El 9 de mayo de 2012, el Senado argentino aprobaba la Ley de Identidad de Género, norma considerada pionera y una de las más «avanzadas» del mundo en cuanto al impulso de las demandas del lobby transgénero. Entre otras concesiones, la ley vigente permite modificar el DNI de acuerdo a la llamada autopercepción de género del solicitante o «modificar la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole». Según el Gobierno argentino, fue la primera del mundo en no precisar de un diagnóstico médico, psiquiátrico ni de operaciones de cambio de sexo para afirmar la identidad deseada.
En los diez primeros años tras su promulgación, el Gobierno había recogido más de 12.600 modificaciones del DNI y según el censo de 2022 de la República Argentina, casi 200.000 personas -en torno al 0,4% de la población- no se identificaba con el sexo registrado al nacer.
Pero conforme las cifras registrales aumentaban, también lo hacían los casos de familias que veían «el suelo hundirse» ante sus pies al «recibir la carta», en referencia al anuncio de menores de edad que, de forma prácticamente repentina y sin precedentes, decidían «transicionar».
Años antes del décimo aniversario de la ley, la voz de alarma ya había corrido entre los especialistas que alertaban del «boom» trans. «Si se multiplica de forma tan rápida, o tiene un origen infeccioso o hay algo más«, afirmaba el director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Gregorio Marañón, Celso Arango, ante incrementos del 1000% en ingresos de menores trans.
El pánico también cundió entre las familias argentinas. Concretamente hubo seis madres que, sin conocerse de nada, encontraron en AMANDA España -Agrupación de Madres de Adolescentes y Niña/os con Disforia Acelerada- su único asidero y fuente de formación e información.
El 16 de mayo de 2022, gracias al contacto de AMANDA, estas seis madres se citaban por WhatsApp «exponiendo sus penas» al ser conscientes de que las hijas que conocían aseguraban haber dejado de existir.
Cintia, una de las madres presentes en el grupo, atiende a Religión en Libertad y da fe de cómo «las similitudes en los comportamientos de nuestras hijas, entre los 15 y 21 años impresionaban». Especialmente porque ninguna se conocía, pero sin lugar a dudas, seguían un patrón.
El grupo no era sino una minúscula expresión de una realidad que crecía por miles, ya fuese en Argentina o en todo Hispanoamérica. Y la prueba de ello fue una primera entrevista realizada a las madres en Infobae, donde idearon los pseudónimos que todavía hoy usan «para proteger a nuestras hijas».
No estaban preparadas para lo que estaba por venir. En menos de dos semanas, ya contaban con una web, redes sociales, nombre –MANADA, Madres de Niños y Adolescentes con Disforia de género acelerada-, logo y un buzón de correo electrónico. Un buzón que, solo dos horas después de que se publicase el artículo, «explotó» ante la avalancha de desconocidos que escribían con casos similares, buscando ayuda.
Agrupados en el chat «Bienvenidos a Manada», las nuevas familias comenzaron a informarse sobre sus posibilidades de revertir o prevenir la transición y combatir el adoctrinamiento de sus hijos, mientras las madres fundadoras de MANADA se veían inundadas por un sentimiento agridulce.
«Por un lado sumamos brazos para esta lucha, pero por otro es tristísimo saber que detrás de cada ingreso hay una familia angustiada y un menor en riesgo», cuenta Cintia.
A día de hoy, sus integrantes se cuentan por cientos y provienen de todo el mundo, fundamentalmente de países de Hispanoamérica como Chile, Uruguay, Paraguay, Panamá, Perú, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Colombia o México.
Sus miembros, cuenta la madre, «ingresan a MANADA en estado de desesperación y angustia y a los pocos días sienten el alivio de saberse comprendidos y escuchados, comparan y comparten experiencias. Buscamos aliados, psicólogos y psiquiatras que nos brindan charlas para los cientos de madres. También tenemos a nuestros amigos trans y detrans que nos ayudan a entender mejor lo que les puede estar pasando a nuestros hijos. Gracias a Dios y a todo este proceso, tenemos muchos casos de niñas que revirtieron y se “amigaron” con su género primigenio».
