JUEVES 18 DE ABRIL DE 2024, DE LA III SEMANA DE PASCUA (ciclo B), EL QUE COMA DE ESTE PAN VIVIRÁ PARA SIEMPRE
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
EL QUE COMA DE ESTE PAN VIVIRÁ PARA SIEMPRE
Decía Benedicto XVI que los mejores exegetas, los mejores intérpretes de la Sagrada Escritura, son los santos, porque ellos la han entendido viviéndola, comprobando que la Palabra de Dios es Palabra de Vida. Muchos santos han vivido lo que Jesús dice, que “el que coma mi pan vivirá para siempre”. Entre todos ellos, sin duda, el patrono de los monaguillos de todo el mundo, San Tarsicio:
Roma, siglo III. El emperador romano Valeriano ordenó una cruel persecución contra los cristianos, que tenían que esconderse en las catacumbas para poder celebrar sus cultos. Un día, el Papa Sixto, durante la celebración de la Eucaristía en las catacumbas de San Calixto, preguntó quien estaría dispuesto a llevar la Comunión a otros cristianos que estaban encarcelados. Tarsicio se ofreció enseguida. El Papa aceptó ante la determinación del niño, puso las Sagradas Formas en un relicario y se lo entregó.
Al salir de las catacumbas, Tarsicio se encontró con unos niños que le invitaba a jugar con ellos, y les contestó que no podía detenerse. Uno de los niños le increpa para que le enseñe lo que lleva escondido en el pecho. Tarsicio se negó y le golpearon hasta sangrar. Pero no consiguieron robarle el Cuerpo de Cristo.
Los cristianos lo recogieron y lo trasladaron hasta las catacumbas. Sin embargo, antes de llegar, ya había muerto. Tenía sólo 11 años. Era el 15 de agosto del año 257. Desde el cielo cuida especialmente de todos los monaguillos, siendo su patrono. Para San Tarsicio el Pan de Vida era su más preciado tesoro, y su viático para el cielo. ¿Qué es para ti, que es para mí, el Pan de Vida?
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