Mi fisio es católico, buen católico. Si dan las doce cuando em está retorciendo el brazo rezamos el Ángelus mientras me tortura. Buen profesional, buen padre, buen católico…, pero cada día me deja algún ejercicio más para ir recuperando la movilidad del brazo. Él sabe, y yo sé, que cada ejercicio que me dice duele y que al día siguiente me voy a acordar de lo buen profesional, padre y católico que es mientras sudo la gota gorda entre gemidos. Pero sabe que el brazo ahora tiene que doler hasta que pueda estar normal, de poco valdría el cura sana culito de rana si no curas hoy curaras mañana.
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Para quién sólo conozca unas pinceladas de Jesucristo estas palabras le escandalizaran. La paz ante todo, amaos unos a otros, vivid en el mundo de la piruleta sin conflictos. Acéptate como eres y acepta al otro como se sienta sin sufrimientos. Dios te quiere así, no te preocupes. Todos esos argumentos de una paz que es ausencia de conflictos estamos hartos de oírlos. Pero la paz de Cristo no es la paz del mundo a base de acuerdos y diálogos. La paz de Cristo es, con su gracia, vencer el pecado…y eso duele. Quien quiera que pactes con el pecado para llegar a una entente cordiale te engaña. Mira la cruz de Cristo a ver si te parece que la victoria sobre el pecado no trae sufrimiento. Ese dolor es el bueno, el dolor que nace de la soberbia no es bueno. Pero si, aunque sea entre gemidos, cada día muevo un centímetro más el brazo, eres capaz de amar al otro como Dios le quiere, eres capaz de entregarte y servir más pensando menos en ti mismo, te acercas un paso más al calvario…¡bendito dolor!
Santa María, danos tu paz al pie de la Cruz.
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