La del invierno demográfico es una de las crisis que afectarán a Occidente de forma más inminente y los síntomas no dan lugar a dudas: cada vez son más los países con crecimiento vegetativo negativo –muere más gente de la que nace-, la población es cada vez más envejecida, las madres cada vez tienen menos hijos y las que los tienen, lo hacen a edades cada vez más avanzadas.
Estos ingredientes -entre otros- dados de forma simultánea, provocan a largo plazo el colapso demográfico. Y es lo que podría pasar pronto en Grecia, donde The National Herald alerta de que «hay más ataúdes que cunas«. La situación no es nueva: ya desde 2016, Grecia tenía una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo con una media de 1,3 hijos por mujer, muy por debajo del 2,1 necesario para el reemplazo generacional.
Consciente del estado crítico de su demografía, administración y gobierno griegos están inmersos en el lanzamiento de nuevos incentivos que ayuden a incrementar la tasa de natalidad, sumándose así a los ya existentes, como reducción fiscal en artículos para bebés. Entre las nuevas propuestas, se incluyen viviendas asequibles para los jóvenes, financiación a las familias o el recurso a la inmigración.
La cifra más baja en casi un siglo
Según el mismo medio, la cifra de nacimientos en 2022 ha sido la menor en 92 años y 2023 no presenta daros más esperanzadores, confirmando a Grecia como una de las demografías más débiles en Europa: no son pocos los pueblos que no registran ningún nacimiento desde hace años y cuya población supera por lo general los 70 años.
Según el portal Ekathimerini, la cifra total de nacimientos fue de 76.541, en una población de poco más de 10 millones de personas. En el mismo año, en España se registraron 329.251 nacimientos, con 47 millones de habitantes.
Las autoridades son conscientes de que no «decir que cualquier ministro en cualquier ministerio puede revertir la tendencia es mentira», según afirmó Sofia Zacharaki, Ministra griega de Cohesión Social y Asuntos Familiares.
El problema es transversal y no solo se debe a la falta de voluntad, como expone el sargento Christos Giannakidis, convencido de que «para tener una familia a día de hoy hay que ser un héroe«.
Giannakidis, de la localidad de Ormenio (Orestiada) es un ejemplo representativo, donde la caída de población entre 2011 y 2021 ha sido del 16%.
«Solíamos reunirnos en bodas, en bautizos. Ahora nos reunimos en los funerales. Hay muy pocos nacimientos», dijo Chrysoula Ioannidou, de 61 años.
El problema afecta a las escuelas, y este a su vez también a las familias. La escuela de la misma localidad da servicio a un total de 17 aldeas y pueblos, donde el primer grado de educación tiene solo 4 alumnos. En 2025 no se prevé ningún niño que ocupe plazas y, a juicio del director Dimitris Rossidis, «el futuro no parece prometedor».
Nektaria Mouropoulou, profesora asegura querer una familia, pero solo gana 1000 euros y dedica un tercio al alquiler de un pequeño apartamento. Incluso cruza a Turquía para comprar gasolina más barata y su madre la ayuda con las facturas.
«Cuando tienes 30 años y ganas 1.000 euros, por supuesto te planteas si quieres tener una familia», dijo. Pero para ella, las ayudas de la administración o no atinan o no son suficientes: «Que den 20 euros por el primer hijo, 50 o 100, no soluciona el problema«, afirma.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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