El nacionalismo hinduista en la India, incapaz de impedir que el evangelio siga extendiéndose en el país, sigue haciendo uso de la mentira y la violencia para amedrentar a los cristianos. La burda y ridícula mentira sobre unas inexistentes conversiones forzosas es su excusa preferida. Una religiosa que viajaba en un tren es la última víctima de una agresión consentida, cuando no azuzada, por las autoridades del país asiático.
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