¿Cómo manejamos nuestra propiedad comprada, pagada, generalmente libre de hipotecas y apalancada fiscalmente para que esos laicos lleven a cabo la Nueva Evangelización en medio de las condiciones concretas que enfrenta la Iglesia hoy? Eso parece una razón para no deshacerse sin más de propiedades arduamente ganadas porque nuestros obispos y su curia servil no están dispuestos a pensar más allá de lo convencional.
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