P. Javier Olivera Ravasi, SE
Hoy celebramos la solemnidad de Pentecostés, en la cual recordamos la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen Santísima y los Apóstoles reunidos en oración por temor a los judíos.
¿Y por qué tenían temor? Pues porque habían matado al Señor: «si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán con el árbol seco?» (Lucas 23,31).
El Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del amor del Padre y del Hijo, es el gran protagonista olvidado; el gran desconocido de las almas, como lo han llamado algunos teólogos (Antonio Royo Marín).
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