejido de nuevo, y sentí que mi corazón herido, de muchacho, se sanaba».

Aprender a ser cristiano

Tras esa experiencia, se la comentó a su padre. «Ha pasado esto la semana pasada y ya sé qué quiero hacer con mi vida. Quiero los sacramentos, la confirmación, la comunión, vamos allá».

Él pensó que no necesitaba catequesis, que con el Evangelio y su experiencia ya bastaba. Pensó que dos semanas bastarían para recibir los sacramentos. Le costó 2 años, y pasó por dos catequesis distintas, una en California y otra en Luisiana. Fue a una conferencia Steubenville (de adoración y alabanza de estilo carismático católico, muy popular entre los jóvenes) y perseveró en una parroquia pequeña y sencilla. Conoció varios estilos de fe, y todos le gustaban.

A María por Maximiliano Kolbe

En 1997 por fin hizo la Confirmación, con San Maximiliano Kolbe como su santo de confirmación, que le ayudó a crecer en su devoción mariana.

«Este tipo en concreto, Maximiliano Kolbe, me ha dado un testimonio concreto de cómo puede ser la vida de Cristo aquí en la Tierra, y él estaba completamente dedicado a Nuestra Señora», se dijo al conocer su historia. Con María, aceptó también plenamente la comunión de los santos.

Finalmente, estudió en la Universidad Franciscana de Steubenville (la FUS), donde conocería a la que hoy es su mujer. Allí leyó la Consagración a la Virgen de San Luis María Grignion de Monfort porque Juan Pablo II había declarado que ese libro fue clave en su vida espiritual. Esa consagración a María sigue guiando hoy la vida de Dino y su familia.

En la Franciscana de Steubenville pudo dar rienda suelta a sus ganas de conocer más de la Biblia, la doctrina y la historia de la Iglesia. Y después siguió estudiando Teología y supo que quería ser profesor.

Pese a todo lo que ha aprendido, él señala que desde sus primeras lecturas del Evangelio le asombró la profunda humanidad y sabiduría de todo lo que Jesús enseñaba, que hace que quiera crecer más y más en amor y fidelidad. Dice que quien quiera hablar con él de Teología o con dudas de fe, puede escribirle (en inglés) a dinoremedios@gmail.com .

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»