A finales de agosto, en concreto del 27 al 31, tuvo lugar en Castrojeriz (Burgos) la I Escuela Internacional de Verano para Formadores en Acompañamiento Espiritual en Clínica. Veinticinco líderes clínicos de España, Portugal y cinco países de América se reunieron para trabajar en iniciativas que promuevan la figura del acompañante espiritual o counseling en el ámbito de la atención clínica, en particular para enfermos terminales y cuidados paliativos.
Una de los participantes fue la doctora María Nabal, máster en Cuidados Paliativos, responsable del Equipo de Cuidados Paliativos del Hospital Arnau de Vilanova (Lérida) y profesora de la Universidad de Lérida y de la Universidad Ramón Llul de Barcelona.
-¿Cuál es el origen de esta Escuela?
-La Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) creó en 2004 el Grupo de Trabajo de Espiritualidad con el objetivo de integrar el sufrimiento y la espiritualidad en el ámbito clínico y académico.
»Su propósito era transformar el proceso de morir en una experiencia de crecimiento personal y conciencia espiritual para pacientes, familiares y profesionales. A través de la revisión bibliográfica y la experiencia clínica, se desarrolló el Modelo Secpal de Acompañamiento Espiritual, una aproximación humanista y transconfesional. Desde entonces, el grupo ha publicado guías y monografías, y ha impartido talleres en diversos países, impactando a más de quinientos profesionales y enriqueciendo tanto su práctica clínica como su vida personal.
»En respuesta a la creciente demanda, en 2019 se creó el Foro Iberoamericano de Espiritualidad en Clínica, integrado por profesionales de siete países que comparten el modelo de acompañamiento espiritual. Este equipo, junto a la Fundación Secpal, lanzó el primer curso universitario en 2021, y actualmente se celebra la tercera edición. Además, se ha creado un Máster en Acompañamiento Espiritual en colaboración con la Universidad Ramón Llull. A pesar del interés creciente, el acompañamiento espiritual aún no está sistematizado en todos los equipos de cuidados paliativos. Para fortalecer su difusión, el Foro ha creado, con la inestimable ayuda de la Fundación Dignia y la Fundación Pía Aguirreche, dos entidades que promueven iniciativas para impulsar la cultura del cuidado, la Primera Escuela Internacional de Verano de Formadores en acompañamiento espiritual en clínica.
-¿De qué ha tratado esta primera edición?
-Poder compartir estos días entre los 24 compañeros la Quinta de San Francisco en Castrojeriz, un espacio privilegiado en el Camino de Santiago, siendo acogidos con la hospitalidad y el cuidado de los peregrinos, nos ha permitido avanzar mucho en nuestros propósitos.
»Durante estas jornadas, hemos concretado los fundamentos del Foro Internacional de Espiritualidad en Clínica. Nos hemos centrado en definir las competencias necesarias para el acompañamiento espiritual en el ámbito clínico y cómo evaluarlas, además de adquirir herramientas pedagógicas para formar a profesionales de la salud, voluntarios y personas interesadas en este tema.
»También a través de grupos de trabajo hemos diseñado actividades futuras como parte de nuestro plan de acción, que incluye desde un máster universitario hasta cursos comunitarios en acompañamiento espiritual y autocuidado de profesionales, además de proyectos de investigación.
La doctora Nabal, en unas jornadas sobre autocuidado (en español y catalán).
-¿Qué papel juega la espiritualidad al final de la vida de una persona?
-La espiritualidad es intrínseca al ser humano, no podemos disociar persona y espiritualidad. Tener claro esto es fundamental para el acompañamiento al integral de la persona del paciente. La espiritualidad es, según nuestro modelo, un universal humano, es decir es la esencia de los que somos, seamos o no conscientes de ello. Definimos espiritualidad como el dinamismo que nos impulsa a encontrar sentido a nuestra vida, buscar la plenitud, saber quiénes somos y vivir de acuerdo a nuestros valores. Según nuestro modelo, la principal herramienta del acompañamiento espiritual es la propia persona del profesional y su competencia, compasión y compromiso para acoger la realidad del otro.
