La palabra «economía», del griego oikonomía (oiko: casa y nemein: distribuir, administrar… «administración de la casa»), históricamente ha sido, y continúa siendo hoy vista con distancia y recelo en las instituciones de la Iglesia, pese a los innumerables esfuerzos que desde la propia Iglesia se han realizado para cambiar esta aproximación.
Sin embargo, lo que hay que saber es que sin economía no hay misión, ya que la economía es parte fundamental de la vida, aunque siempre teniendo en cuenta ese orden: la economía está al servicio de la misión y no la misión al servicio de la economía.
Por esto mismo, la Pontificia Academia de Ciencias Sociales publicó a finales de 2022 el esperado documento Mensuram Bonam [Buena Medida], que sirve de guía práctica para las instituciones de la Iglesia y para otros inversores católicos en la gestión de sus ahorros e inversiones financieras.
Un ejemplo de estas directrices ofrecidas por Mensuram Bonam son las que aporta Portocolom, agencia de valores independiente especializada en asesoramiento financiero alineado con la Doctrina Social de la Iglesia y con el empeño por fomentar la economía de impacto con una perspectiva ética, íntegra, humana y sostenible.
Su consejero delegado, Íker Barrón, analiza para ReL los enormes aportes positivos del documento vaticano Mensuram Bonam para invertir siempre con conocimiento, y que derive en un bien mayor para la Iglesia y para toda la sociedad.
Íker Barrón, consejero delegado de Portocolom AV, analiza los aportes de ‘Mensuram Bonam’ para fomentar las inversiones en consonancia con la fe.
«Mensuram Bonam es el primer escrito de carácter universal promovido desde el Vaticano que marca unas claras directrices acerca de la importancia de alinear las inversiones con la Doctrina Social de la Iglesia y con una descripción de cómo implementarla en la práctica. Aunque, es cierto, el año pasado, la Conferencia Episcopal americana sacó una versión renovada de sus Principios de Inversión Responsable. Ha habido algunas iniciativas, pero no desde el Vaticano, como es este caso», comenta Barrón.
«Ninguna inversión puede considerarse moralmente neutral: o bien avanza el reino de Dios o lo descuida y lo socava», podría ser la idea central de Mensuram Bonam. Bajo esta premisa, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia inspiran un compromiso basado en la solidaridad con el fin de promover no solo la rentabilidad financiera, sino la dignidad humana, el cuidado de la casa común y un crecimiento económico inclusivo y sostenible.
En palabras del Papa Francisco «se debe vigilar atentamente para que los bienes de los institutos sean administrados con cautela y transparencia, sean tutelados y preservados, conjugando la prioritaria dimensión carismático-espiritual con la dimensión económica y la eficiencia, que tiene su propio humus en la tradición administrativa de los institutos que no tolera derroches y está atenta al buen uso de los recursos».
Así se lo dijo en 2014 a los participantes en un congreso sobre gestión de bienes eclesiásticos, palabras que, junto con las que les dirigió en su segundo congreso en 2016 bajo el lema En fidelidad al Carisma, repensar la economía, suponen una guía práctica de cómo administrar los bienes de una institución de la Iglesia.
Sin embargo, se echaba en falta un mayor desarrollo sobre la administración y gestión de los activos financieros. Por eso, para subsanar estas carencias, tiempo después se publicó Mensuram Bonam, que tiene entre sus objetivos tratar el cómo obtener una rentabilidad financiera integrada con las obligaciones de la fe, la alineación del patrimonio con el carisma de la institución eclesial y una inversión socialmente responsable.
Invertir con conocimiento
«Mensuram Bonam es un documento oportuno y muy útil que reclama los reajustes necesarios y los cambios de valor de nuestro sistema financiero. Eleva de forma convincente el enfoque del inversor de la mera sostenibilidad a la verdadera administración basada en la Doctrina Social de la Iglesia y la inversión responsable coherente con la fe. Recuerda explícitamente a los inversores que sus decisiones deben ajustarse a la misión fundamental de sus instituciones y orientarse al cumplimiento de esta misión», comenta en el propio documento el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena.
El texto es el resultado de un trabajo de más de seis años y de un conjunto de principios y criterios, así como de indicaciones prácticas y metodológicas dirigidas a quienes trabajan en el mundo de las finanzas, tanto instituciones como a título individual, y que se esfuerzan por vivir su fe con coherencia, contribuyendo a la promoción de un desarrollo inclusivo e integral de las personas.
‘Mensuram Bonam’ también tiene entre sus objetivos la alineación del patrimonio con el carisma de cada institución eclesial en concreto.
