Cuando apareció por primera vez en la Logia Central de la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV llevaba una cruz pectoral única. En ella se guardan reliquias de San Agustín, Santa Mónica, Santo Tomás de Villanueva, el beato Anselmo Polanco y el venerable Bartolomeo Menochio, como un testimonio vivo de fe y entrega.
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