Este martes ha fallecido, a los 77 años de edad y a consecuencia de una complicación médica que sufrió hace días, el sacerdote Alfonso Simón, madrileño y sacerdote de la archidiócesis de Madrid.
Era doctor en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Roma (el Angelicum), donde defendió una tesis sobre el Evangelio de la infancia de Jesús en el Evangelio de San Lucas. En esta línea, en 2019 publicó El Paraíso abierto, un estudio sobre la profecía del anciano Simeón a la Santísima Virgen cuando presentaron a Jesús en el templo.
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Simón será recordado asimismo o por su vida dedicada a la evangelización periodística, sobre todo en su papel como delegado episcopal para Alfa y Omega (1994-2015), el semanario religioso en el que dejó su sello informativo y pastoral durante más de veinte años.
«Recuerdo, como si fuera ahora mismo… aquellas gélidas madrugadas invernales en las que inventábamos aquel Alfa y Omega con el obispo don Javier Martínez, en su despacho de la calle Bailén, 8, donde Álex Rosal [director de ReL] y Alfonso, además de trabajar horas y horas con buen ánimo y mejor humor, iban a buscarnos unas pizzas y unas cervezas antes de abrir su espíritu como auténticas esponjas cuando nos poníamos a escribir el editorial y a diseñar el número de aquella semana»: así le recordaba el periodista Miguel Ángel Velasco en abril de 2022, al conmemorarse el quincuagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal.
El recordatorio de la ordenación sacerdotal de Alfonso Simón, el 3 de abril de 1972.
Ahora, ante la noticia de su muerte, Velasco ha mostrado su dolor en declaraciones a Alfa y Omega: «Era un sacerdote de Jesucristo como la copa de un pino. Un sacerdote fiel, leal, enamorado del Señor. El día que cumplió 50 años de su ordenación sacerdotal, nos invitó a una celebración de la Eucaristía e hizo una estampa, que yo guardo y guardaré como oro en paño, en la que decía que lo que soñaba en su vida era estar con Jesucristo. Pues ya está con Él y para siempre».
Francisco José Fernández de la Cigoña también ha lamentado su fallecimiento incidiendo en eso mismo, su vocación: «Un muy buen sacerdote de Madrid«, sintetizó.
Por encargo episcopal, don Alfonso colaboraba con la Renovación Carismática de Madrid en el templo de la Renovación, la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y San Justino en el barrio de La Latina. También mantenía estrechos lazos con Comunión y Liberación, por la importante influencia que habían tenido en él las obras de Luigi Giussani.
Tras dejar Alfa y Omega, Simón se consagró a la enseñanza como profesor de Nuevo Testamento en el Instituto Teológico Lucense, de la diócesis de Lugo pero afiliado a la Universidad San Dámaso de Madrid.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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