30/11/2024

Hispanofobia: «La motivación religiosa no es la única causa, pero sí la principal», dice Barbadillo

La característica más notable de la Leyenda Negra antiespañola es haber sido interiorizada y asumida por los propios españoles. Por fortuna, en los últimos años una pléyade de escritores están consiguiendo abrir los ojos al gran público sobre ese gran engaño, cuya raíz última es la fobia anticatólica.

Uno de ellos es Pedro Fernández Barbadillo (Bilbao, 1965), doctor en Derecho, colaborador habitual en medios de prensa, radio, televisión y digitales y autor de una decena de libros entre los cuales los dos últimos abordan directamente la cuestión:  Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español en 2020 y el recientemente publicado Historia desconocida del Imperio español, ambos en Almuzara.

Le preguntamos sobre este interés.

-¿Qué ha ha pretendido con sus investigaciones sobre el Imperio español?

-Amtos títulos los he escrito para dar a conocer varios episodios silenciados y hasta olvidados de nuestra mejor historia. La mayoría de ellos yo los conocía de antes, pero otros los he descubierto últimamente. Ten en cuenta que el Imperio español abarca más de trescientos años.

»Por ejemplo, la importancia del Toisón de Oro en nuestra historia, ya que salva a Fernando el Católico de morir en un atentado, y la manera en que la Orden pasa de ser privativa de los duques de Borgoña a la casa real española y su división posterior entre Habsburgos y Borbones.

»Hay personajes que entran en lo sobrenatural, como sor María Jesús de Ágreda, que está documentado que por gracia de Dios se bilocaba. Predicó a nativos en Nuevo México sin haber abandonado su pueblo, a los pies del Moncayo.

»Y un asunto hoy incomprensible fue la disputa entre maculistas e inmaculistas sobre la condición de la Virgen María, en la que vencieron en España los partidarios de la Inmaculada Concepción de tal manera que los reyes insistieron a los papas para que declarasen el dogma, lo que se hizo en 1854.

Pedro Fernández Barbadillo, ‘Historia desconocida del Imperio español’.

-El Imperio español fue un Imperio católico. ¿Se supone que eso lo hizo científicamente atrasado?

-El protestantismo y los ilustrados y sus sucesores (liberales, marxistas) han conseguido vincular, el catolicismo los primeros y toda creencia religiosa los segundos, con la ignorancia, la superstición y la miseria. Quienes presumían de practicar el socialismo científico han sido los mayores genocidas de la historia. Y los protestantes eliminaron el debate donde gobernaron: la única interpretación de la Biblia legítima era la que el mandamás tenía, fuese Lutero, Knox o Enrique VIII.

»En el Siglo de Oro, España y el resto de los territorios de la Corona estaban entre los más adelantados científicamente del mundo; también entre los más ricos y seguros. Los españoles cartografiaron los océanos de tal modo que los piratas ingleses y los rebeldes holandeses trataban de apoderarse de sus pilotos y sus mapas. Y también realizaron la primera expedición de vacunación mundial.

-En el libro dedica un capítulo a cómo se gestó el calendario gregoriano, por el que se rige hoy la humanidad entera…

-Se llama gregoriano porque lo promulgó en 1580 el Papa Gregorio XIII, pero quien lo difundió por los cuatro continentes a partir de 1582 fue Felipe II. Y la comisión que lo elaboró se basó en un informe redactado por la Universidad de Salamanca en 1515.

»Las proezas de los españoles de entonces aparecen en la minería y la botánica, la ingeniería y la astronomía. Deberíamos más bien preguntarnos por qué a partir del siglo XIX nos convertimos en un país atrasado y cuyos universitarios mejor dotados se dedican a preparar oposiciones o emigran.

-¿Por qué a España le faltó en ocasiones el apoyo de la Santa Sede en su defensa de la Fe? 

