Francisco celebró en la mañana del domingo en la Plaza de San Pedro la misa de Pascua, que comenzó con el rito del Resurrexit, la apertura de un antiguo icono de Cristo que el Papa incensó después.
Bendición Urbi et Orbi
No hubo homilía, dado que la pronunció en la Vigilia Pascual, sustituida por unos minutos de silencio en reflexión tras la proclamación del Evangelio de la Resurrección del Señor. Tras la misa se cantó el Regina Coeli (que sustituye al Angelus hasta Pentecostés) y luego el Papa recorrió la plaza en papamóvil hasta las estribaciones de la Via Conciliazione, llena también de fieles a la espera de recibir la bendición Urbi et Orbi desde el balcón central de la basílica.
Francisco, desde el balcón central de la basílica de San Pedro. Foto: Vatican Media.
Allí, sentado, el Papa dirigió su Mensaje de Pascual al mundo, donde como es costumbre hizo un repaso por los distintos lugares del mundo donde hay conflictos, pidiendo sobre todos ellos la paz.
Retomando la idea de su homilía de unas horas antes, recurrió al símil de la gran piedra que cerraba el sepulcro de Jesús con las «rocas pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de personas«.
El perdón de los pecados
Es Cristo quien corre esa piedra con su Resurrección: «A partir de ahí comienza todo. A través de ese sepulcro vacío pasa el camino nuevo, aquel que ninguno de nosotros sino sólo Dios pudo abrir: el camino de la vida en medio de la muerte, el camino de la paz en medio de la guerra, el camino de la reconciliación en medio del odio, el camino de la fraternidad en medio de la enemistad».
«Él nos abre un pasaje que humanamente es imposible, porque sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados«, continuó el Papa, «y sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida». En efecto, «sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo y acusan a los demás. Sólo Cristo resucitado, dándonos el perdón de los pecados, nos abre el camino a un mundo renovado«.
Paz en el mundo
En su enumeración de los conflictos del mundo, el Papa se detuvo particularmente en los escenarios de Tierra Santa y Ucrania: «Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones».
Y pidió «consuelo» para «las víctimas de cualquier forma de terrorismo«, invitando a rezar «por los que han perdido la vida» y para implorar «el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes».
También por los migrantes y por «las familias más pobres en su búsqueda de una vida mejor y de la felicidad».
Francisco sonríe a los fieles, que abarrotaban la Plaza de San Pedro y parte de la Via Conciliazione. Foto: Vatican Media.
-Respecto a la guerra en Ucrania, invió «a respetar de los principios del derecho internacional» y pidió «un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania: ¡todos por todos!».
-«eitero el llamamiento para que se garantice la posibilidad del acceso de ayudas humanitarias a Gaza, exhortando nuevamente a la rápida liberación de los rehenes secuestrados el pasado 7 de octubre y a un inmediato alto el fuego en la Franja».
-«La guerra es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo».
-«No nos olvidemos de Siria, que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de una guerra larga y devastadora».
-En cuanto al Líbano, recordó que está «afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel».
–Balcanes Occidentales: «Se están dando pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo. Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero».
-Alentó «las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán» en beneficio de las personas desplazadas y el respeto a los lugares de culto.
–Haití: «Que cese cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país, y pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad».
-Oró por los rohinyá, y que se abra «el camino de la reconciliación en Myanmar«.
-También por África, «especialmente para las poblaciones exhaustas en Sudán y en toda la región del Sahel, en el Cuerno de África, en la región de Kivu en la República Democrática del Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique«.
Respeto a la vida
Francisco cerró sus palabras lamentando «con cuánta frecuencia se desprecia el don precioso de la vida: «¿Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?»
«Que la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada. ¡Feliz Pascua a todos!», concluyó.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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