Según los últimos estudios e investigaciones, el pesimismo parece adueñarse a pasos agigantados entre los españoles, que no dudan en reflejar su desesperanza generalizada de cara a los próximos años. Como reflejó la Encuesta sobre tendencias sociales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de octubre de 2023, cerca del 60% cree que habrá menos creencias religiosas y el 61% que habrá más interés por lo material. Mientras que el 55% opina que habrá menos relaciones familiares, el 64% da por hecho que habrá más divorcios y el 82% que habrá más soledad. Según el CIS, de cada cinco personas de España, tan solo una (19,7%) cree que los jóvenes de hoy en día tendrán una vida mucho mejor que sus padres, otra que su nivel de vida será igual (18,6%) y tres que la vida de la juventud irá a peor (58%).
Ante esta evidente falta de esperanza o ilusión sobre el futuro, cabe preguntarse el papel de la fe a la hora de enfrentar el futuro. Y según el profesor universitario y doctor en filosofía Miguel Ángel Quintana Paz, la cuestión de la esperanza se relaciona a la fe de forma global, ya sea en lo relativo a la existencia misma del purgatorio, del perdón, de la superstición e incluso frente al imperante wokismo.
«Dios, un médico que nunca falla»
En su reciente entrevista con Carlos Padilla en El purgatorio (The Objective) Quintana Paz comenzó refiriéndose mismamente al purgatorio como una opción «bastante consoladora» ante la concepción protestante y que refleja «la confianza y la esperanza de que las cosas pueden ir a mejor«, lo que a su juicio es una concepción «bastante católica». El purgatorio, dijo, «siempre es para salir bien» y se podría comparar a «la sala de espera de un médico excelente que nunca falla, que es Dios«.
También abordó la esperanza en lo referente a la superstición, recientemente hecha tendencia después de que la periodista Helena Condis comparase el hábito del seleccionador nacional de fútbol Luis de la Fuente de persignarse antes de cada partido con una superstición, ante lo que el seleccionador respondió: «Es fe«.
La esperanza cristiana: «Te fías de Dios, que quiere lo mejor para tí»
Para Quintana Paz, mientras que la superstición entiende la relación con los dioses como un «mercadeo» en el que haces cosas «para que ellos te ayuden», Abraham y posteriormente el catolicismo marcó «la diferencia»: «La relación con Dios no es la de mercadear, manipular o dar cosas para que te den otras a cambio, sino una relación de confianza en que alguien te saca de tus esquemas». La fe sería, en resumen, «una cosa totalmente distinta, con una esperanza pensando en que te fías de Dios, que quiere lo mejor para ti«.
Para Quintana Paz, esa esperanza cristiana también se puede ver ante la avanzada woke, incluso en quienes aún sin tener fe, se definen como católicos, al menos en lo cultural.
La civilización cristiana, nexo de unión
El del «catolicismo ateo» o el «catolicismo cultural» es un fenómeno al alza, que ha gozado de representantes intelectuales del calibre de los ya fallecidos Oriana Fallaci o Gustavo Bueno -el «católico ateo» por excelencia- o su discípulo Santiago Armesilla, que relanzó la cuestión recientemente.
Como detalló Quintana Paz, se trata de una visión que valora lo católico en su aspecto cultural y civilizador, afirmando que profesarlo «es una buena manera de estar en el mundo, establecer trato con los demás, continuar con el futuro, tener esperanza, aspirar a tener amor en mi relación con los demás y sorprenderse ante la existencia del mundo de una manera positiva».
Esa actitud de «ver al otro» desde lo católico sería para Quintana Paz otro motivo de esperanza frente al protestantismo en sus orígenes, pues se contempla «al otro» no necesariamente como «un réprobo o alejado de la salvación por no creer en Dios, sino que con él puedes establecer y tener una cierta esperanza de que las cosas vayan a mejorar».
Una «manera de ser» que, en último término, «surge de una relación con Dios que es el que lleva al extremo esa fe, quien da sentido a la esperanza y que también fundamenta esa idea del amor», afirmó el doctor en Filosofía. Y Bueno, Fallaci o el «católico estético» George Santayana serían solo algunos ejemplos de quien ve «que puede vivir la vida con esos valores».
El catolicismo cultural, «salvaguarda» ante el wokismo
En último término, el catolicismo cultural sería para Quintana Paz también un elemento de esperanza en la llamada «batalla cultural», mostrándose convencido de que «servirá de salvaguarda de un wokismo en el que sí hay una diferencia muy nítida entre los salvados y los réprobos, perdidos, condenados y malvados, que no merecen perdón [según el wokeismo]».
De este modo, se muestra otra diferencia entre ambas corrientes, y es que mientras para el catolicismo «la idea de perdón es esencial», en el wokeismo «no tiene sentido»: «Si estás en los réprobos, ya eres de los réprobos, si alguna vez te metiste con una mujer, con un gay, con alguna persona de una raza que no sea blanca en Twitter o coqueteaste con una mujer de un modo que hoy se considere inadecuado, no tienes perdón, ni de Dios, ni de nadie. Estás absolutamente condenado«.
Para el pensador, se trata de una visión que triunfa especialmente en las sociedades protestantes porque carecen de esa «salvaguarda de ese catolicismo cultural que sigue viendo que «una sociedad donde no se perdona a nadie, acaba bastante mal«.
El filósofo incidió en su visión de lo woke como «una herejía del cristianismo» y concretamente del calvinismo, según la cual «los otros son de grupos que están condenados y hagan lo que hagan son culpables, y además no se les puede perdonar, porque ya están condenados».
La procedencia cristiana de lo woke también se apreciaría en sus referencias al débil, al vulnerable, al pobre o al enfermo. Mientras que para el catolicismo, estos «no son réprobos, alguien que lo merezcan o condenados por Dios, sino que merecen una atención especial», lo woke «quita de este contexto a Dios y sigue prestándoles atención», pero «con una matización»: Quien merece esa atención, agregó, «ya no es el sufriente, sino el que pertenece a un grupo que tradicionalmente ha sido sufriente. Se le presta una atención privilegiada y haga lo que haga, se le consiente, mientras que los que han sido tradicionalmente opresores, se les considera pecadores radicales».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
En tierra muerta ha florecido la nueva vida
«La Navidad está en la raíz de la fe»: 4 ideas del Papa Francisco para que no falte lo importante
10 frases de C.S.Lewis sobre la Navidad para explorar su misterio y su grandeza