No pedimos perdón: así ha titulado Íker Jiménez, director del reconocido programa de acercamiento al misterio y lo sobrenatural Cuarto Milenio, su sentido y razonado alegato contra la Leyenda Negra, reivindicativo de la obra de España en América. Un título que evoca el Nada por lo que pedir perdón de Marcelo Gullo y desafía la exigencia de disculpas por el Descubrimiento que han agitado Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum con motivo del relevo en la presidencia de México.
La intervención de Íker tenía como origen algunas reacciones al vídeo en directo (un «café virtual» que compartió al tiempo que hablaba) emitido por él mismo con motivo de la festividad del 12 de Octubre, y que obtuvo un gran número de reacciones positivas precisamente entre seguidores americanos del canal.
El ‘café virtual’ de Íker Jiménez sobre el Doce de Octubre, donde contó la extraordinaria historia del Descubrimiento y Evangelización de América.
Muchas de esas reacciones elogiaban la profusión de datos aportada como signo de cultura y erudición, pero Jiménez empezaba desengañándoles, poniendo el dedo en la llaga del evidente desinterés del sistema educativo por transmitir aquellas glorias a las nuevas generaciones: «En este tema de la Hispanidad he tenido que documentarme como periodista porque en la escuela no me dieron nada de esto«.
Una obra de mestizaje y universidades
Sin embargo, «lo que hizo España en América solo el más necio de los necios no puede verlo», señaló. Y tras recordar lo que hizo Estados Unidos con los indios norteamericanos y los intentos actuales por compensarles, se pregunta: «¿Qué exterminio hizo España, cuando somos hermanos de la mixtura más increíble, la gran mixtura de la humanidad? Hay decenas de universidades que siguen activas fundadas por los ‘malísimos’ españoles, que intentaron cambiar los sacrificios en cadena en Honduras, México, Guatemala, Perú, Chile, Colombia… ¡Resulta que la universidad y el civismo es algo malo!»
Al desinterés académico se une el menosprecio del sector nacional del entretenimiento por hazañas que, si formaran parte de la historia de otro país, sabríamos de memoria a través del cine y la televisión: «¿Se imaginan a ingleses, americanos y franceses si tuvieran la increíble historia de Vasco Núñez de Balboa, de Francisco Pizarro, de Francisco de Orellana, de Gonzalo Jiménez de Quesada, civilizador de Colombia, de Pedro de Valdivia, descubridor de una cosita muy ‘pequeña’ que se llama Chile, de Hernando de Soto, descubridor de las tres Américas…?»
Mil películas
«Las aventuras que yo les contaría, sobre las que he tenido que documentarme como apasionado, son para mil películas«, continúa Íker: «Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que atraviesa un continente casi semidesnudo perseguido de provincia en provincia por los indígenas… La propia aventura de este tipo increíble es una película. ¿Se la han contado? A mí no. Hay una película sobre el tuerto del Amazonas, Orellana, ¡había que verlo, con cuatro personas con enfermedades, picados por las serpientes, y que dice: ‘Yo voy a descubrir este gran río! Voy a llegar hasta el final’. Y descubre una cosita -pequeña ¿no?- que se llaman el Orinoco y el Amazonas. ¡Nada, tonterías! Y un tío de Extremadura cuya escultura ya nadie ni va a visitar… ¿Saben la historia de Pizarro? A Francisco de Pizarro le quedaban trece hombres y pone una vara en el medio y dice: ‘A partir de aquí, la penuria, la enfermedad, la muerte. Solo queda un camino y quien quiera que lo comparta conmigo hacia la gloria’. ¿Se lo han contado? A mí tampoco. Por no hablar de Juan de Oñate o Lope de Aguirre y los grandes vascos, porque la mayoría eran vascos y extremeños».
El gran alegato de Íker Jiménez en defensa de la verdad histórica y, sobre todo, de su necesaria divulgación.
«Yo no soy ningún erudito, he tenido que ir a los libros», lamenta Íker en alusión al nulo esfuerzo cultural de España por dar a conocer estas historias. Y recuerda que crónicas sobre los sacrificios humanos como las de Bernal Díaz del Castillo o fray Bernardino de Sahagún se han visto reiteradamente corroboradas por los hallazgos arqueológicos: «No se inventaban nada, vieron lo que vieron… Si tenemos que pedir perdón, ¡a lo mejor sería mejor seguir con la pirámide con cincuenta mil cabezas rodando que estos católicos con sus universidades…»
«Seguro que los españoles hicieron cosas malas y tampoco eran almas benditas», continúa, «pero el resultado es dos continentes hermanados, sin el exterminio que hubo en otros países pero con la leyenda negra que nosotros somos los primeros en comernos». ¿Por qué? Porque «el ignorante y el que manda» agitan esa ignorancia para crear una causa y un enemigo y utilizarlas en su beneficio.
Una hermandad viva
Jiménez desacredita esa pretensión de enemistad contrastándola con la realidad de una hermandad viva: «He viajado bastante a mi querido continente hermano, donde solo me he encontrado gente maravillosa, solo me he encontrado gente que habla el español como ya quisiéramos nosotros, solo me he encontrado educación, solo me he encontrado respeto a la Madre Patria, solo me he encontrado reconocimiento mutuo. Entonces ¿por qué quieren ensuciarlo todo? ¿Quién gana con esto?«.
«¿Saben quiénes son los máximos culpables?», alega: «No ellos, ni los dirigentes, que dan vergüenza ajena intentando volver a la leyenda negra en 2024. El problema somos nosotros: ha habido mucho tiempo en los siglo XX y XXI» para dar a conocer «increíbles aventuras» que «nos han robado» y serían todas ellas «como las de Indiana Jones… Les aseguro que las historias concretas de los descubridores, empezando por Cristóbal Colón y acabando por Pedro de Valdivia, por ejemplo, darían para una serie… Fueron gente que hizo cosas inimaginables para bien. ¿Por qué hemos de creernos menos si hicimos la gran globalización del mundo, el Imperio más grande del mundo, con unas comunicaciones como no ha habido en el mundo, con una armonía como no ha habido en el mundo…?»
» A ver si aprendemos a reivindicar lo nuestro», concluye: «No hay que sentirse en absoluto avergonzado ni menos que nadie. España fue un gran Imperio. España fue protagonista de aventuras que darían para mil episodios de Cuarto Milenio. No es cuestión de cultura. Es cuestión de que no nos roben lo que es nuestro«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
UN PARLAMENTO MUNDIAL DE IGLESIAS VACIADO DE TODO CONTENIDO DIVINO
El Papa inicia su viaje a Mongolia
Al Patriarca de Constantinopla le preocupan las consecuencias ecológicas de la guerra en Ucrania