-El Papa, hasta 1871, no era sólo el vicario de Cristo, sino también un soberano temporal y, además, un miembro de alguna de las venerables familias romanas, como los Farnesio, Médici, Borghese y Pamphili, o bien servidores de éstas. En él confluían varios intereses, hasta la pretensión de alguno como Clemente VIII de reducir el poderío español en Italia. Desde luego, el Papa no podía ser el ‘Papa de España’, porque esa condición habría deteriorado las relaciones con otros monarcas y estados católicos, como Francia y Venecia, o habría dado más motivos para la represión de los católicos en Inglaterra o Bohemia.

»Y es que los objetivos de los aliados no siempre coinciden. ¿A quién debía reconocer Clemente XI como rey de España durante la guerra de Sucesión: al duque de Anjou o al archiduque de Austria? Este mismo pontífice se comportó de manera irreprochable con su condena del jansenismo, a pesar de que provocó descontento en Francia, y de los ritos chinos como religiosos.

-Vistas en perspectiva, ¿cómo podemos juzgar hoy aquellas discrepancias?

-Sinceramente, echo en falta que la Santa Sede no tenga, respecto a los poderosos de hoy, tanto en lo político como en lo ideológico, las mismas ansias de independencia que tenía en el siglo XVI respecto a la Monarquía española.

-¿A qué lo atribuye?

-En el siglo XX, se asientan dos influencias lamentables en el papado, que son la francesa y la germana. Ambas miran con desprecio a lo español; en el caso francés más por motivos políticos e históricos y en el alemán por motivos doctrinales.

»También en el siglo XX, los católicos españoles caen en un clericalismo penoso: se acata sin vacilar todo lo que venga de Roma. Me hizo gracia el consejo que dio Fernando el Católico a su virrey en Nápoles sobre cómo comportarse cuando en Roma se quejasen por decisiones españolas: “Ellos al Papa y vos a la capa”.

El retrato del cardenal Francisco Ximénez de Cisneros obra de Eugenio Cajés (1604), recoge.

-Un capítulo del libro está consagrado al cardenal Cisneros, y usted ha promocionado la reciente reedición de la biografía de Luys Santa Marina. ¿Aprecia particularmente al personaje?

-El cardenal Cisneros es una de las figuras más relevantes de la historia de España, que gobernó y se sacrificó por el bien común. Y por esas virtudes es apenas conocido, como ocurre con los Reyes Católicos, los conquistadores, Fernando III el Santo y Jaime I el Conquistador, Santa Teresa de Jesús

»La izquierda sólo puede reivindicar a nulidades como Pablo Iglesias o a pistoleros como Indalecio Prieto; los separatistas, a locos como Sabino Arana o a golpistas como Lluís Companys. Por tanto, las figuras históricas que no encajan en estas ideologías son borradas.

»Lo fundamental es la existencia de un plan elaborado para eliminar la identidad nacional española, que también existe para otros países europeos y americanos; y, de acuerdo con él, erradicar los estudios de Historia, en los que los jóvenes puedan descubrir que son mentira las acusaciones de racistas, opresores, blancos privilegiados con que los bombardea el sistema.

-Otra pregunta con nombre de capítulo de su libro: ¿fue inútil la batalla de Lepanto?

-Como los turcos siguieron en Constantinopla, en Jerusalén y en Chipre… ¡la batalla de Lepanto fue un fracaso! ¡Así es como piensan algunas lumbreras! De la misma manera podríamos decir que Napoleón fue un pésimo militar porque acabó en la isla de Santa Elena, ¿no?

-¿En qué se basan, entonces?

– La versión de la supuesta esterilidad de la victoria de Lepanto la comenzó Voltaire… ¡el mismo que se alegró de la entrega de Canadá a Inglaterra, por cierto! ¡Qué genio! ¡Qué visión geopolítica! Y en un ejemplo de sumisión intelectual, un benedictino español, Luciano Serrano, publicó en 1918 dos tomos para argumentarlo. ¡Encima fue miembro de la Academia de la Historia y del Consejo de la Hispanidad!

