Así como Hilaire Belloc afirmó en 1920 que «Europa es la Iglesia y la Iglesia es Europa«, la histórica sala de presidentes de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España acogió el pasado 29 de febrero el desarrollo de una tesis comparable: «España es María y María es España«. El autor de la sentencia, Antonio Troncoso de Castro, conoce lo suficiente ambas realidades como para afirmar su ligazón. Respecto a la primera, admite con orgullo haberla servido durante décadas como coronel auditor del Cuerpo Jurídico Militar en el norte de África, cumpliendo lo que considera también una responsabilidad moral.
En cuanto a su relación con la Virgen, haber salvado la vida tras una experiencia milagrosa atribuida a ella lo dice todo. Cuenta que había estado rezando una salve a la Macarena, cuando cinco minutos despues fue brutalmente atropellado: «Estuve muerto clínicamente y volví a la vida. Hoy estoy convencido de que fue ella la que me devolvió a la vida».
A su presidencia de la Fundación Luis de Trelles, inmersa en reimpulsar la causa de canonización del fundador de la adoración nocturna, se une una profunda devoción mariana que le ha llevado a coordinar otros eventos como la dedicación de una alfombra floral de 50 metros a Santa María la Real de la Almudena en 2021.
Un Troncoso emocionado comenzó su ponencia remarcado ante decenas de asistentes que «si para cualquier persona hablar de su madre es un motivo de alegría», hablar de la Virgen es «mucho más alegre incluso que hablar de la propia madre».
Su ponencia, La Virgen María, patrona de los ejércitos de España, comenzó disertando el «largo proceso» plagado de «favores, hechos milagrosos y protección especial» con que María y la Providencia otorgaron a los españoles y a sus ejércitos a lo largo de la historia y que llevaron, en último término, a su proclamación como patrona de los ejércitos.
Tras remarcar la fe como «argamasa» de una España que «nace delo hispanorromano, lo visigodo y lo cristiano», que llegó a ser «baluarte de la civilización cristiana» y que hoy «viene siendo cuestionada», el ponente se detuvo en una primera relación mariana y espiritual.
Tan importante es el cristianismo en España, dijo, «que de las cinco principales devociones que tiene la Iglesia en Occidente -Padrenuestro, Credo, Ave María, Salve y Rosario- tres son hispanas: el Credo lo redacta Osio, obispo de Córdoba, la Salve se atribuye a San Pedro de Mezonzo, obispo de Iria Flavia-Santiago de Compostela y el Santo Rosario a Santo Domingo de Guzmán, de Burgos.
Antonio Troncoso de Castro, durante su ponencia sobre la Virgen María, patrona de los ejércitos.
Para Troncoso, el cristianismo y España se funden al punto que, desde sus mismos orígenes hasta el siglo XX, la gran mayoría de conflictos a lo largo de su historia o son netamente «de contenido religioso» o bien tienen una gran carga espiritual.
En el caso mariano, el ponente expresó cómo desde la aparición de la Virgen en Zaragoza en el año 40 «no cabe duda de que el cristianismo hispano y la historia de España pivotan en torno a la Virgen María«, lo que queda materializado con la construcción del primer templo de la historia dedicado a la Virgen.
Para el militar, la devoción a la Virgen en España es «tan grande» que le llevó a acuñar una sentencia, «quizá exagerada» pero que cree con firmeza: «España es María y María es España«.
Una devoción que en el conjunto de España suponía en 1864 la existencia de hasta 4.300 santuarios dedicados a la Virgen. Una cifra que según Troncoso es seguramente mucho mayor si se tiene en cuenta que en buena parte de las parroquias -de las decenas de miles que hay en España- se veneran dos o tres advocaciones distintas.
Milagros de María en el combate hispánico
A la ampliamente extendida devoción mariana en España, el militar y jurista agregó un listado de episodios milagrosos atribuidos a la Virgen en el ámbito militar.
Entre ellos:
«Que los bárbaros almorávides y almohades hubieran respetado la capilla mozárabe de Zaragoza», a la que hoy se refiere como «catedral y no mezquita».
