Este viernes, Marie Josée Ta Lou ganó con autoridad su serie de los 100 metros lisos, primer paso en sus aspiraciones de medalla. A sus 35 años, la atleta de Costa de Marfil goza de un envidiable historial deportivo, con varias medallas de oro entre 2015 y 2019 en campeonatos de África y tres medallas de plata y una de bronce en campeonatos mundiales.
Pero tiene clavada la espina de los Juegos Olímpicos. Fue cuarta en 100 y en 200 en Río 2016 y cuarta en 100 y quinta en 200 en Tokio 2020 (celebrados en 2021 por los confinamientos gubernamentales del año anterior). Por eso va a darlo todo en París en esas dos disciplinas y en los relevos, pues puede ser su última participación olímpica, en la que fue abanderada de su país.
Para lograr ese objetivo solicita una ayuda especial: «Cuando compito, le pido a Dios alas de águila«, confiesa a La Croix.
Así funcionaron este viernes las «alas de álguila» de Marie Josée en su primera serie de 100 metros listos, primer paso para la ansiada medalla.
Marie Josée está agradecida al Cielo por su trayectoria: «Si estoy hoy aquí es porque Dios lo ha querido. Me lo ha demostrado muchas veces. Todo lo que hago es por la gracia de Dios, por el amor que me tiene».
Madre Teresa, el Padre Pío, Santa Rita…
Desde niña se le vieron cualidades, pero tuvo la suerte de coincidir en clase, en su último año de secundaria, con el hijo de quien acabaría siendo su entrenador. Fue su descubrimiento para la competición, venciendo las reticencias de su madre, que no quería que se distrajese de los estudios. Tras prometedores comienzos en China, tuvo que volver a Costa de Marfil y pensó que su carrera deportiva se acababa.
«Desanimada, recé mucho con mis amigos, medité el Rosario y pedí a Dios que me guiase»: poco después consiguió una beca para el centro de atletismo de Dakar (Senegal), gracias al «milagro» de que una persona renunciase, pues reconoce que no era de las mejores. «Pero Dios me ha concedido la fuerza para progresar año a año. Puedo decir que Dios me ha ayudado durante toda mi carrera«, agradece: «He tenido bastantes problemas físicos, peo eso no me ha impedido estar entre los mejores».
«Yo no corro para mi propia gloria, sino para la de Dios. Lo único que le pido antes de un entrenamiento o una competición es que me guíe. Que me dé alas de águila. Pero sea cual sea el resultado, sé que es lo que el Señor ha querido para mí«.
Su fe católica nació acompañando a una de sus amigas a la iglesia. Tenía diez años y pidió el bautismo: «Pero mi fe no era tan fuerte como ahora». Curiosamente, se fortaleció durante su etapa de progresión deportiva en China: «Empecé a rezar y meditar el Rosario. Luego me integré en una comunidad, el Ministerio Católico de Intercesión por Costa de Marfil, donde tengo un director espiritual». Este movimento fue fundado en el año 2000 por estudiantes del Instituto Nacional Politécnico Félix Houphouët Boigny de Yamoussoukro, con la vocación de rezar por el país y ser «una fuente de bendición para su pueblo«, según explican ellos mismos.
Marie Josée está casada y vive su fe junto a su marido inspirándose sobre todo en la Madre Teresa de Calcuta, en el Padre Pío y en Santa Rita de Casia.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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