07/07/2024

Homosexuales católicos para «superar el paradigma LGBT» y evangelizarlo «desde la tradición»

Cuando Anna Carter rememora sus 5 años, admite que por su mente pasan imágenes tan dispares como ella misma yendo a misa, jugando con barbies y coches o junto a una serie de amistades que no tardaron en volverse «anormalmente físicas«, teniendo en cuenta su temprana edad.

Era pronto para que pudiese tomar decisiones conscientes, pero eso no la impidió tener una percepción distorsionada de la sexualidad que la llevaría a la atracción por otras chicas. Solo tras encontrarse a sí misma -o como dice, «tras ser encontrada»- podría vivir su acorde a su fe y, con ella, ayudar a otros en su situación.

Tal y como cuenta Carter en la página de Eden Inivitation, apostolado fundado por ella misma para el acompañamiento a personas homosexuales y con otras tendencias del acrónimo «LGBTQ», en algún caso se enamoró de otro chico al empezar la Secundaria, pero con quien quería estar sentimentalmente era con sus amigas más cercanas.

Durante sus primeros años, admite que los grupos católicos de jóvenes fueron cruciales a la hora de enfocar su tendencia en los próximos años.

«Allí encontré amistades desinteresadas por primera vez en mi vida. Fue en este lugar donde el Señor comenzó a cortejarme, donde escuché los primeros susurros de quién era yo, una hermosa mujer de Dios», menciona.

Confusión, drogas y alcoholismo: «Estaba absorbida»

También por entonces conoció la postura de la Iglesia sobre la atracción por personas con el mismo sexo. Pero aunque ya había asumido los preceptos relativos a la castidad y la sexualidad, la forma en que le presentaron el tema le generó rechazo, confusión y más preguntas.  

«La búsqueda se manifestó al ingresar a la universidad. Emborracharme y drogarme parecía una forma de pertenecer a un grupo. Estaba tratando de escapar de las mujeres que deseaba y del dolor de la infancia que no desaparecía», comenta.

Llegó un punto en que estaba «absorbida por completo«. Buscando saber quién era, la mano de la Providencia se hizo visible en cada vez más amistades que caminaban con ella, la enseñaban la verdad y respondían a sus preguntas sobre lo que significa ser una mujer católica.

Mirando a Dios: «Fui encontrada»

Finalmente, fue «encontrada». Fue poco después de terminar una relación tóxica, cuando «sentía que no tenía nada más que perder«.

«Se estaba celebrando la adoración eucarística en el campus, así que fui sin hacerme notar. Cuando entré en la capilla, mis ojos se fijaron inmediatamente en Jesús como si estuviéramos los dos solos. Él sostuvo mi mirada y me dijo al corazón: ´Eres mía´. En un momento, me quedé sin aliento. Me reconocía y sabía que ese era el lugar donde Él me quería», cuenta.

Del mismo modo en que María Magdalena lloró al no encontrar a Jesús hasta que sus miradas se cruzaron y él la llamó por su nombre, Carter considera que, como ocurrió con la santa, «a veces nos enfrascamos tanto en la búsqueda que olvidamos que necesitamos ser encontrados. Y cuando María Magdalena detiene su búsqueda frenética y se sienta a llorar, Cristo se acerca y pronuncia su nombre».

Ser consciente de ello, aprender a vivir con su inclinación y sentirse querida por Dios es lo que la llevó a asistir espiritualmente a otros católicos en su misma situación, en búsqueda de Dios, de la propia identidad, del sentido o de la esperanza.

Discípulos fieles a Cristo y la Iglesia

La forma en la que transmitiría el mensaje y ofrecería su ayuda se presentaría años después, cuando Carter conoció a Shannon Ochoa, también con atracción por otras chicas, y le comentó la posibilidad de escribir una carta a jóvenes católicos compartiendo su experiencia vivida desde la fe.

«Me sorprendió mucho encontrar a alguien más que quería ser un discípulo fiel, pero que también quería ser realmente libre y abierto acerca de su experiencia», confesó recientemente Ochoa a Denver Catholic.

Aquella conversación esporádica, repleta de historias y vivencias, sería el germen de lo que hoy es Eden Invitation, desde donde hoy sirven a personas con su misma atracción.

Hace siete años, cuando el apostolado comenzó formalmente su camino, los testimonios de personas con sentimientos homosexuales ya eran un fenómeno en alza pero del que no se hablaba con frecuencia en la Iglesia.

La importancia de una comunidad basada en Cristo

«Nos dimos cuenta de que la gente realmente necesitaba una comunidad. No queríamos simplemente otro blog. La gente necesitaba a otros [como ellos] con quienes compartir la vida», cuenta Ochoa.

Desde su nacimiento, el apostolado busca «recibir a la persona en su totalidad, desarrollar sistemas de apoyo mutuo» y fomentar el «discipulado creativo», haciendo especial hincapié en que los homosexuales y personas con otras inclinaciones puedan edificar una comunidad y forma de vida «en congruencia con Cristo y su Iglesia».

