PUBLICADO EN MÉXICO EN 1998
«La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad», desclasificado por la editorial, presenta un contenido teológicamente confuso y una exposición pornográfica de los temas. No aparece en el listado que incluyó en su CV en la página web del Vaticano.
la escasa cultura teológica que pone de manifiesto y que por las respuestas que da en las entrevistas se siente acomplejado.
Muchos fieles están también atentos a los sacerdotes y obispos que entonces defendían la publicación por parte del Cardenal Fernández el libro «Sáname con tu boca. El arte de besar» y repetían las excusas que ponía el Mons. Fernández.
El orgasmo
Aunque el libro está plagado de tesis teológicas débiles y confusas, los capítulos que más han escandalizado son los tres últimos capítulos titulados: «Orgasmo masculino y femenino»; «El camino hacia el orgasmo» y «Dios en el orgasmo de la pareja»
Algunas personas que han analizado el libro llaman la atención del conocimiento que tiene sobre el orgasmo femenino o la imprudencia de relatar «un encuentro apasionado con Jesús que me contó una adolescente de dieciséis años»
Y como en las sectas de «iluminados» de los siglos XV-XVI todo está trufado con unas supuestas finalidades espirituales:
Preguntémonos ahora si estas particularidades del varón y de la mujer en el orgasmo, se dan también de algún modo en la relación mística con Dios.
Podríamos decir que la mujer, por ser más receptiva, también está mejor dispuesta a dejarse tomar por Dios, está más abierta a la experiencia religiosa. Será por eso que en los templos predominan las mujeres. (p. 67).
Especialmente hiriente es el capítulo 8 cuando comenta las experiencias místicas de santas como Teresa de Jesús o del Niño Jesús.
Lógicamente, un tema que está siempre presente en muchos escritos del Cardenal Fernández es la homosexualidad. Con «argumentaciones» que ya prefiguran lo que después aparece en Amoris Laetitia y en otros escritos:
Pero esto tampoco significa necesariamente que esa experiencia gozosa del amor divino, si la alcanzo, me liberará de todas mis debilidades psicológicas. No significa, por ejemplo, que un homosexual necesariamente dejará de serlo. Recordemos que la gracia de Dios puede coexistir con debilidades y también con pecados, cuando hay un condicionamiento muy fuerte. En esos casos, la persona puede hacer cosas que objetivamente son pecado, pero no ser culpable, y no perder la gracia de Dios. (p. 80)
El también prescindible capítulo 9 dedicado al orgasmo en la pareja, que no en el matrimonio explícitamente. Los confusos párrafos intentan justificar una especie de «pornoteología» que como señala Wanderer:
El problema, según Mons. Fernández, viene de «la mentalidad griega la que influyó negativamente en el cristianismo, transmitiéndole un cierto desprecio del cuerpo». (p. 89) Pero Santo Tomás restituyó todo a su justo lugar y, para confirmar su opinión, trae el testimonio del P. Danielou quien en un escrito afirma que «De la unión erótica a la unión mística hay un paso fácil de dar» y, sobre todo la de «un venerable teólogo egipcio del siglo XV [olvida decir que se trata de un musulmán] que hacía la siguiente alabanza a Dios:
Alabado sea Alá, que afirma los penes duros y rectos como las lanzas para hacer la guerra en las vaginas (Al Sonuouti). (p. 91).
Fuente: InfoCatólica.
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