04/07/2025

Por amor a tu Preciosísima Sangre

Dios sabe para qué llegué a Infocatólica. A veces pienso que fue más por mi bien que por lo que pueda ofrecer, que considero poco –más bien- escaso. 
Y digo que fue por mi bien porque, entre muchas cosas, tuve la dicha de aprender mucho del entrañable para Javier Sánchez Martínez (q.D.g.), liturgista.

Saben? No tengo mayor instrucción en casi nada, pero la que necesito, o considera Dios oportuno que tenga, me la hace llegar. Muchísima fue a través del padre Javier y no solo respecto a Liturgia sino sobre muchos asuntos relacionados con mi conducta cristiana.

Uno de estos días, pensando en el poder de las rúbricas… Sí, es que me parecen poderosísimas ya que, tienen el poder de ordenar, otorgar y vigilar la unidad, no solo de la Liturgia, sino la unidad de la Iglesia, y –como si fuera poco- “obligan a obedecer”. SC n.7

Lo de las rúbricas es un poder dado por Dios, el padre Javier lo expresa de modo simple y verdadero “las rúbricas son teología en acto”, en “acto divino”, me atrevo a decir.

“Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica” SC n. 7

El fin último de las rúbricas es ordenar, otorgar y vigilar la unidad de la Iglesia, por eso me parece correctísimo explicarlas como “acto divino”. Lo afirmo debido al amor que les tengo pero también por lo que son medio que sirve a Dios para nuestra santificación..  

Las rúbricas, sirven para que la gracia de Dios se deslice sobre ellas hasta nuestra alma sin pecado como un esquiador por una colina nevada.Es un bello espectáculo, precioso, sobre todo cuando se las trata con respeto, se las sigue con dedicación, respecto y veneración. En esto el padre Javier fue un santo.

Cuando no se las trata de ese modo, pasa que lo que se hace o no se hace con ellas, se convierte en un bache en el camino de la Gracia hacia nuestra alma; es decir, aquello que fue creado para mayor gloria de Dios y santificación nuestra, lo transformamos en un espectáculo triste y desolador donde vemos al pobre Cristo abrirse paso hacia nosotros por en medio de una jungla de soberbia. Es triste y doloroso verlo sufrir en el Calvario de la Santa Misa, dándose cuenta que ni siquiera amamos tanto como para obedecer.

Nuestro amable Señor, durante la Santa Misa (y en todo acto litúrgico), está ejerciendo su sacerdocio real (de realeza no de realidad, aunque también).

Cristo no solo es sacerdote sino rey, un rey crucificado de quien nos burlamos.

 “La Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo” SC n.7

Las rúbricas también se explican como un código que, como el lenguaje, al contener signos combinados bajo ciertas normas, permiten generar y comprender mensajes.

“Los signos sensibles [en la liturgia] significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre”, de ese modo, podríamos decir que Cristo mismo es el mensaje por lo que habría que tratarlas como a la propia vida para Nuestro Señor se pueda aproximar con sus riquezas sin mayor dificultad.

Siempre escuche de los seminaristas y sacerdotes decir que “la gracia suple” defectos y carencias, refiriéndose a cuando un sacerdote, por algún motivo, incumple con lo mandado. Cierto, la gracia suple pero cuando nuestros actos son inocentes, pero si son culpables (deliberados), culpable es el acto y nuestra persona. Así que, cristianamente hablando, no existe justificación para maltratar la Liturgia descuidando las rúbricas ya que es descuidar el acto divino que se ofrece por nuestra santificación.

“Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia” SC n.7

Las rúbricas, lejos de ser meras instrucciones, son medio sagrado por el que Cristo actúa.  Padre Pío, por gracia, lo aprendió de su propio cuerpo. 

Dicho esto, pregunto, alguno podría imaginarlo que, durante la misa, se le ocurriera  contar anécdotas de su juventud matizadas con algún chiste, o poner a un ministro a celebrar liturgia de la Palabra para sentarse al lado porque se siente enfermo, o llamar a los monaguillos al presbiterio para bailar el Gloria o, prestar el altar para que los padrinos firmen las actas de bautismo?

La lista de desprecios a la Liturgia es larga, larguísima, mientras que  –por obediencia– ni siquiera debería existir.

Las rúbricas reciben su nombre del latín por el color rojo (ruber), roja también es la sangre de Nuestro Señor.

Que,por amor a tu Preciosísima Sangre, amado Jesús,

sean santificados todos los sacerdotes.

Amen.  

 

 

 

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