05/01/2025

Este es el Hijo de Dios

Juan 1, 29-34 “Este es el Hijo de Dios”.

«Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios». 

Nos narra el Evangelio cómo Juan el Bautista el ver que se acerca Jesús pasa del protagonismo de quien anima la esperanza del pueblo a quien se sitúa como seguidor y discípulo del que se reconoce como Mesías. El proceso de la vida es dinámico y cambiante. Pero la línea de crecimiento no es hacia arriba. No es ascender. El que quiera ser grande que sea vuestro servidor y el que quiera ser el primero que abrace lo último, lo abandonado. Si contemplamos hoy el bautismo de Jesús nos lo vamos a encontrar en la fila de la humanidad que no ha logrado éxito. En el Jordán las personas que convocaba el Bautista eran los que se percibían a sí mismos como los malos, los pecadores, los que se agarran a Dios porque no tienen otra posibilidad. 

Cuando hagas una fiesta no invites a todos aquellos que te lo pueden pagar. Invita a quien no te pueda invitar. Y eso es lo que hizo Jesús a lo largo de toda su vida. Se acercó a todas las personas que le necesitaban. La identificación de Jesús con los últimos se evidencia en el momento del bautismo. Libre y voluntariamente no miró hacia palacios y castillos. Miró a los enfermos, a los huérfanos y las viudas. a los ciegos y leprosos. Miro a publicanos y pecadores. Pobres de dinero, pobres de afectos. Se acercó a todos los Zaqueos que se sentían juzgados, abandonados, desahuciados. Vivir el propio bautismo, reconocer que Dios, no va a cambiar mis pobrezas, mis precariedades y necesidades. 

Vivir el bautismo es considerar que nuestra vida es tan valiosa que ha hecho que Jesús venga a buscarla, a abrazarla, a recordarme diariamente lo amado que soy. Es regalarme una mirada valorativa sobre nosotros y sobre las personas que nos rodean. Dios ama tanto al mundo, a ese mundo de rostros concretos, nombres propios, que nos ofrece a su Hijo. La salvación no es que nos quedemos de forma pasiva a ver el espectáculo que Dios nos brinda. Nos salva la llamada a la acción. ¡Cuídame! Es el grito de Dios a través de Jesús. Cuídame y desarrolla una vida de cuidado con todos los que te rodean. Hoy nos vuelve a visitar. Y nos vuelve a pedir toda nuestra vida para que le acojamos. Para que le cuidemos en la vida de cada hombre y mujer a los que acompañemos. Que nos liberemos de ambiciones, de sueños que más bien son pesadillas. Vivir no es acumular, vivir es cuidar. Que no busquemos éxitos, realización, visibilizaciones, sino sencillez, sin protagonismos, sin acumular atención en la vida de los demás. Sino en miradas que valoran, que cuidan, que sanan, que brindan las vidas de los demás.