-¿Imaginaban hace 15 años que el lobby transgénero podría permear en la sociedad y juventud en Argentina?
-Hace 12 años no imaginamos los alcances de la Ley de Género en Argentina. Creo que la sociedad en muchos casos no conoce los reales efectos, no sólo de la ley nuestra, sino de todo lo que implica la ideología a nivel mundial, hasta no contar con un caso en su casa o cercano en su familia.
-En MANADA hacen especial hincapié en la llamada Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR, por sus siglas). ¿En qué se distingue de la disforia convencional?
–Disforia de género es el término para una profunda sensación de incomodidad y aflicción que puede ocurrir cuando su sexo biológico no coincide con su `identidad de género´. En el pasado, esto se denominaba trastorno de identidad de género (DM-V en el nomenclador de la OMS). Luego lo dejaron de tratar como un trastorno para normalizar la autopercepción de las personas, negando la biología binaria de hombre-mujer. La identidad de género se refiere a cómo se siente e identifica, y puede ser como una mujer, un hombre o ambos. Es decir, [se dice que] sin importar la biología, se puede “elegir” de qué sexo quiere ser.
La Disforia de Género de Inicio Rápido se caracteriza por comenzar de manera repentina, normalmente durante la adolescencia, y tras un exposición continuada a contenidos culturales y educativos que promueven el cambio de género.
-Hablando de la DGIR, ¿cuáles dirían que son los síntomas más «evidentes»?
-En los casos compartidos con los padres y madres vemos que existen algunos factores frecuentes entre nuestros hijos e hijas como el consumo de lecturas y series de “ manga” o “anime” asiático; la tecnología, poniendo a disposición cientos de redes sociales y plataformas que comparten información no científica sobre el “mundo trans”; baja tolerancia a la frustración, trastornos de ansiedad y la maldita pandemia, la gran responsable de los estragos que ha dejado en los chicos: casi dos años sin vida social real, todos conectados 24/7 a dispositivos sin restricción de contenidos…
-Especialistas y organizaciones hermanas como AMANDA también mencionan la existencia de trastornos o patologías previas. ¿Cuáles son especialmente indicativas?
-La DGIR es multifactorial, son todos esos temas mencionados antes juntos, pero además en muchos otros casos, donde los niños sufren patologías previas de base. Entre ellos, Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDHA), trastorno del espectro autista (TEA), trastornos alimentarios, autismo, trastorno límite de la personalidad (TLP)… etc. Otro gran porcentaje ha sufrido alguna u otra forma de abuso, muchos tienen una inclinación homosexual que se niegan a aceptar y la gran gran mayoría denota una confusión sexo, orientación sexual y/o romántica.
-¿Creen que estas menores tienen la capacidad de autodiagnosticarse o de adscribirse a las múltiples denominaciones de género?
-Hemos escuchado las disparatadas etiquetas que se imponen, dos chiquitas de 12 años diciendo que ambas eran una pareja de varones trans gay pero arrománticos. Muchas, en una misma semana, declaran ser bisexuales (aunque todas las relaciones que tienen sean virtuales y generalmente con chicas en las mismas condiciones de otros países o ciudades) luego gays, pansexuales y varios términos más que no existían hace más de cinco años.
Otro dato curioso es que el 90% de estas niñas forzadamente se visten con ropa over size, oscura, se cortan el cabello a lo varón, pero en su personalidad siguen siendo femeninas.
-¿Y todo ello se pueden prevenir?
-Hay que estar muy atentos a la educación sexual que reciban en las escuelas, tener un control parental de las redes sociales, pasar un tiempo reducido en ellas, ofrecerle actividades al aire libre, algún deporte, reuniones con amigos reales (no virtuales), diálogo con los hijos para conocerlos mejor, [saber] qué les pasa, qué sienten, cuáles son sus proyectos… Pasar tiempo de calidad con ellos.
