12/10/2024

Memento mori, recuerda que has de morir: la lección que Emily dejó con su vida y su libro-testimonio

El 31 de diciembre murió, a los 41 años de edad, Emily DeArdo. No era una personalidad conocida, pero sí alguien que tuvo tiempo para prever y considerar su propia muerte y dejar esas reflexiones en un libro destinado a ayudar a los demás a sufrir y morir.

‘Memento mori’

Su título es expresivo: Vivir ‘Memento mori’. Mi viaje a través de las estaciones del Via Crucis (Ave Maria Press). La expresión latina Memento mori, ‘Recuerda que has de morir’, se le recordaba a los victoriosos generales romanos para que no se dejasen cegar por la gloria. Y la alusión al Via Crucis hace referencia a la propia experiencia vital de Emily.

Cuando tenía 11 años le diagnosticaron una fibrosis quística, que le produjo graves problemas pulmonares. En 2005 estuvo a punto de morir, y así habría sido de no haber llegado a tiempo un doble trasplante de pulmón. Tenía 22 años y acababa de concluir sus estudios de Ciencias Políticas y de Literatura Inglesa. La gratitud hacia Suzanne, su donante, la convirtió en un adalid de la donación de órganos. “Le habría encantado saber que, incluso después de tantos años de problemas médicos, pudieron donarse varios de sus órganos”, contó su tía Mary en unas palabras de homenaje que ha escrito en el propio blog de su sobrina, donde también menciona su “extraordinaria fe católica”.

Nacida en un hogar cristiano de Ohio, tenía dos hermanos y pudo sobreponerse a los numerosos hándicaps y dolores que le producía su enfermedad gracias a su fe, su fuerza de voluntad y el amor familiar. Estaba muy implicada en su parroquia de la iglesia de San Mateo en Gahanna (Columbus, Ohio), y era una lectora empedernida. En 2023 consiguió leer 241 libros de los 245 que había previsto para el año, lo que incluía todas las novelas de su autora favorita, Jane Austen. La certeza de su deterioro físico no le impedía disfrutar todo lo posible de su tiempo libre.

‘Vivir Memento mori’, el libro-testimonio de Emily DeArdo.

“No le temo a la muerte”, le dijo a la periodista Kathryn Jean López, del National Review, “porque como católica sé que mi hogar está con Jesús en el Cielo para siempre. En ese sentido no temo a la muerte, porque morir significa que llego a casa y veo a Jesús cara a cara. He sido bendecida con la presencia en mi vida de magníficos sacerdotes que han sido generosos dedicando su tiempo a aconsejarme en los momentos próximos a la muerte y dándome los sacramentos. Me siento en paz con la muerte”.

La ilusión del ‘control’

Son los sentimientos que Emily quiso transmitir con su libro. A pesar de sus dolores, no se sentía una víctima porque sabía que tenían un motivo: “Dios me creó por alguna razón, y la fibrosis quística es parte de cómo me creó, así que es parte de la razón de mi existencia. Es parte de mi vocación”.

El doble trasplante de pulmón de Emily en 2005 fue el primero que se realizó en el Nationwide Children’s Hospital de Columbus (Ohio), uno de los principales centros pediátricos del país, por lo cual la intervención fue noticia. En este breve reportaje vemos a Emily contar su historia y varias imágenes de su vida.

En sus conversaciones con Kathryn, Emily explicaba las razones por las que había escrito Vivir ‘Memento mori’: “No podemos escapar a la muerte. No podemos hacer nada para evitarla… Tenemos la ilusión del control. Nos imaginamos que comer bien, tomar vitaminas o seguir una rutina de ejercicio físico será suficiente para evitar la muerte. Y no es así. No tenemos ningún control sobre cuánto tiempo estaremos aquí. Está completamente en manos de Dios. Sin duda podemos hacer cosas para mantener la salud del cuerpo y de la mente, y es importante hacerlo, pero, al final, nuestra mortalidad es un hecho de la vida. Vamos a morir. Así que, ¿cómo estamos viviendo hoy?”.

Emily tenía a la Virgen María como modelo para sobrellevar sus sufrimientos, por los dolores que tuvo que pasar, en la infancia de Jesús primero y luego con su Pasión: “Ella permanecía fiel, aunque no siempre estaba claro lo que estaba pasando”.

“Toda vida humana tiene valor”, solía decir. “Y lo creía apasionadamente”, añade Kathryn, “y si lo olvidamos es porque tememos el sufrimiento. Pero no podemos desperdiciar la vida. Ella daba las gracias a la fe católica por entender esto y transmitirlo, y ella quería transmitirlo a su vez con su testimonio”.

Y con su libro, donde, con las estaciones del Via Crucis como marco, Emily guía al lector a confiar en la Providencia de Dios cuando se enfrente a la enfermedad y la muerte y a crecer en fortaleza espiritual y valentía a lo largo del camino.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»