15/11/2024

La funeraria para bebés «En Vela» celebra su primer año con testimonios de las 33 familias acogidas

En España, decenas de miles de familias sufren cada año la pérdida de un hijo en abortos espontáneos. En 2019, fueron más de 47.000 los casos registrados.

Se trata de un momento doloroso para madres y familias, en el que los servicios de atención funeraria y espiritual han destacado por su práctica inexistencia.

Al menos así lo era hasta 2022, cuando el 15 de octubre se inauguraron los servicios de En Vela con su primera sepultura en Madrid. Según las cifras que maneja este servicio, este tipo de muertes afectan en España a entre el 10 % y el 30 % de los embarazos hasta la semana 22, y luego a casi tres de cada 1.000.

Coincidiendo prácticamente con el Día Internacional de la Muerte Gestacional y Neonatal -o del Duelo Perinatal-, la funeraria se dispone a celebrar su primer año de existencia, en el que se han acompañado a 33 familias mediante la realización del servicio funerario. Catorce de esos bebés reposan en el cementerio Sacramental San Lorenzo y San José.

En Vela es el servicio para bebés que forma parte a su vez de la funeraria María Puerta del Paraíso.

Las velas en la tradición cristiana son símbolos de vida que perdura, de oración y de acción de Dios (foto de Jan Canty en Unsplash).

Desde julio de 2020, acompaña a los padres que han perdido a sus hijos a través de pequeños gestos, pero llenos de un sentido profundo, inspirados en la liturgia de la Iglesia. La funeraria recupera el cuerpo del bebé, facilita que los padres puedan acoger y despedir a su bebé como ellos quieran, velarlo en casa e incinerarlo o enterrarlo.

«Em Vela se dirige a aquellos padres que hayan perdido a su hijo durante la gestación o a los días de nacer. Acompañan a las familias a entregar a sus hijos en las manos del Padre, a través de pequeños gestos, pero llenos de un sentido profundo, inspirados en la liturgia de la Iglesia. El matrimonio crece y se fortalece atravesando esta difícil travesía juntos en la oración y el silencio. Y las familias, los amigos y el personal hospitalario que los acompañan encuentran un resquicio de luz«, explica la funeraria.

Este año, este Día Internacional de la Muerte Gestacional y Neonatal tendrá un carácter especial ya que, desde el 9 de agosto, según la instrucción de la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública, los bebés fallecidos antes de nacer con más de seis meses de gestación ya pueden ser inscritos en el Registro Civil y tener un nombre.

Hasta ahora, los datos de estos fallecimientos se registraban en el “legajo de criaturas abortivas” como feto de la madre, sin figurar el padre. La modificación de la normativa es un paso más hacia una mayor visibilidad de un duelo por el que pasan muchas familias y hacia el reconocimiento de la vida y la dignidad de esos bebés.

Las familias encuentran consuelo y esperanza; y hablan

En la celebración de este día Internacional, En Vela ofrece algunos testimonios de matrimonios y familias  que se han visto ayudados por su servicio.

Es el caso de María Ángeles y Jacobo, padres de Rafael. Supieron que no había latido en mitad de la JMJ y dio a luz en una gasolinera.

El parto fue de camino, de vuelta a casa desde Lisboa, explican: «Me había preparado con lo necesario: una tela para crear intimidad en el coche, las compresas, un táper con alcohol… Lo viví con una naturalidad, que yo misma estoy sorprendida pero el parto natural libera hormonas que da fuerzas a la madre para poder vivir esta situación».

Estefanía y Agustín perdieron a su hija Aitana el 26 de enero de 2023, contando con 26 semanas. En plena agonía, los padres decidieron «abrazar el terror más profundo que existe, mirar a la muerte de frente y caminar juntos hacia la vida».

En el caso de Vanessa y Javier, padres de Miguel, le pidieron a la ginecóloga el cuerpo del bebé para enterrarlo, pero nunca en el hospital habían vivido esta situación. Pasaron días hasta que contactaron con En Vela y pudieron recuperar a su bebé, velarlo y darle sepultura.

Beatriz y Víctor son padres de los trillizos David, Rubén y Jorge, cuyo fallecimiento hizo desaparecer en el matrimonio «el temor a la muerte». «Nació en mí un fuerte sentimiento de maternidad espiritual«, admitió Beatriz.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»