-En su caso, la mayoría de las involucradas o afectadas son niñas. ¿Hay alguna razón para ello?
-En el caso de nuestra agrupación el 87% son casos de chicas. Es a nivel mundial este porcentaje. Estimamos que la razón es justamente el contagio social, que está dirigido mayormente a las chicas, por una cuestión encubierta de Agenda 2030, uno de cuyos objetivos es la reducción de la tasa de natalidad. Se dirige el objetivo hacia las mujeres, dadoras de vida.
-Para multitud de expertos de la salud mental, todo esto se trata de «una moda», «un boom». ¿Coinciden con ello?
-Sí, totalmente. Las estadísticas mundiales mostraban casos en un 2% de la población mundial y en los últimos 15 o 20 años, se fue incrementando hastahoy en un 5.000%.
-¿Significa eso que nos encontramos ante un proceso orquestado?
– Hay todo un lobby que intenta naturalizar en la sociedad cuestiones que no los menores no tienen la madurez para decidir y se normaliza que pueda tomar decisiones definitivas para su vida sin estar capacitados. Lo que demuestra que de alguna manera es algo preparado son las estadísticas. Hace unos años atrás había un 2% de la población mundial que sentía realmente ese rechazo a su cuerpo biológico. Ahora hay un incremento del 5000%, sobre todo en niñas y adolescentes mujeres que se autoperciben hombres. Entendemos que ahí hay un lobby político, de médicos e intereses económicos.
Mara Pérez Reynoso, hombre biológico, se considera la primera `mujer transgénero´ en haber tenido un cargo en Seguridad en Argentina. Como Coordinadora Nacional de Diversidad del Ministerio de Seguridad de la Nación 2015 y actual aspirante al Congreso, es una de las caras más visibles del lobby transgénero en el país.
-¿Dónde está realmente el problema de tener un hijo transgénero?
-No juzgamos a familias que quieran acompañar a sus hijos en su decisión. En nuestra agrupación somos conscientes que los niños y adolescentes, hasta no llegar a su madurez neurobiológica y física (cercana a las 25 años) consideramos prudente y necesario no aceptar la hormonación ni cirugías, con consecuencias irreversibles. Nos basamos en que no creemos que romper cuerpos sanos y/o que nuestros hijos sean pacientes médicos de por vida sea lo mejor para ellos.
-Me aventuraría a decir que muy pocos ven real la posibilidad de tener un hijo transgénero, como si fuese algo lejano e improbable. ¿Hay realmente alguien a salvo de ello?
-Cada una de las familias que contacta con nosotros cuenta y siente estar viviendo una situación que nunca imaginó que le tocaría vivir. Tenemos todo tipo de familias, de muchos países, constituidas de diferente manera, y nadie se esperaba vivir la situación con sus hijos. Me atrevería a decir que no hay nada que garantice que nuestros hijos y nietos (si no frenamos esta locura) estén exentos.
-Quizá lo fácil sería culpar a los diferentes lobbies o grupos de presión. Pero, ¿qué creen que deberían hacer las familias desde la infancia? ¿Cuál es el consejo hacia quienes se creen a salvo de dicho lobby?
-Que estén alerta, más sabiendo que cosas que parecen inocentes (como algún afiche o pasquín en el colegio, películas o series, libros, propagandas, etc) tienen algún mensaje subliminal que los chicos van absorbiendo y naturalizando sin darse cuenta.
-¿Qué se siente al escuchar la noticia o leer la carta anunciando el comienzo de la transición?
-Es caer en un abismo, en picada. Se abre el suelo en tus pies, sin fondo, no entendés por qué pasó, qué hiciste mal, qué podrías haber hecho distinto, no podés creer estar en esa situación. Desconoces a tu hijo, detrás del personaje que dice ser. Mucho dolor, angustia, incomprensión, bronca también de una sociedad indiferente, dónde sin conocer en profundidad los efectos, te quieren convencer de qué está bien, que hay que acompañar. Si tu hijo quiere ser Batman, ¿lo dejás que se tire de un precipicio y vuele porque así se “autopercibe”?
