Tras algunos paréntesis, en los que quiso dedicar la audiencia general en la Plaza de San Pedro a la inmigración o a su viaje a Asia, este miércoles Francisco continuó la catequesis prevista sobre el Espíritu Santo.
Pero habló sobre todo de quien mueve al hombre en dirección contraria al Espíritu Santo, esto es, el demonio. Y recordó la forma imperativa con la que Jesucristo le trató durante las tentaciones del desierto, sin entrar a dialogar con él ni «caer en sus trampas».
De la negación a la superstición
«Hoy asistimos a un extraño fenómeno en lo que concierne al demonio», continuó: «En un cierto nivel cultural, simplemente se considera que no existe. Sería un símbolo del inconsciente colectivo o de alienación: en suma, una metáfora». El Papa citó la célebre frase del poeta Charles Baudelaire de que «la mayor astucia del demonio es hacer creer que no existe», para ratificarla: «Así lo domina todo«, confirmó Francisco, «es listo».
Sin embargo, en nuestro mundo «tecnológico y secularizado«, pululan «los magos, el ocultismo, el espiritismo, los astrólogos, los vendedores de ídolos y amuletos… y desgraciadamente también auténticas sectas satánicas… Se diría que, expulsado por la puerta, el demonio ha vuelto a entrar por la ventana. Expulsado de la fe, regresa con la superstición. Si eres supersticioso, inconscientemente estás dialogando con el diablo. Con el diablo no se dialoga».
El testimonio de los santos
El Papa añadió otra paradoja: «La prueba más fuerte de la existencia de Satanás no está en los pecadores o en los obsesos [los sometidos a influencia del demonio], sino en los santos». ¿Por qué? Porque en muchos casos, cuando vemos que el mal actúa, es muy difícil saber «si se trata de él, dado que no podemos conocer con precisión dónde concluye su acción y comienza nuestra propia maldad». Por ese motivo «la Iglesia es muy prudente y rigurosa en el ejercicio del exorcismo, ¡a diferencia de lo que, por desgracia, sucede en las películas!»
Francisco bendijo y tañó unas campanas que llevó a la audiencia uno de los grupos que le saludaron a su conclusión. Foto: Vatican Media.
Sin embargo, continuó, todos los grandes santos «dan testimonio de su lucha con esta oscura realidad, y no se puede honestamente suponer que todos eran unos ilusos o simples víctimas de prejuicios de otros tiempos».
Rechazar y prevenir
¿Cómo vencer entonces al demonio? «Como le venció Jesús en el desierto, a golpe de Palabra de Dios… Jesús no dialoga con el demonio, lo expulsa, lo condena, pero jamás dialoga». Por eso, cuando suframos tentaciones, lo que aconseja el Papa es: «Abre tu corazón al Señor, reza a la Virgen y expúlsalo«.
Y también aconseja lo que San Pedro y San Pablo:
-San Pedro, la vigilancia: «Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1 Pe 5, 8);
-San Pablo, no darle ocasión: «No déis ocasión al diablo» (Ef 4, 27).
No nos acerquemos al perro atado
Francisco citó a San Cesáreo de Arlés para dar esperanza en esa lucha: después de la victoria de Cristo en la Cruz «el demonio está atado con una cadena y puede ladrar, pero no puede morder salvo a quien, desafiando el peligro, se le acerca«, decía este arzobispo a caballo entre los siglos V y VI.
Así que, concluyó el Papa, «el demonio, ¡a distancia! Con el diablo no se dialoga. Si se acerca con alguna tentación contra los diez mandamientos… ¡no nos acerquemos al perro encadenado!».
Y puso como ejemplo la «pornografía en red» facilitada por «la tecnología moderna»: «Es el diablo quien actúa en algo muy extendido del que los cristianos deben protegerse y rechazarlo con fuerza, porque cualquier teléfono da acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del demonio que es la pornografía en red». Rechazándola, «la propia acción del enemigo puede convertirse en nuestro beneficio, si con la ayuda de Dios hacemos que sirva para nuestra purificación«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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