Los obispos españoles han difundido una nota «sobre la práctica de la sanación intergeneracional». La nota no es muy exacta al definir la práctica, ni delimita mucho en que consiste ni sus peligros prácticos para los fieles.
La nota insiste en que «el pecado es siempre personal y requiere una decisión libre de la voluntad». «A nadie puede imputársele pecados ajenos ni se le debe hacer responsable de los pecados de generaciones anteriores, sino que cada uno es responsable de su propia vida y de sus propios pecados», afirma la nota, que quiere evitar que las personas caigan en el fatalismo o la superstición.
Sin embargo, la misma nota reconoce que la acción de unos antepasados puede tener «repercusiones sobre el sujeto, sea en modo de enfermedades físicas, psicológicas o rasgos del carácter, cuando se han dado casos en la historia familiar vinculados al alcoholismo, la drogadicción, la violencia, los abusos sexuales…»
También recoge la nota que «cualquier fiel puede elevar libremente oraciones a Dios pidiendo la curación».
Pero ¿hay males que se pueden heredar de nuestros antepasados?
El dominico Fray Nelson Medina, profesor en Bogotá del Studium Generale de los Dominicos y de la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás de Colombia, publicó hace 4 años un vídeo de 20 minutos explicando que hay tres formas en que una persona puede heredar males de sus ancestros. Y en las tres situaciones el fiel puede orar para pedir a Dios que le ayude. Ninguna de las tres herencias malas quita la libertad al fiel, pero le puede poner en dificultades.
1) Herencia genética
Una persona puede heredar de sus padres y antepasados una genética que le haga especialmente vulnerable al alcohol, predispuesto a la ira, somnoliento, etc… Un adecuada oración pediría a Dios ayuda para resistir y encauzar bien esas predisposiciones, o afrontar (o sanar) las enfermedades ligadas a esa genética.
2) Herencia por ambiente
Hay malos hábitos o tendencias que no vienen por genética, sino por el ambiente familiar que se vivió o la educación recibida; si en una casa la gente grita mucho, o es violenta, o tiene una vida sexual promiscua, o ludopatía, alcoholismo, desprecio por los demás… todo eso impacta en los hijos y habitantes de la casa, y es también herencia recibida de los padres y parientes. Un cristiano puede orar para sanar todas esas experiencias que vivió en su infancia, para que ya no le dañen o le afecten en su vida, o pedir a Dios que le proteja y encauce para vivir bien pese a toda esa herencia.
3) Una acción del demonio por obras de algún ancestro
Puede ser que una familia, o un lugar, sean espacio de acción especial del demonio, quizá porque un antepasado realizó allí brujería, ocultismo, pactos, maldiciones o consagraciones malignas. El demonio presta atención a ese lugar o a ese linaje familiar y actúa allí, perjudicando a los descendientes de aquel brujo. Fray Nelson destaca que la Iglesia tiene liturgia y doctrina sobre la liberación y bendición de lugares. También ahí es posible orar por sanación, liberación y protección.
¿Se puede llamar «sanación intergeneracional» a estas oraciones de sanación? Fray Nelson no insiste en el nombre, pero destaca que la oración de sanación es buena, posible y adecuada para sanar estos 3 males que la persona «no se buscó», sino que se encontró como una herencia en su vida, y con la que tiene que lidiar.
La función de los pastores y de los cristianos es orar unos por otros y ayudarse mutuamente a superar estos y otros males.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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