-¿Qué le dirían a los padres que están pasando, o que podrían pasar, por ese trance?
–Que se lea, se instruyan con informes científicos, que siga su intuición de padre/madre, que somos quienes más conocemos a nuestros hijos. Que no tenga miedos de poner límites (los adolescentes los necesitan para poder desarrollarse) con amor y comprensión, sin afirmar. Que tengan prudencia en no decidir cuestiones irreversibles. Que busquen comunidades afines, para hacer más llevadero el dolor. Que nos escriba y cuente su historia, para ser parte de Manada, a manada.arg@gmail.com
-¿Creen que por lo general es cierto aquel dicho del «o una hija trans o un hijo muerto»?
-No, eso es un discurso armado de la ideología no comprobado. Hay más estadísticas de suicidio posterior a las transiciones, así como cuadros depresivos mayores. La transición no mejora la vida de estas personas, sino que en muchos casos le genera mayor malestar, no sólo en lo físico sino en lo mental.
-¿Qué opinan del nombre biológico y el deseado o los pronombres? ¿Es recomendable ceder ante las demandas del hijo o hija y usarlos?
–Creemos que no es recomendable atender al pedido de usar un nombre ni pronombres elegidos, como parte de los límites mencionados.
-¿Qué le dirían a los agentes de los que la sociedad espera una actuación contundente y no la muestran?
-Que sean responsables de la información que brindan a la sociedad, que no romanticen las noticias, suavizando los efectos reales de la transición (desde la social, donde pueden cambiar el DNI en un rato y luego años de trámites si se arrepienten), como los efectos físicos y mentales que tienen tanto las cirugías como las hormonas, que serán pacientes de por vida, con menor expectativas de vida, así como inferior calidad de la misma.
La felicidad no pasa por romper un cuerpo sano, sino por sanar a la persona, que pueda desarrollarse y madurar para sanar sus heridas emocionales, tratar sus trastornos previos que pueda tener y llegue aceptarse.
-Más allá de los manuales, ¿cuáles han percibido ustedes que son las consecuencias de todo este proceso?
-Las consecuencias son desde lo personal de quién padece la disforia, como de su entorno familiar que sufre también. Médicamente es intervenir en cuerpos sanos, generando pacientes crónicos. Desde lo espiritual, es necesario enriquecer la vida espiritual, sin falsos modelos de redes ni ídolos de papel.
-¿Observan desde MANADA mejoría en las familias que aplican dichas medidas preventivas?
-Tenemos casos donde se pusieron en práctica los lineamientos comentados en la pregunta anterior, en conjunto con terapia exploratoria de un profesional responsable. En el rango de 12 a 16 años vemos cambios importantes. Con más edad lleva más tiempo y los cambios no son tan inmediatos, pero no imposibles.
-¿Cuáles son sus perspectivas a futuro y como se puede colaborar con ustedes?
-Nuestras expectativas están puestas en ayudar a otras familias que pasen por esta situación siendo un espacio de contención e información. De cara a la sociedad, seguir dando visibilidad al “lado b” de lo reducido que proponen que sea de aceptar sin más lo que quieran los menores. En las escuelas y espacios de educación, frenar urgentemente la ideología de género (muy diferente a una real y consciente educación sexual integral); a los médicos y demás profesionales solicitar ética profesional, prudencia y atención integral de la salud (ver informe Cass de abril 2024 de Gran Bretaña); a los políticos responsabilidad en las leyes aprobadas, y modificar las ya existentes ampliando derechos a quienes quieran detransicionar, arrepentirse, volver a recuperar su vidas.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
Templo emblemático de Buenos Aires acoge la inauguración de un Festival de Cine de Terror
El Papa quiere ir a Turquía por el 1700 aniversario del Concilio de Nicea
Alternativa para Alemania valora dejar atrás su postura contra el aborto y a favor de la familia natural