El Parlamento Europeo, a propuesta del presidente Emmanuel Macrón -que ya logró blindarlo hace unos días en la Constitución francesa –votará este próximo once de abril si el aborto es un «derecho» para toda la Unión Europea.
Antes de que ello se produzca, los obispos de toda Europa reiteran su «no» al aborto, ya que «nunca puede ser un derecho fundamental» y que va «en dirección contraria a la promoción real de la mujer y de sus derechos».
La vida, pilar fundamental
Así se puede leer en una declaración de COMECE, el organismo que reúne a las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, titulada Sí a la promoción de la mujer y al derecho a la vida, no al aborto y a la imposición ideológica, publicada en vísperas de la votación sobre la inclusión del aborto como derecho en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.
En vísperas de la votación, los responsables de COMECE se dirigen a los miembros de la Eurocámara y a los ciudadanos europeos para reiterar, en primer lugar, que «la promoción de la mujer y de sus derechos no está ligada a la promoción del aborto«.
«Trabajemos por una Europa en la que las mujeres puedan vivir su maternidad libremente y como un don para ellas y para la sociedad, y en la que ser madre no sea en ningún caso una limitación para la vida personal, social y profesional», afirman los prelados.
«El aborto -prosiguen- no puede ser nunca un derecho fundamental. El derecho a la vida es el pilar fundamental de todos los demás derechos humanos, en particular del derecho a la vida de las personas más vulnerables, frágiles e indefensas, como el niño no nacido en el seno materno, el emigrante, el anciano, el discapacitado y el enfermo».
A continuación, cita el pensamiento de la Iglesia que siempre ha pensado «coherentemente» que la «defensa de la vida por nacer está estrechamente vinculada a la defensa de cualquier otro derecho humano. Supone la convicción de que el ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cualquier etapa de su desarrollo».
Respeto a las diferentes culturas
El documento concluye citando la reciente declaración «Dignitas infinita» sobre la dignidad humana: «El ser humano es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otros problemas. Si se pierde esta convicción, se pierde también la base sólida y duradera para la defensa de los derechos humanos, que estarían siempre sujetos a los caprichos pasajeros de los poderosos».
Por ello, las Conferencias Episcopales de la UE piden a la Unión Europea que «respete las diferentes culturas y tradiciones de los Estados miembros y sus competencias nacionales», y que no «imponga a los demás», dentro y fuera de sus fronteras, «posiciones ideológicas sobre la persona humana, la sexualidad y el género, el matrimonio y la familia, etc.».
«La Carta de los Derechos Fundamentales de la UE no puede incluir derechos que no sean reconocidos por todos y que provoquen divisiones. No existe ningún derecho reconocido al aborto en el Derecho europeo o internacional, y la forma en que se aborda esta cuestión en las Constituciones y leyes de los Estados miembros varía ampliamente».
En efecto, es la propia Carta, en su preámbulo, la que pide que se respete «la diversidad de las culturas y tradiciones de los pueblos de Europa», así como «las tradiciones constitucionales y las obligaciones internacionales comunes a los Estados miembros«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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