26/11/2024

Misa de fin de Sínodo, Ángelus y un trono de mil años: el Papa, contra una Iglesia paralizada

La misa en la Basílica de San Pedro de este domingo ha sido la misa del fin del Sínodo de la Sinodalidad, y en ella han participado la mayoría de los 365 delegados sinodales llegados de todo el mundo que durante dos semanas han estado en Roma en los trabajos sinodales.

En su homilía, el Papa Francisco ha insistido en pedir que la Iglesia sea activa y evite la parálisis. A partir del pasaje evangélico del ciego Bartimeo, pidió que la Iglesia haga como él, que “se despoja del manto de la resignación” y “se ensucia las manos para servir al Señor”.

No necesitamos una Iglesia paralizada e indiferente”, dijo el Pontífice. La Iglesia también debe imitar al ciego Bartimeo en que confía al Señor sus cegueras, se pone de pie, “camina junto detrás de Él y con Él”, llevando “la alegría del Evangelio por las calles del mundo”.

Para el Papa Francisco, la Iglesia sinodal debería ser así, «la comunidad de discípulos que, oyendo pasar al Señor, se dejan despertar por la fuerza del Evangelio y comienzan a gritarle«.

En realidad, la celebración en el altar corrió a cargo del cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo. El Papa predicó desde su cátedra pontificia. El pasaje bíblico le permitió recordar que «Dios escucha siempre el clamor de los pobres y ningún grito de dolor queda sin ser escuchado por Él», como muestra Jesús al escuchar a Bartimeo.

«Muchas cosas pueden volvernos ciegos, incapaces de reconocer la presencia del Señor, incapaces de afrontar los desafíos de la realidad», advirtió el Pontífice. El Papa protestó contra una «Iglesia sentada» que «casi sin darse cuenta, se retira de la vida y se pone a sí misma a los márgenes de la realidad», que se pone cómoda en su ceguera y malestar.

«Pidamos al Señor que nos dé el Espíritu Santo para que no nos quedemos sentados en nuestra ceguera, ceguera que puede llamarse mundanidad, que puede llamarse comodidad, que puede llamarse corazón cerrado», exhortó.

Entre los gritos que resuenan hoy como el ciego del Evangelio están, dijo, “el grito de aquellos que desean descubrir la alegría del Evangelio y de aquellos que, en cambio, se han alejado; el grito silencioso de quienes son indiferentes; el grito de los que sufren, de los pobres, de los marginados; de los niños esclavos, esclavizados en tantas partes del mundo para trabajar; la voz quebrada de quienes no tienen ni siquiera la fuerza de clamar a Dios, porque no tienen voz o porque se han resignado”.

En el vídeo, la misa de clausura del Sínodo, con el baldaquino de Bernini recién restaurado:

«No necesitamos una Iglesia paralizada e indiferente, sino una Iglesia que recoge el grito del mundo y -quiero decirlo, tal vez alguno se escandalice – se ensucia las manos para servir al Señor», insistió.

«Al Señor se le sigue por el camino, no se le sigue encerrados en nuestras comodidades, no se le sigue en los laberintos de nuestras ideas: se le sigue por el camino. Y recordémoslo siempre: no caminar por nuestra cuenta o según los criterios del mundo, sino caminar por el camino, juntos, detrás de Él y caminando con Él», añadió, relacionando el seguir a Jesús con la imagen de «caminar» que una y otra vez se usa en las reuniones sinodales.

Así, el Papa dijo desear «no una Iglesia sentada, sino una Iglesia en pie».

El Papa también aludió a la reciente restauración del famoso baldaquino de Bernini en la basílica, con sus columnas salomónicas, una de las obras cumbre del barroco (realizado entre 1623-1634). «El majestuoso baldaquino de Bernini, más resplandeciente que nunca, encuadra el verdadero punto focal de toda la Basílica, es decir, la gloria del Espíritu Santo», advirtió. Así, la Iglesia sinodal sería «una comunidad cuyo primado está en el don del Espíritu, que nos hace a todos hermanos en Cristo y nos eleva hacia Él».

Ante el desánimo, el Papa pidió preguntarse como Bartimeo: «¿Me siento llamado? ¿Me siento débil y no puedo levantarme? ¿Pido ayuda? Por favor, dejemos a un lado el manto de la resignación, entreguemos al Señor nuestras cegueras, levantémonos y llevemos la alegría del Evangelio por las calles del mundo».

El antiguo trono medieval

Al final de la misa el Papa contempló en actitud orante el antiguo trono pontificio medieval que usaron varios pontífices en el pasado (algunos santos, otros no muy ejemplares).

Francisco contempla la antigua silla papal medieval, del siglo IX, restaurada; quizá es una forma de recordar a todos los delegados sinodales su conexión con Pedro, pero no sólo con el Papa actual, sino con todos, los del pasado y los venideros.