El documento se divide en dos partes. En la primera, se recogen los pilares de la fe y de la Doctrina Social de la Iglesia, a partir de los cuales se orientan las distintas actividades de inversión con visión y responsabilidad para el desarrollo humano integral (principios). La segunda parte, en cambio, contiene respuestas operativas, presentando un método para las inversiones coherentes con la fe y con indicaciones sobre cómo aplicarlo: pasos a seguir, herramientas a utilizar, etc.
«El objetivo de Mensuram Bonam es alentar a los católicos en general, y en concreto a las instituciones de la fe, a perseverar en la integración de la Doctrina Social de la Iglesia en sus políticas de inversión. Y, en el caso de que no haya una política de inversiones, proporcionar un estímulo y un modelo para ayudar a su diseño, implementación y revisión», añade el consejero delegado de Portocolom.
Dicha agencia de valores destaca temas como la sostenibilidad de las entidades de la Iglesia, la maximización del impacto positivo de las inversiones, la medición del impacto de las inversiones en la mejora de la dignidad humana y el diálogo activo con las empresas en las que se invierte para fomentar la mejora de sus prácticas.
Para Barrón, siempre debería existir una política de inversión en las instituciones católicas. «Para ayudar a que los inversores distingan entre las emociones y los hechos a la hora de tomar decisiones de inversión y que su actividad se mantenga ajustada a su estrategia y principios de inversión. La política de inversión lleva los principios basados en la fe a una conversación directa con las prioridades, la tolerancia al riesgo y los objetivos de rendimiento, y permite que el inversor pueda tomar decisiones precisas sobre las opciones de inversión disponibles».
Además, en Mensuram Bonam se afirma que «existe un deber fiduciario de obtener una rentabilidad financiera, que ha de ser integrado con las obligaciones de la fe: y esta integración no se puede limitar a un mero checklist sino que ha de ser un proceso que fije unos objetivos y que, además, se midan», incide Barrón.
Sin embargo, para integrar adecuadamente la Doctrina Social de la Iglesia en las inversiones, no basta con la mera exclusión. «El impacto total de cualquier inversión puede medirse por cómo evita el daño y mejora la dignidad humana, beneficia a la sociedad y contribuye a resolver los problemas apremiantes que enfrenta la sociedad», dice el propio documento.
Diálogo activo con las empresas
Por ello, Mensuram Bonam hace un llamamiento a la titularidad activa, esto es, a que las instituciones de la Iglesia establezcan un diálogo activo con las empresas en las que inviertan para fomentar la mejora de sus prácticas y que mediante ese diálogo se produzca un aprendizaje mutuo y colaboración.
«Este tipo de inversión fomenta unas mejores prácticas y está alineado con las políticas Best Effort (mejor esfuerzo), esto es, ayudar a las empresas a que emprendan un camino hacia un modelo de negocio más sostenible. Además, impulsa la inversión positiva y proactiva (inversión de impacto y para impactar) de cara a generar una contribución tangible y medible al desarrollo integral humano», añade Barrón.
Incluso en las exclusiones, Mensuram Bonam va un paso más allá adaptando el listado de actividades que no están alineadas con la Doctrina Social de la Iglesia a la sociedad actual, incluyendo aspectos tales como los videojuegos, algunos aspectos derivados del uso de tecnología, el soborno, la violación de los derechos humanos, o la especulación con materias primas o combustibles fósiles, entre otros.
Barrón destaca que «es la primera vez que un documento de esta magnitud menciona, de manera explícita y práctica, términos como ASG (consideración en las inversiones de aspectos ambientales, sociales o de gobierno), inversión Best in class, Best effort o inversión de impacto. Y añade que, si bien el ASG no es sinónimo de la Doctrina Social de la Iglesia, sí que se complementan y puede ayudar a canalizar las inversiones a temas como soluciones para el cambio climático, buenas prácticas laborales o defensa de los derechos humanos».
‘Se debe vigilar atentamente para que los bienes de los institutos sean administrados con cautela y transparencia’, ha dicho el Papa. Foto: Vatican News.
Para finalizar, el documento hace un llamamiento a la reflexión acerca de la mejor manera de integrar la Doctrina Social de la Iglesia en la gestión de las inversiones de cada institución, y de la urgencia de esta implementación. «Es una magnífica noticia para todos aquellos fieles que están interesados en alinear sus inversiones con la fe, y sobre todo a la hora de que las congregaciones religiosas no sólo puedan potenciar el impacto positivo que están generando con su actividad, a través de la generación de flujos para la sostenibilidad de su institución, sino que además puedan exigir a sus asesores una medición y maximización del impacto positivo generado«, concluye el consejero delegado de Portocolom AV, donde están convencidos de que «Mensuram Bonam es un enorme paso para alinear las inversiones con la misión y carisma de las Instituciones de la Iglesia, y, medirlo nos permitirá ordenar y administrar nuestra casa».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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