La importancia de la vida comunitaria de católicos y miembros de comunidades cristianas es una máxima reiterada en las campañas y declaraciones de Eden invitation. 

En determinados aspectos, el apostolado se asemeja a Courage, también centrado en homosexuales y con un claro llamado a vivir su inclinación desde la fe y doctrina católicas. Pero a diferencia de este apostolado, todos los miembros de Eden Invitation tienen atracción por el mismo sexo. Desde Eden, buscan hablar de la verdad, la belleza y la bondad de Dios desde el testimonio personal.

Declaración de creencias: «Ser hombre o mujer, una realidad buena»

Sus bases doctrinales se  encuentran plasmadas en la llamada Declaración de creencia, que comienza remarcando la aceptación del apostolado de «todo lo que la Iglesia Católica propone definitivamente en cuanto a la enseñanza sobre la fe y la moral».

Entre otros puntos, los integrantes de Eden Invitation reafirman su creencia en que «cada persona está hecha a imagen y semejanza de Dios» y que «posee una dignidad intrínseca como ser humano único e irrepetible».

Al afirmar que «la persona es a la vez corpórea y espiritual», también se añade que es «querida por Dios en su totalidad, cuerpo y alma», y que, por tanto, «haber sido creados como hombre o mujer es una realidad buena. Nuestra identidad sexual tiene sus raíces en toda nuestra persona, hombre o mujer».

Asimismo, los integrantes rechazan ser «moralmente culpables» de la concupiscencia o la atracción por alguien del mismo sexo, pues experimentarlas «no es pecado en sí», sino que «el deseo se convierte en una cuestión de vicio o virtud cuando la voluntad elige«.

El documento concluye remarcando que «la expresión sexual tiene como fin la unión y la procreación en el contexto de un matrimonio exclusivo e indisoluble entre un hombre y una mujer«, reconociendo que «la expresión sexual fuera de esta unión es pecaminosa para todas las personas».

«Toda persona está llamada a la santidad y a la casta integración de su sexualidad según su estado de vida», se agrega.

Superar el paradigma LGBT

En este sentido, Ochoa y Carter pretenden acercarse a católicos y homosexuales como ella para hacerles conscientes de que cada uno es único en la creación.

«Parte de lo que estamos tratando de hacer es llevar a la gente de vuelta a la raíz de su creación. Hacerlo en una invitación es acoger a la persona completa, acoger toda su historia, verla y decir: ‘Tú eres bueno’. Y hacer un llamado a la gente para que deje de tener miedo de su experiencia», comenta.

Shannon Ochoa, cofundadora de Eden Invitation: `Habiendo crecido en la Iglesia y experimentado deseos hacia personas del mismo sexo, anhelaba un espacio donde pudiera saber que estaba bien, un espacio que fuera ortodoxo, pero que también me permitiera hablar abiertamente de estas experiencias en el clima actual´.

Profundizando al respecto en una entrevista, Carter remarcó que frente al «miedo» que puede suscitar el lobby LGBT, «es importante recordar que cada persona es un ser humano» y que si solo se aborda la sexualidad o las cuestiones de género como un problema a resolver, «perdemos a personas a quienes amar y evangelizar«.

En cualquier caso, agrega, «necesitamos ir `más allá del paradigma LGBT´ para encontrar a la persona humana en todo lo que es, experiencial y ontológicamente».

Su apostolado es comunitario y de seguimiento, partiendo de la base de que «cada uno pertenece al otro y somos guardianes de nuestros hermanos», aplicando el llamado a «recibir a los hijos de Dios con respeto por su dignidad y reconociendo que cada uno es amado».

Acompañar homosexuales desde la tradición de la Iglesia

Junto con el acompañamiento, Eden invitation tiene un fuerte componente apostólico. Basándose el amplio elenco de enseñanzas de la Iglesia sobre la sexualidad, desde el Génesis hasta la Teología del Cuerpo, sus integrantes son conscientes de que no todos tienen por qué haber llegado a conocerlas.

«Nos centramos en los fundamentos del discipulado, incluida una vida de oración dinámica, la administración de toda la persona (incluida la castidad), amistades íntimas, redes de comunidad y misión personal», concretó Carter en otra ocasión a The Pillar. 

«Queremos acompañar a personas que quizás no están en ese punto, que tratan de entender lo que significa todo esto o que simplemente estén probando una relación con Dios. Tratamos de dejar espacio para que las personas avancen a través del acompañamiento en su fe. Creo que eso es algo único en nosotros, que estamos profundamente arraigados en las tradiciones y enseñanzas de la Iglesia, lo que también incluye el acompañamiento a lugares donde las personas podrían no saber dónde aterrizan», concluye Ochoa.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»