La noche de este 6 de enero, mientras los niños apuran los últimos minutos del día de Reyes, miles de jóvenes tendrán su particular celebración de la Epifanía en un concierto que agotó sus entradas minutos después de salir a la venta. Hakuna vuelve a mover masas.
Este sábado serán 17.000 los jóvenes que cantarán al unísono muchos de los once temas «muy rezados» de Capricho, su último disco. Sencillamente, Forofos o Huracán son canciones que no suelen faltar en cada cita.
Aunque «lo de siempre» estará presente, el del 6 de enero en el WiZink promete ser un concierto especial para Hakuna.
«El concierto más grande que Hakuna haya hecho nunca»
Jacobo Zunzunegui, estudiante de último año de diseño industrial, lleva cuatro de sus 22 años siendo «un pringado». O lo que es lo mismo, «diciendo `sí a Dios´» desde este movimiento.
El también vocalista de Hakuna Music Group desde hace tres años espera «con muchísimas ganas» el evento de esta noche. Habla con Religión en Libertad poco después de concluir uno de los últimos ensayos grupales de lo que será «el concierto más grande que Hakuna haya hecho nunca«. Con excepción de la JMJ de Lisboa, nunca habían tocado ante un aforo similar. Y por si fuera poco, celebrarán la primera década desde que nació este movimiento en la JMJ de Río de Janeiro en 2013.
Nuevo disco, aniversario, récord de asistencia… Son elementos que el joven desarrolla con entusiasmo, pero lo que más valora es que lo que albergará el WiZink esta noche será «un concierto que, ante todo, será una oración«.
En septiembre de 2023, acababan de salir las entradas a la venta mientras tocaban en el madrileño palacio Vistalegre y pocos minutos después estaban prácticamente agotadas. Para el vocalista, el motivo de ello «no es tanto Hakuna», sino que «vivimos una época donde la fe de los jóvenes está resurgiendo y la gente está con mucha sed de Dios».
«Una respuesta al anhelo de Dios»
«Gracias a Dios, a través de Hakuna podemos ofrecer una respuesta a ese anhelo que tenemos todos y por eso 17.000 personas quieren venir al concierto. La gente tiene sed de Dios, y con Hakuna se puede ofrecer una cercanía y oración que realmente llenan», subraya.
El movimiento nació con poco más de una decena de jóvenes y un sacerdote, José Pedro Manglano. Hoy los pringados son miles en toda España, han conquistado Europa e Hispanoamérica, aterrizado en Boston, Nueva York o Corea y 230.000 personas escuchan sus temas en Spotify.
Zunzunegui no encuentra otra explicación posible si no es que «Hakuna ha sido llevado por el Espíritu Santo y crecido como Dios ha querido«. Durante sus diez años de historia, los integrantes de Hakuna afirman haber «aprendido muchísimo».
«Sobre todo de rodillas ante Dios», agrega. Y es que Hakuna se considera «una familia eucarística» en la que lo central es la adoración al Santísimo.
Las horas santas o adoraciones al Santísimo son el pilar en torno al que gira Hakuna, hasta el punto de considerarse ‘una familia eucarística’.
«Hemos aprendido de rodillas a arrodillarnos ante el prójimo, como realmente hemos aprendido que Dios nos quiere de esta manera, y que solo a través de la Verdad que podemos descubrir en Él seremos plenamente felices. Que Él nos llena de ese anhelo que tanto buscamos como jóvenes en este mundo y sociedad de hoy día», explica.
Católico… ¿y de fiesta? «Me rompió los esquemas»
Pero, ¿cómo cruza alguien las puertas de Hakuna y se convierte voluntariamente en un «pringado»? En su caso fue criado en una familia católica «de toda la vida» en la que «se cuidaba la fe» pero «sobre todo culturalmente«.
«Las respuestas que daban a mis preguntas no me servían. A pesar de no tener los conocimientos que yo necesitaba, siempre hacían lo posible porque hiciésemos planes cercanos a la vida católica», relata.
Al contrario que muchos jóvenes, con 16 años asumió la fe como su «identidad», hablando sin miedo de su práctica religiosa «a pesar de que a veces lo que vivía realmente no comulgaba con la Iglesia como era necesario».
Recuerda cómo «poco a poco se fueron acercando» su fe y su vida diaria hasta que en una Hora Santa de verano escuchó a unos jóvenes que «se iban de fiesta con Jesús» a El cortijo de Sancti Petri.
