Se tomará el Camino muy en serio espiritualmente, como una cruzada interior
Miguel A. Gil vive Valdemaqueda, un pequeño pueblo de montaña en la sierra de Madrid, de donde procede su familia por parte de padre. Es herrero de profesión y se dedica a la fabricación de cuchillería de alta gama bajo el nombre de «Miguel Barbudo», algo que le ha dado reconocimiento internacional y fuerte presencia mediática en varias televisiones.
En esta sincera entrevista nos cuenta, desde lo profundo de su corazón, qué le motiva realmente a hacer el Camino de Santiago a caballo, empezando el domingo de Resurrección.
¿Qué es lo que te motivó a hacer el Camino de Santiago este mes de abril?
La verdad es que el Camino siempre ha ejercido una fuerte atracción sobre mí. Allá por el año 93 más o menos, cuando aún el Camino no estaba tan explotado, uno de mis hermanos hizo la variante del Francés desde Canfranc. Tardó unos 28 días en hacerlo y al regresar parecía que llegaba de la guerra: Los pies en carne viva destrozados por las ampollas, el pelo algo desgreñado y muy flaco. Estuvo tres días metido en la cama recuperándose de la odisea.
A mis 13 años aquello me produjo una gran admiración, sobre una persona a la que ya admiraba mucho, y lo veía como si se tratara de una especie de Ulises moderno, y me marcó. Desde entonces lo he tenido como uno de los objetivos en la vida, aunque siempre enfocado desde un punto de vista lúdico, un viaje para compartir con los amigos, sin mayor trascendencia que la de una experiencia más para recordar juntos en las charlas de bar.
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