25/04/2024

Los Diez Mandamientos, explicados a los que al confesarse dicen: «Padre, yo ni mato ni robo»

Les ha pasado lo mismo a los tres sacerdotes de Red de Redes: ponerse a confesar y que el penitente empiece diciendo «padre, pero yo no mato ni robo» y se quede callado después.

Antonio Maria Domenech, Patxi Bronchalo y Jesús Silva aprovechan este capítulo de Red de Redes, la catequesis desenfadada de Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), para confirmar que, efectivamente, está bien no matar ni robar, pero los 10 mandamientos van mucho más allá, y al final apuntan a vivir cada vez más como Jesucristo.

Moisés «bajó los datos de la nube»

Antonio Maria Domenech recuerda que los 10 mandamientos figuran en el Libro del Éxodo, que relata cómo Moisés subió al Monte Sinaí y allí recibió de Dios dos tablas de piedra con los mandamientos escritos en ellas. “Moisés fue el primero que bajó datos de la nube”, bromea Silva.

Recuerdan los sacerdotes que Jesucristo afirmó: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud» (Mt 5, 17).

«El Señor lleva los mandamientos más allá en las Bienaventuranzas, pero no los abole; vivimos de ellos y estamos llamados a cumplirlos», apunta Bronchalo.

Silva incluso considera que Jesucristo hace «más complicados» los mandamientos. Pone el ejemplo del sermón de la montaña: “Habéis oído que se dijo a los antiguos: ‘No matarás’, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano ‘imbécil’, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama ‘necio’, merece la condena de la gehenna del fuego” (Mt 5, 21-22).

Domenech asegura que cumplir los mandamientos, «con la gracia de Dios no solo se hace posible, sino fácil«.

Tres mandamientos para relacionarse con Dios

Los sacerdotes empiezan comentando tres mandamientos que tienen que ver con la relación entre Dios y cada hombre:

– amarás a Dios sobre todas las cosas;
– no tomarás el nombre de Dios en vano;
– santificarás las fiestas.

Domenech destaca que estos tres mandamientos “están por encima del resto”, y comenta que el primero incluye la prohibición de participar en brujerías, adivinaciones y espiritismos. Silva añade que el primer mandamiento pide evitar «verdades contrarias a la fe, porque pones tu criterio o el de otros por encima del criterio de Dios».

Sobre el segundo mandamiento, Domenech apunta que, traducido del hebreo, tiene el sentido de “no hablarás de Dios como de las demás cosas”, y que estos tres mandamientos prohíben actos “intrínsecamente malos” como la blasfemia.

El mandato de santificar las fiestas incluye dedicar los días sagrados a Dios, con la Eucaristía, evitando trabajos serviles, y tratando de descansar y pasar tiempo con la familia, explican los sacerdotes.

Los mandamientos para relacionarse con el otro

Los otros siete mandamientos —que la tradición católica identifica como presentes en la segunda tabla— se refieren al trato que han de tener los hombres entre sí. «Jesús pone el listón en otro lugar, al equiparar matar con llamar ‘imbécil’ a tu hermano”, apunta Bronchalo. “Otros te roban la fama y luego se van a confesar… y no se dan cuenta de que tienen que devolvértela», añade Domenech.

Silva considera que estos mandamientos «son un mínimo: el pueblo de Israel acaba de salir de Egipto, y Dios empieza con ellos como con un niño pequeño al que dices que no meta los dedos en el enchufe».

Domenech añade que «son la norma para que seamos felices, y si no respetas el mandamiento te pierdes el bien que protege». En concreto, explica, el cuarto protege la familia; el quinto, la vida; el sexto, el amor; el séptimo, la propiedad privada; el octavo, la verdad; el noveno, la corrupción del corazón, y el décimo, la aceptación de lo que Dios ha dispuesto para la vida de uno.

Los mandamientos ayudan al cristiano a hacer examen de conciencia, pero Domenech recomienda no pasar más de diez minutos haciendo el examen de conciencia («si te pasas, te estás comiendo la cabeza», dice) y recuerda las tres condiciones para un pecado mortal: materia grave, plena advertencia —darse cuenta de que eso está mal— y pleno consentimiento.

Silva además pide ir más allá del mínimo. «No matar es también no tener ira, no desear el mal de alguien, ni criticarle ni juzgarle», dice. «No robar es también no defraudar, pagar a los trabajadores lo que corresponde, no abusar laboralmente de la gente». Al final, el objetivo es la santidad, ser semejante a Jesús».

Bronchalo concluye apuntando que «cuanto más avancemos en el camino y en la relación personal con Dios, más entendemos el daño que hace el pecado».

El episodio concluye con una serie de recomendaciones. Domenech recomienda, “para el discernimiento de la conciencia”, conocer los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola o descubrir su biografía. Silva recomienda leer lo que dice el Catecismo sobre los diez mandamientos —de los puntos 2052 a 2082— y Bronchalo, la película de animación El príncipe de Egipto, que cuenta la historia de Moisés.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»