En la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, Francisco hizo un recordatorio y balance, país por país, de su reciente viaje apostólico a Indonesia, Papúa-Nueva Guinea, Singapur y Timor Oriental. Viaje apostólico que, explicó, «no es un viaje de turismo, es un viaje para llevar la Palabra del Señor». En el caso de esta visita al sureste asiático, un viaje especialmente querido para él por una razón personal: «¡Cuando era un joven jesuita quería ir allí en misión!»
Antes de concretar lo que le sugirió cada país, hizo una valoración general de la experiencia: «Una primera reflexión que surge espontánea después de este viaje es que, al pensar en la Iglesia, somos todavía demasiado eurocéntricos o, como se suele decir, ‘occidentales’. Pero, en realidad, la Iglesia es mucho más grande que Roma y que Europa y -me permito decir- mucho más viva en aquellos países… Son Iglesia no hacen proselitismo, sino que crecen por ‘atracción’, como decía sabiamente Benedicto XVI».
Francisco, con algunos asistentes a la audiencia general.
En Indonesia el Papa confirmó que «la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador… No olvidemos las tres características del Señor: proximidad, misericordia y compasión, Dios es cercano, Dios es misericordioso, Dios es compasivo. Si un cristiano no tiene compasión, no sirve para nada«.
De Papúa-Nueva Guinea destacó «la gran labor de los misioneros y catequistas que, con la fuerza del Espíritu Santo, transmiten la alegría del Evangelio a grupos étnicos que hablan más de ochocientas lenguas».
Respecto a Timor Oriental, recordó el papel que la Iglesia ha desempeñado siempre allí, un país masivamente católico, en favor de «la paz y la reconciliación» en los conflictos surgidos con motivo de la independencia, adquirida en 2002. También habló de inculturación, explicando que «no se trata de una ideologización de la fe, sino de que la fe se hace cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica, la eleva«.
Por último, sobre el próspero Singapur, señaló que allí «los cristianos constituyen una minoría, pero que son sal y luz, testimoniando que hay una esperanza mucho más grande que aquella que los beneficios económicos pueden ofrecer».
«¡Dios bendiga a los pueblos que encontré y les conduzca por la vía de la paz y de la fraternidad!», concluyó el Papa, quien había sugerido antes que «la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilización, a las tramas diabólicas del odio y de la guerra, y también del sectarismo».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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