Es una palabra que utilizo mucho en el confesinario y en la dirección espiritual. Creo que se trata de vivir con normalidad la vida que nos ha tocado y punto.
Nos ha sorprendido que el papa León XIV haya comenzado su pontificado con unas acciones de lo más previsible. Como diría un amigo, todo lo que está haciendo hasta ahora es «de primero de papa»: misa con los cardenales, cercanía con los agustinos, visitar a la Virgen del Buen Sueso, rezar en la tumba de Francisco, ornamentos de siempre…
Ahora nos toca a todos el regreso a la cotidianeidad, que en la vida cristiana es algo muy simple: rezar un poco, esforzrse por cumplir los mandamientos, ir a misa, confesar, comulgar, echar una mano en la parroquia, ayudar al prójimo. Cosas de siempre.
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