«Me descolocó mucho oír eso, se me rompieron los esquemas. En esa fiesta me crucé con los de Hakuna y vi que se lo pasaban mejor que cualquier persona, que era compatible salir de fiesta y estar cerca de Dios, considerarme católico en todo lo que hacía», recuerda.
Casi de inmediato se acercó a esos jóvenes, les pidió que le integrasen en los grupos de Madrid y, una vez en Hakuna, dio el salto para ser «pringado». «No soy ni más ni menos por ello», matiza, «simplemente es el camino que quiero llevar para acercarme a Él«, explica.
Uno de los últimos ensayos de Hakuna antes de su concierto de este 6 de enero en Madrid.
Ahora, Jacobo busca «devolver la oportunidad» que le dieron para «acercar a la gente a Dios». También a Hakuna.
Sí, también las monjas carmelitas pueden ser -casi- «pringadas»
Pero, ¿quién está llamado a integrar Hakuna? ¿Puede hacerlo cualquiera? Por su experiencia, observa que el movimiento «es una respuesta a lo que buscan los jóvenes hoy en día«, sin desmerecer otras opciones y movimientos «igual de válidos y bellos». La cuestión, afirma, es que de Hakuna se desprende «un estilo de vida» que hace del movimiento «una realidad específica» y que puede apreciarse en el Decálogo del pringado.
Por este motivo disponen de la figura jurídica del «miembro asociado», que contempla participar en Hakuna integrando otros movimientos o vocaciones, lo que ejemplifica con una joven recién entrada al Carmelo.
En este caso, explica que a pesar de no poder seguir todo el Decálogo -por ejemplo, `en las fiestas, abrir los ojos a quienes están sedientos de amor´- la joven «sigue siendo asociada y el espíritu lo seguirá llevando. Que sea carmelita no quita que pueda seguir rezando la oración del pringado y rezar por todos los pringados y por lo que Dios quiera hacer de Hakuna».
4 claves para seguir siendo un «pringado»… aunque te iluminen los focos
Lo más importante de Hakuna podrán ser las Horas Santas -así llaman a la adoración al Santísimo- pero lo más visible es el ámbito musical. A veces, ambos se confunden. Lo cierto es que acostumbrarse a cantar frente a multitudes y ser coreado por miles de personas tiene sus riesgos.
Los integrantes de Hakuna son conscientes de los peligros de los focos y los escenarios: tratan de practicar la humildad a través de la oración en cada concierto y considerándose instrumentos de evangelización, no rostros ni firmas visibles.
Casilda, integrante de Hakuna de 26 años y empleada en un despacho de abogados, sabe que esta amenaza existe y trabaja junto a sus compañeros para enfrentarla.
Entre sus principales medidas, destaca «la importancia de estar cerca de Dios antes de los conciertos«, cuando los integrantes «intentan hacer un rato de oración y preparar el corazón».
«Es importante que nos demos cuenta de que cuando salimos a cantar, no somos nosotros quienes hacemos algo, sino Dios el que hace algo a través de nosotros«, agrega.
También menciona que «en Hakuna nadie es imprescindible«. El foco no está en el intérprete, sino en el interpretado y la gente «no se da cuenta de si una canción la canta una u otra persona, sino de lo que se transmite».
Mencionan un ejemplo práctico que les ayuda meditar. «Cuando alguien canta un solo y es indudable que es la voz que más se escucha, no te fijes en cuánta gente hay, sino en estar totalmente al servicio de lo que Dios quiera hacer a través de ti», aconseja.
Un llamado a contagiar la alegría de la fe
Los miembros de Hakuna buscan vivir la humildad, pero eso no es obstáculo para tener grandes ambiciones. Preguntado por los planes de futuro de un integrante de la agrupación, Zunzunegui apunta a «seguir viviendo con las ganas y alegría» de la fe y «contagiar eso al que quiera escucharlo». En un plano más institucional, también menciona su deseo de apoyar a Hakuna en su expansión en lugares como Colombia, México o Corea. Lo que sí concreta es que los planes de futuro, sean cuales sean, «son muy guiados por el Espíritu Santo» y la intención de «lo que sea mejor para Hakuna. Y sobre todo, para la Iglesia».
Se despide alegre, con confianza y emoción ante el concierto de esta noche.
«Esperamos que todos podáis disfrutar tanto como nosotros vamos a hacerlo. Que sea un momento de oración y que estemos ahí para darnos cuenta de que Dios está vivo y que nos quiere, y para dar gracias por todo lo que nos ha dado, incluidos estos diez años de Hakuna», concluye.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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