Decorado con placas de marfil que representan los Trabajos de Hércules, llegó a Roma en el siglo IX como regalo del rey franco Carlos II el Calvo al Papa Juan VIII, pero algunos elementos, como los paneles, pueden fecharse probablemente en una época anterior.Consta de un armazón exterior de vigas de madera de castaño, pino carrasco y fresno del siglo XIII, con cuatro anillas metálicas que se utilizaban para el transporte durante las procesiones solemnes de la basílica.

Los mensajes del Ángelus

Tras la misa, el Papa se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para dirigirse al pueblo y dirigir el rezo del Ángelus.

Primero el Papa retomó el mismo tema que en la misa, la escena del Evangelio en la que la multitud ignora a Bartimeo, mientras que, dijo, «los receptores de Jesús están activos». Insistió en la fuerza del grito de fe del ciego. cada uno podemos ser como Jesús, y como el ciego. «Cuando nos cruzamos con algún mendigo por la calle: ¿cuántas veces miramos para otro lado? ¿cuántas veces lo ignoramos, como si no existiera? ¿Cómo miro a un mendigo? ¿Lo ignoro? ¿Lo miro como lo hace Jesús? ¿Soy capaz de entender sus interpelaciones, su grito de ayuda? Cuando das limosna, ¿miras a los ojos del mendigo? ¿Tocas su mano para sentir su carne?»

«Cada uno de nosotros es Bartimeo, ciego por dentro, que sigue a Jesús una vez que nos acercamos a Él. Cuando te acercas a un pobre y te haces cercano, es Jesús quien se acerca a ti en la persona de ese pobre. […]. Quien más gracia recibe de la limosna es quien la da, porque se hace contemplar por los ojos del Señor», advirtió.

75 años de Ginebra: aún se bombardean hospitales y escuelas

Tras recitar el Ángelus, el Papa se refirió a algunos hechos de interés internacional.

Recordó el 75 aniversario de las Convenciones de Ginebra, que se celebra el 28 de octubre, que buscaban limitar los horrores de las guerras, y renovó su oración por la paz. Pidió «pasos concretos por la paz allí donde, sobre todo, las consecuencias de la guerra afectan a menores, civiles y lugares de culto. La vida es sagrada».

Con motivo del encuentro en Ginebra de la Cruz Roja expresó su deseo de «que este acontecimiento despierte las conciencias para que, durante los conflictos armados, se respete la vida y la dignidad de las personas y de los pueblos, así como la integridad de las estructuras civiles y de los lugares de culto, de acuerdo con el derecho internacional humanitario. Es triste ver cómo en la guerra, en algunos lugares, se destruyen lugares, hospitales y escuelas».

El Papa mencionó a los niños víctimas de guerra y citó «Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, “para que cese la escalada y para que prime el respeto a la vida humana, que es sagrada”. «Las primeras víctimas están entre la población civil: lo vemos todos los días. ¡Demasiadas víctimas inocentes! ¡Vemos todos los días imágenes de niños masacrados! ¡Demasiados niños! Recemos por la paz», insitió.

Por el sacerdote Marcelo Pérez, asesinado

También se unió a «la querida Iglesia de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, que llora al sacerdote Marcelo Pérez, de 51 años, asesinado el domingo pasado”. Recordó al sacerdote nativo con un afectuoso y amargo pésame: «Celoso servidor del Evangelio y del pueblo fiel de Dios. Que su sacrificio, como el de otros sacerdotes asesinados por fidelidad al ministerio, sea semilla de paz y vida cristiana».

Marcelo Pérez, sacerdote de 51 años asesinado en Chiapas, mencionado por el Papa Francisco.

El presunto autor del asesinato fue detenido, según anunció el 22 de octubre el gobernador del estado, Rutilio Escandón. Pérez estaba comprometido con la defensa de los derechos humanos y había denunciado repetidamente la criminalidad. La nueva mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum, señaló que la investigación había sido asignada a la Procuraduría General de la República. Pérez, que tenía 51 años, fue asesinado tras celebrar una misa en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Se beneficiaba de medidas cautelares de protección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pertenecía a la etnia maya tzotzil y había sido amenazado en varias ocasiones, supuestamente por sus denuncias sobre narcotráfico y delincuencia.

Con el pueblo de Filipinas y la tormenta Trami

Francisco expresó su cercanía también “al pueblo de Filipinas golpeado por un ciclón muy fuerte”. Se trata de la tormenta tropical Trami, una de las más mortíferas y destructivas en el archipiélago del sudeste asiático en lo que va de año, que se ha cobrado cerca de 130 vidas mientras muchas zonas permanecen aisladas y la población necesita ser rescatada. Se espera que el número de muertos aumente.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»