Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
3Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
4Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
5cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
6Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
7Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
8has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.
9A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
10Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
* * *
11Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
12prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.
13La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
14Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
15la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
16las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
17«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».
18Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
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