»Lo cierto es que Lepanto destrozó la flota turca, que no volvió a amenazar con la invasión de un país europeo. El sultán Murad III solicitó treguas a Felipe II, que las concedió para eliminar uno de los frentes que tenía la Monarquía Católica. Continuó la piratería berberisca en el Mediterráneo y el Atlántico (los saqueadores llegaron hasta Inglaterra y Terranova), y sólo la eliminó España mediante el bombardeo de Argel en 1784, aunque la reanimaron las guerras napoleónicas.

José de la Mota, ‘Alegoría del Nuevo Mundo’ (1721): Jesucristo entrega el mundo al Papa y al Emperador.

-¿Desaparece en algún momento la motivación religiosa en el Imperio español?

-La prédica de la fe católica fue la principal legitimación de la presencia española en América. Incluso se siguió planteando en el siglo XVIII en las misiones franciscanas en California, Texas y Nuevo México, mantenidas por la Corona y protegidas por tropas españolas. Entre 1493 y 1800, la Corona pagó el viaje a América de al menos 15.000 religiosos, de los que no todos eran españoles, pues los hubo italianos, alemanes, portugueses, irlandeses y hasta franceses.

»La motivación religiosa desapareció en el siglo XIX, cuando irrumpió el liberalismo, tanto en América como en España. En las nuevas repúblicas, muchos gobernantes, miembros de la masonería, persiguieron a los católicos para asentar su poder; el caso más evidente fue el de México. Y en España ocurrió lo mismo. El sacerdote catalán Antonio María Claret sufrió como arzobispo de Santiago de Cuba un atentado debido a su campaña en contra de los esclavistas. En 1851, Claret publicó las principales Leyes de Indias para recordar a los dueños de esclavos sus obligaciones legales y religiosas.

-¿Es la motivación religiosa la única causa de la hispanofobia?

-No es la única, pero sí la principal. Ten en cuenta que entre el siglo XVII y el XVIII triunfan las naciones protestantes, en gran parte gracias a los revolucionarios franceses y a Bonaparte, que destruyen no sólo su país, sino también España. Los británicos, los holandeses, los suecos y los alemanes construyen su nacionalismo, sobre todo en el siglo XIX, contra la Iglesia católica. En consecuencia, se ha visto a Roma como una amenaza contra la independencia nacional y hasta individual, porque entra en la conciencia de cada uno. Por eso, la política y la literatura de esos países han denigrado a lo español por su vinculación con lo católico.

»Sin el esfuerzo español, por ejemplo, los hugonotes se habrían apoderado de Francia, los luteranos de Alemania y los calvinistas de Bélgica. El odio al catolicismo lleva a los regímenes de esos países, incluidos los Estados Unidos, a discriminar y perseguir a sus compatriotas ‘papistas’, porque no los consideran suficientemente leales.

»Al factor religioso luego puedes añadir el innegable atraso de las sociedades hispanas que conocen los anglosajones y germanos en el siglo XIX, como España, México o Cuba, para añadir los elementos raciales y sociales que fundamentan todo discurso supremacista, desde el ilustrado al globalista: pobres, sucios, incultos…

-En los últimos años, una legión de autores y creadores de opinión está ganando batallas contra esa hispanofobia. ¿De qué depende ganar la guerra?

-Sin duda, del apoyo del público. Como os pasa a vosotros con Religión en Libertad. Todos nosotros formamos la última línea de defensa de la religión y la nación. Aparecemos ante el fracaso de las instituciones, como la universidad y las órdenes religiosas veteranas, y prosperamos gracias a que miles de españoles y de católicos se identifican con nuestras obras y su sentido.

»La mejor manera de unirse a este combate es comprar nuestros libros, leer vuestro periódico, organizar actos, dar algo de dinero a estas iniciativas… Ahora que estamos a menos de un mes de un nuevo 12 de octubre, se puede usar el WhatsApp… no para enviar vídeos de abucheos a Sánchez, sino para convocar a los amigos a una ofrenda floral en el monumento a Isabel la Católica o a Colón de la ciudad respectiva.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»