La verdad es que romper es lo más fácil, reconstruir y ordenar todo es una tarea y un combate de toda la vida. Y si ya nacimos en un ambiente familiar y social, o en una comunidad cristiana deformada, en una cultura decadente, con gobiernos y corporaciones empeñadas en desestructurarlo todo para establecer un «nuevo orden mundial», es cuento de no acabar.
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