«En Covadonga, ¿fue un milagro o hecho natural? Lo que se sabe es que antes del enfrentamiento con Pelayo, hay un movimiento de tierras de toneladas de piedras que caen sobre el regimiento musulmán».
El milagro de Nuestra Señora de Valme, a las puertas de Sevilla, cuando Fernando III suplicó la intervención de la Virgen para reconquistar la capital hispalense y socorrer a las tropas. Una vez conquistada Sevilla, el monarca levantó una ermita en el lugar donde suplicó la intercesión.
Destacó también la advocación de Santa María de la Victoria, a quien se le atribuye el milagro de anunciar a Fernando el Católico la reconquista cristiana de Málaga
Menciona la batalla de Lepanto, con una inferioridad cristiana tanto de naves como de combatientes -230 galeras turcas se cernían sobre 208 cristianas- y en la que los combatientes estuvieron rezando el rosario antes de entrar en combate.
O más recientemente destaca un episodio de difícil explicación táctica al hablar del cruce del estrecho de Gibraltar desde Ceuta a la península por el ejército de Marruecos en 1936, milagro atribuido a la Virgen de África.
Sobre todos ellos, Troncoso de Castro recoge el caso de Empel, ocurrido entre el 7 y el 8 de diciembre de 1585 en las revueltas de los Países Bajos –contamos extendidamente su desarrollo-. En su opinión, sucedieron tres milagros y no uno.
Tras los milagros de Empel o Lepanto se consideraría a la Virgen María patrona de los ejércitos.
«El primero fue el hallazgo de una tabla flamenca, que reproducía a la Virgen Inmaculada en su concepción», en un perfecto estado inexplicable en una zona húmeda, pantanosa y con climatología adversa. El segundo, continuó, fue la formación del hielo que obligó a abandonar la flota y combatientes holandeses. Y el tercero, la derrota que unos 3.000 españoles pudieron infligir al ejército holandés, de unos 30.000 soldados.
Patrona de los ejércitos: cinco exigencias
Concluidos los milagros, el jurista y militar repasó algunos de los hitos que llevaron al patronazgo de María sobre los ejércitos en España. Así sucedió con la proclamación el 12 de noviembre de 1892 de la Virgen María Inmaculada como patrona de la infantería, por la reina regente María Cristina. Según recoge el portal de la armada, sería el 19 de abril de 1901 cuando la misma reina, junto al Duque de Veragua, proclamaban a la Virgen del Carmen como patrona de la marina de guerra. En el caso de la aviación, fue en 1920 cuando Alfonso XIII, a petición de Kindelán, Alfonso XIII puso bajo el patrocinio de la Virgen de Loreto al Servicio de Aeronáutica Militar, precursor, junto a la Aeronáutica Naval, del Ejército del Aire.
A juicio del ponente, «si de los relatos históricos no se obtiene una conclusión, estos se quedan en mera literatura». Por ello, trató de responder a modo de conclusión a la pregunta de qué exigencia profesional se puede deducir del patronazgo mariano sobre los ejércitos, encontrando solo una respuesta, «imitar a la Virgen en su actitud y sus virtudes», que se materializa en cinco acciones:
1º Del amor a Dios y a los hombres de María, el amor al Ser Supremo y a España, el amor al servicio, ser empleado en las tareas de mayor riesgo y fatiga y en la disposición a dar la vida por España si fuese menester.
2º De la fe y la aceptación absoluta a la voluntad de Dios de María, la lealtad a los principios y valores, a los objetivos encomendados a los ejércitos en la defensa de España, tanto en guerra como en paz, sin reservas ni justificaciones exonerantes.
3º De la obediencia de la Virgen a la voluntad de Dios, la disciplina y entrega absoluta a la patria.
4º De la paciencia y fortaleza en el dolor de María, el sacrificio en el cumplimiento del deber por encima de todo y la renuncia ante promesas que pugnan muchas veces contra la ética de la milicia.
5º Y por último, de la piedad y caridad solicita de María, la verdad, la imparcialidad y la justicia en la vida de la institución, contraria al favoritismo siempre injusto y siempre contrario al honor. Que como dijo el clásico, «el honor es patrimonio del alma, y el alma es de Dios».
Artículo publicado originalmente en Cari Filii.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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