»El sufrimiento es una experiencia universal que se intensifica en el proceso de morir, representando un desafío clínico y un imperativo ético para los profesionales de la salud, quienes deben identificarlo y aliviarlo.
»Nuestro trabajo integrando la sabiduría de las tradiciones espirituales con la experiencia clínica nos permite ofrecer herramientas de acompañamiento como la presencia, hospitalidad y compasión para aliviar el sufrimiento. En ocasiones el sufrimiento se puede aliviar, en otras solo se puede acompañar y ayudar a que la persona encuentre sus propios recursos para trascenderlo, es esto se basa el acompañamiento espiritual. Esta escuela promueve el desarrollo de estrategias y herramientas de evaluación y acompañamiento clínicamente útiles para compartirlos con otros profesionales sanitarios.
-¿Cuáles han sido las principales conclusiones de la Escuela?
-Diría que la principal conclusión es que la espiritualidad debe ser incorporada en el acompañamiento al final de la vida, y que, por tanto, el profesional o familiar que acompañe en este viaje al paciente debe tener formación y a ser posible estar preparado. Este enfoque de la espiritualidad se aborda desde una perspectiva relacional que incluye lo intrapersonal, interpersonal y transpersonal, promoviendo la introspección, la comunicación y la contemplación. Se destaca una visión amplia y plural de la espiritualidad, respetando diversas cosmovisiones y derechos. Además, se enfatiza la importancia de estar presentes para comprender, prevenir y tratar el sufrimiento evitable, así como acompañar el sufrimiento no evitable.
»Estamos comprometidos en integrar de manera sistematizada la atención al sufrimiento espiritual en la práctica clínica, apoyado por formación específica, como un máster en Acompañamiento Espiritual en Clínica y un curso sobre la gestión del sufrimiento.
-¿Cuál es la principal demanda?
-Nuestro reclamo es en torno a la figura del counseling o acompañante espiritual, una figura totalmente implantada en otras sociedades como la anglosajona pero sin casi recorrido en España o Iberoamérica. Para ello, hemos acordado la creación de cuatro cursos dirigidos a varios públicos que empoderan esta figura y promueven el cuidado integral de esta etapa de la vida.
-¿Qué deberes se han puesto?
-Como te decía, hemos acordado la creación de cuatro cursos de formación, que te enumero:
»Primero, un curso para profesionales sanitarios que trabajan en un entorno de alta prevalencia de sufrimiento (medicina interna, geriatría, UCI, Urgencias, etc.); se desarrolla un nuevo curso sobre Entender y atender el proceso de morir, orientado a ayudar al diagnóstico de proceso de morir y dar herramientas de toma de decisiones y cuidado de la atención a los últimos días.
»Segundo, un curso de Autocuidado del profesional sanitario, tratando de ofrecer, a partir de la experiencia de los cuidados paliativos y del modelo de autocuidado basado en la autoconciencia, herramientas para promover el autocuidado y la salud mental de los profesionales que trabajan con el sufrimiento en entornos clínicos no paliativos.
»Tercero, un curso de formación en acompañamiento espiritual para voluntariado, ante la alta demanda recibida por nuestro grupo de formación en este ámbito y la experiencia docente del Foro.
»Y cuarto, una línea de investigación que ofrezca evidencia sobre el impacto de la docencia impartida así como centrada en el desarrollo de herramientas que faciliten la labor de los clínicos.
»Con ello, la intención es trazar un plan formativo que democratice la cultura del cuidado y se adapte a cada grupo poblacional. Creemos que hay un sanador dentro de cada uno de nosotros, un espíritu de servicio hacia los demás y una trascendencia hacia la compasión que, con las herramientas necesarias, tiene un potencial que puede producir un gran impacto en el bienestar de una persona que sufre. Virgina Henderson lo resumió en esta frase: «Si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. Y si no puedes consolar, acompaña».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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